Vuela alto Woom

91 11 0
                                    

Se despertó temprano, con la idea de ir a recoger flores para Minho, al regresar encontró a su amado subido en el techo, como de costumbre peleando con Woom, se quedó quieto observando la "pelea".

Si le prestabas la suficiente atención a la escena podrías darte cuenta de que esta vez Minho no tenía su hacha, que a su fina cintura se apretaba un porta frascos, llenos hasta el tope de tonos distintos, y lo que al principio parecía una pelea, ahora era remplazado por un estruendoso rayo impactando directamente en Woom, y en un asustado Minho saltando del techo en un fallido intento por atrapar el rayo en uno de sus frascos, y salvar a su amada escoba

Woom cayo hecho cenizas...

Despertó llorando, con la ansiedad fluyendo por su ser pidió a gritos las cenizas de Woom, mientras corría hacia su estudio, libro por libro ojeo de manera rápida, hasta encontrar el único hechizo que nunca se atrevió a probar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Despertó llorando, con la ansiedad fluyendo por su ser pidió a gritos las cenizas de Woom, mientras corría hacia su estudio, libro por libro ojeo de manera rápida, hasta encontrar el único hechizo que nunca se atrevió a probar.

Con un chasquido todo lo necesario apareció frente a él, un asustado Jisung apareció por la puerta con un frasco en el hocico, traía la cola entre las patas y las orejas gachas, delicadamente puso el frasco en el suelo y gruñendo salió de la habitación, la abrumadora aura ansiosa de Minho lo tenía alerta.

Con la habitación ya preparada y todos los ingredientes dispuestos ante sí, Minho tomó una profunda respiración, intentando calmar el torbellino de emociones que lo consumía. Las cenizas de Woom, ahora reposando en el centro de un círculo mágico, eran el único testimonio de la tragedia ocurrida. Cada grano de ceniza parecía acusarlo, recordándole su fracaso. Pero no era momento para dudas; era momento de acción.

Comenzó a murmurar el hechizo, su voz firme pese a la tormenta en su interior. Las palabras antiguas, olvidadas por muchos, pero conocidas por él, llenaban la habitación, vibrando contra las paredes y en el aire mismo. Los frascos de colores brillaban, uno tras otro, a medida que su contenido se levantaba en el aire, mezclándose y girando alrededor del círculo mágico.

La tensión en el aire era palpable. Jisung, desde el umbral de la puerta, observaba con una mezcla de miedo y admiración. Nunca había visto a Minho tan concentrado, tan poderoso. Era un recordatorio de que, bajo la apariencia despreocupada y a veces torpe de Minho, yacía un brujo de un poder inmenso, capaz de tocar los hilos del mismo destino.

A medida que el hechizo llegaba a su clímax, un rayo de luz pura surgió de las manos de Minho, uniéndose a la danza de colores sobre las cenizas de Woom. El aire se cargó de una energía que hacía temblar el suelo, y por un momento, todo pareció detenerse.

Entonces, como si el tiempo mismo hubiera contenido la respiración, las cenizas comenzaron a moverse. Primero, sutilmente, como impulsadas por una brisa inexistente. Luego, con más fuerza, agrupándose y elevándose, tomando forma ante los ojos incrédulos de Jisung.

Minho nunca dejó de recitar el hechizo, su voz ahora casi un susurro, pero cargada de una determinación férrea. Las últimas palabras salieron de sus labios justo cuando las cenizas completaron su transformación. Frente a él, flotando suavemente sobre el círculo mágico, estaba Woom, restaurada a su forma original, brillando con una luz que parecía emanar desde su interior.

El silencio que siguió fue profundo, roto solo por la respiración entrecortada de Minho. Lentamente, extendió su mano hacia Woom, que, en respuesta, se acercó a él, rozando suavemente su palma como si fuera un animal agradecido.

Jisung finalmente se atrevió a entrar, acercándose a Minho con cautela. – Lo lograste, – dijo, su voz cargada de asombro.

Minho, sin embargo, no respondía. Sus ojos estaban fijos en Woom, y una sonrisa de alivio y amor verdadero adornaba su rostro. En ese momento, todos los desafíos y peleas anteriores con Woom parecían insignificantes. Había salvado a un amigo, a su compañero de innumerables aventuras, y eso era todo lo que importaba.

𝐓𝐡𝐞 𝐥𝐢𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐰𝐢𝐳𝐚𝐫𝐝 𝐚𝐧𝐝 𝐡𝐢𝐬 𝐰𝐨𝐥𝐟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora