83~ Hola, Hermana

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Las luces brillantes eran irritantes. Solo quería cinco minutos más de sueño. Gemí, molesta, abrí los ojos y encontré la luz del día fuera de mi ventana. Bostecé y me senté en mi cama. Esperaba encontrar mi vecindario en el cristal, pero en lugar de eso encontré un cielo... el cielo más hermoso que había visto.

Aún no era de día... parecía el amanecer. ¿Qué estaba haciendo levantada tan temprano? Pero había demasiado luz para ser el amanecer. Por otra parte... ¿desde cuándo mi cama estaba justo contra mi ventana? Mirando alrededor de mi habitación, parecía familiar... pero no lo era. Todas mis cosas estaban aquí, pero el diseño era diferente.

Mi ropa también. No eran mis pijamas. Era una bata de seda blanca. Fue lo más cómodo que jamás usé.

Espera... ¿dónde estaba la sala del tribunal? ¿Mis amigos? ¿Mi familia? Lila. Ella me atacó.

¿De alguna manera... soñé todo eso? De ninguna manera. ¿Cómo llegué aqui? ¿Dónde estaban todos?

"¿Mamá? ¿Papá?" Me levanté de la cama. Esperaba estar asustada, pero en general estaba confundida. De lo contrario... me sentía bien. Increíble, en realidad. Feliz y en paz.

Mientras inspeccionaba la habitación, me di cuenta de que era mi primera habitación. Antes de que murieran mis otros padres, así era mi habitación. ¿Cómo terminé aquí? ¿Estaba soñando?

"¿Mamá?" llamé de nuevo.

"¡Aquí abajo, amor! ¡El desayuno esta listo!" ella llamó desde abajo.

Caminé por el pasillo, que me resultaba tan familiar, pero a la vez tan distante. Fue como un sueño. Mi antigua casa, donde solía comer ensalada de pasta, mirar Hops y escaparme desnuda cuando mi mamá quería bañarme.

Llegué al comedor... no al de mi familia. La de mi otra familia. Y en la mesa estaban mis padres... ellos.

Debería haberme sentido conmocionada, confundida, llena de alegría... pero aunque estaba sorprendida, de alguna manera estaba tranquila. No pude entender por qué. "¿M-mamá...?" Mi voz me falló.

Mamá vestía una camisa de encaje blanca con mangas acampanadas y jeans blancos. Tenía el mismo rostro redondo y regordete, los mismos ojos color mar que reflejaban los míos. Los que pensé que había heredado.

Mi papá estaba sentado en el extremo opuesto, vestido con un traje blanco. Su rostro tenía una capa de barba y su cabello castaño estaba despeinado, tal como lo recordaba. Fue como si mi memoria de repente se volviera más clara y nítida.

No fueron solo ellos. Había una chica de mi edad. Tenía el pelo castaño que le caía sobre los hombros como el chocolate y los ojos de mamá.

"Papá..." susurré.

Mamá sonrió y se acercó a mí para abrazarme. Inmediatamente me hundí en su calidez y comodidad, apretando mis brazos alrededor de ella. Aunque estaba emocionada, no lloré... fue hermoso, pero no abrumador. Luego papá me abrazó, con la misma colonia en su ropa. El aroma era tan nostálgico que me relajé en sus brazos y aspiré el olor.

"Hicimos panqueques de arándanos", me dijo mamá. Me llevó a la mesa y me acercó una silla.

Me senté y los observé con atención. No tenía miedo, solo estaba confundida. Sabía que probablemente esto era algún tipo de sueño extraño. ¿Y quién era la chica?

"Diana, ella es Julia", dijo papá con una sonrisa.

Julia... "¿Quieres decir...?"

"Sí. Nuestra otra hija".

hermanos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora