Bella Ricci, una modelo que apenas empieza en el mundo de la moda decide salir de fiesta para celebrar el 20 cumpleaños de su mejor amiga sin saber que esa noche marcaría un antes y un después en su vida.
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9:46 pm
La entrega de premios se daba por finalizada y ahora todos iban a cenar para después dirigirse a la fiesta a la que todos asistirían.
La cena era bastante grande, de hecho todo el restaurante estaba a nuestra disposición y no habían abierto las puertas en todo el día para preparar toda la comida que ya habíamos escogido con antelación por la web.
Todo iba a ser perfecto, aún que había algo que me preocupaba, y eso era Selena. No me preocupaba por lo que pudiera hacer o decir con Abel, si no por como pudiera reaccionar yo ante cualquier cosa que no me gustara.
Podía llegar a ser muy explosiva, y lo último que quería era formar un show y que todo el mundo hablase de ello al día siguiente.
—¿Estás bien cariño? —Abel preguntó mientras ambos caminábamos hasta la puerta del restaurante donde ya casi estaban todos los artistas.
—Sii, tan solo pensando.
—¿Pensando en qué?
—En si fue buena idea escoger penne all'arrabbiata en este restaurante, nadie tiene ni idea de cómo se cocina una buena pasta. —dije haciéndole reír.
No quería decirle la verdad ya que era una tontería, pero en el fondo solo pensaba en las miles de formas diferentes en las que me gustaría pegar a Selena. Mierda. Debía relajarme inmediatamente si quería mantenerme calmada durante la cena.
Al entrar al restaurante todos se dirigieron a las diferentes mesas que habían en la sala, mientras que yo me quedé mirando el techo del restaurante. Parecía más una iglesia de estilo barroco que un restaurante, era realmente precioso.
—¿Quieres que te haga fotos? —las manos de Abel rodearon mi cintura.
Había momentos en los que odiaba a los hombres, y momentos en los que les amaba. Ahora mismo les amaba.
—No se como he tenido tanta suerte de encontrarte Abel. —dije dándome la vuelta para mirarle.
—¿Porque? ¿Nadie le hace fotos a sus novias?
—No todos, porque son imbeciles. —dije riendo. —Por suerte he dado con uno especial.
Abel sonrió ampliamente y con su móvil comenzó a hacerme fotos. No quiero juzgar mucho, pero los hombres no suelen ser muy buenos haciendo fotos, y ver cómo Abel era todo un experto, me hizo preguntarme si ya tenía experiencia haciéndole fotos a sus otras novias.