Doce

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GABI

Mackenyu tardó literalmente quince minutos en encontrar billetes a Londres para esa misma tarde. Mi vuelo salía a otra hora, pero como no quería dejarme sola ni un minuto, me convenció para devolver mi billete y viajar los dos juntos. Hay posibilidades de que los paparazzis nos vean en Londres y si llegamos en aviones separados, será un poco raro.

Ya no solo tenemos que mantener esta relación falsa por Taz y Emily. Ahora, mi padre también tenía que creérselo. Quién sabe lo que podría llegar a hacer con tal de conseguir lo que sea que esté intentando conseguir. Y si mis sospechas son ciertas, lo que quiere, es dinero.

No pienso darle ni un centavo.

—Has hecho trizas el ticket.

Miro el ticket de la comida que he pedido en el avión y, efectivamente, no queda nada más que pequeños trocitos de un centímetro.

—Era eso o mis uñas.

—¿Tan nerviosa te pone tu padre?

—Hizo que mi madre se fuera a vivir a España con él, a pesar de que ella no tenía amigos allí. La pobre no tenía amigas. Iba de casa a hacer la compra y a recogerme, para volver a casa otra vez. No tenía tiempo de nada más… Aprendí años después que, en realidad, lo que no tenía era derecho a hacer algo más.

—Tu padre no la dejaba salir.

Asiento, recordando de nuevo aquella tarde en mi casa de Madrid cuando tenía diez años.

Llovía. Llovía bastante para la época del año. Octubre de 2007.

No creo que olvide la fecha en mi vida.

Volvíamos a casa después de que mamá me recogiera del colegio. Comía frutas, como todas las tardes. Aquel día tenía plátano y mandarinas.

Creo que desde entonces no he vuelto a comer mandarinas.

Cuando llegamos a casa, aquella casa adosada en las afueras que tanto dinero le había costado a mis padres, me sorprendió ver el coche de mi padre fuera. A esa hora, debía estar trabajando aún.
Mi padre era abogado. Había conocido a mi madre en Londres al ir con un cliente muy importante a una reunión en la capital británica. Mi madre era la hija del presidente de la compañía con el que mi padre y su cliente fueron a negociar. Además de un buen acuerdo, y una mayor comisión, mi padre volvió de Londres con una novia embarazada con la que ahora debía casarse.

Natasha, mi madre, creía que le querían, que la amaban. Que aquello era más que una relación fruto de un embarazo accidental.

Y la forma en la que él iba a hacer la mayoría de los mandados cuando yo aun era muy pequeña, le hacía pensar que en realidad sí la amaba. Que salía él a por las cosas para que ella no tuviera que molestarse, para que pudiera cuidar de mi.

Lo que no quería era que nadie más viera lo hermosa que era… y que nadie le dijera que aquel señor con el que se había casado en una boda civil, sin invitados y sin recepción, ya se había casado anteriormente con la hija de otro señor rico de la zona.

Quizás supo desde el principio que no le amaba, pero si lo hizo, nunca me lo ha dicho. Siempre ha dicho que ella estaba enamorada de Miguel, mi padre, desde el mismo día que lo vio entrar en aquel despacho. Y lo estuvo hasta que le vio salir de casa con las maletas llenas de ropa y todos los objetos de valor que pudo encontrar.

Worlds Apart - Mackenyu ArataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora