Capítulo 1

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El comienzo de todo.

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Gayle:

Amo estar en casa de mi padre. Es muy diferente a cuando estoy en donde mi madre porque, mi madre, es un poco estricta y le gusta que siga las reglas, incluso las que pone su nuevo esposo. En cambio, mi padre es un poco menos estricto, su nueva esposa me cae muy bien.

Odio estar en casa de mi madre porque se la pasa trabajando y no tengo un tiempo, aunque sea pequeño con ella, y su nuevo esposo quiere obligarme a hacer cosas que no quiero. No odio estar en casa de mi padre, ¿cómo hacerlo? He pensado bastante en mudarme con él.

Esta noche mi padre y su esposa, cuyo nombre es Chloe, deben ir a una cena de negocios. Mi padre es bioquímico, y me dijo que hoy cerrarían un gran negocio con una empresa y... no sé más porque no le presté mucha atención.

Estaba viendo en internet una película clásica de zombies: Zombieland.

Debo admitir que amo a Emma Stone, ella es tan bad girl en esa película que la envidio, quisiera que mi personalidad fuera así: despreocupada y ruda. Aunque la mía sí lo es, un poco. Hace unas semanas golpeé a un idiota en la universidad que intentó llevarme a uno de los baños abandonados, un puño mío en su estómago fue el mejor método para que se alejara de mí, pero la rudeza de Emma es...

—¿Gayle?— me llaman al otro lado de la puerta.

—Pasa papá.

Mi padre entró y se sentó al final de la cama. Yo me quité los audífonos.

—Chloe y yo vamos a salir para la cena en dos horas. Te dejamos una pizza en la mesa, si quieres comerla fría, te ordeno que no lo hagas— sonríe—, es malo comer la comida fría.

—Papá, me lo has dicho muchas veces— río.

—Por eso, debes escuchar lo que tu viejo padre te dice.

—¿Te estás llamando viejo? Guau papá.

—Estoy diciendo lo obvio cariño, ya tengo cuarenta y cinco.

—¿Y eso es viejo para tí? No papá, aún te quedan muchos años de vida.

—Le pido al cielo muchos años de vida para verte crecer más y ver a mis nietos.

—Oh no, ahí si no estoy contigo— río— no quiero tener hijos.

—Respeto tu decisión entonces— dice con una mirada cálida.

—Es que..., ¿para qué los tendría? Estamos en un mundo de mierda, ¿por qué traer a alguien inocente a este mundo tan miserable?

—A veces pienso que tienes treinta y nueve y no diecinueve— ríe.

Reímos juntos y pasamos un buen rato hablando. Miró su reloj y me dijo que debía irse.

—Ya sabes, la pizza caliente, o tibia, pero que tenga calor— dice.

—Sí papá, lo sé.

—Espero que la calientes, la comida fría es muy mala.

Bufé— Está bien papá, ya es la novena vez que me lo dices.

—Te quiero mucho pequeña.

Estaba a punto de responderle, hasta que tocaron la puerta.

—Cariño, nos queda media hora para llegar— le dijo Chloe a papá—. Hola Gayle— me sonrió.

Puedo decir que considero a Chloe como mi tercera mamá, la segunda es mi abuela. Ella es tan cariñosa y maternal, no como mi madre.

—Hola Chloe— le sonrío.

—Te espero abajo Will.

—Está bien cariño.

Cerró la puerta y miré a mi padre.

—Ve, no quiero que llegues tarde papá.

—No me odies por dejarte sola aquí, por favor— dijo.

—Papá— río—, jamás te odiaría, ¿cómo puedes siquiera pensar eso? Yo a ti te quiero muuuucho— lo abracé.

—Yo te quiero muchíííísimo más— rió.

Ambos bajamos, le dije por última vez esta noche que lo quería y él también me lo dijo. Vi como el auto se alejó hasta que desapareció.

Suspiré. Hace frío, joder.

Entré a la casa, cerré la puerta y caminé a la cocina para calentar la pizza. Cuando entré a la cocina había un ratón, ese insoportable ratón que nunca he podido matar estaba comiéndose MI pizza.

—¡Fuera asqueroso animal!

Busqué el palo del cepillo de barrer y le dí a la mesa, no a él. Maldición.

Me acerqué a la pizza y tenía marcas de sus patas por todos lados. Que asco. Tomé la caja la cerré y la eché al cesto de basura. De verdad odio a ese animal.

Tomé las llaves de la moto de papá, él me enseñó a conducirla y fui a comprar algo de comida, en la nevera hay, pero no quiero estar metida en la cocina ahora.

Llegué a un restaurante de comida mexicana. Pedí tres tacos, dos tortillas con carne adentro y dos pequeños envases con salsa.

Mientras esperaba pude notar que varios autos de policía pasaron a una velocidad impresionante.

—¿Sabe qué está pasando?— le pregunto al amable señor que se encontraba detrás del mostrador.

—Con esas ya son cuatro que pasan por aquí en esa velocidad. Es extraño, pero quizá no es nada.

Me volví a sentar y al rato me entregaron las bolsas, y adicional me dieron una bebida gratis.

—Muchas gracias— dije con una sonrisa y salí de ahí.

Como pude acomodé las bolsas en el tanque de la moto y empecé a conducir de nuevo a casa. En el camino no vi ningún auto de policía, tampoco vi algún problema.

Entré a la casa y me fuí directo a la cocina para sacar toda la comida de las bolsas. Las puse en un plato.

Magnifique— dije tratando de imitar el acento francés.

Me fijé que papá dejó las llaves de la casa en el desayunador.

—Siempre eres despistado papá— dije y negué con la cabeza.

Me aseguré de que todo estuviera cerrado, dejé la puerta principal sin seguro para cuando mi padre llegara. Subí con la comida y reanude la película desde donde la había dejado.

Recuerdo cuando de pequeña soñaba que estaba en un apocalipsis zombie, siempre despertaba cuando los zombies podían entrar a la casa.

—Que estúpido— dije y negué con la cabeza cuando en una escena Colombus se asustó cuando un zombie salió.

Quité la película y empecé a ver teorías sobre el fin del mundo, los aliens y el apocalipsis zombie.

«Ya deja de ver esas estupideces, Gayle»

Es lo que me decía mi madre cada vez que lo ponía en el televisor de la casa.

Para ser sincera, no creo en nada de esto, solo me parecen un poco interesantes y es una buena distracción, me mantiene entretenida.

Cliquee en un vídeo que era de hace una semana, tenía más de diez millones de vistas.

—¡El apocalipsis zombie está cerca!— fue lo primero que dijo el chico.

—Alerta de loco suelto— dije y me reí entre dientes.

—Mi madre me dice que estoy loco, pero no lo estoy. Les aseguro que en cualquier momento los zombies nos comerán, toda la raza humana se extinguirá y todo quedará hecho cenizas. Les explicaré por qué digo esto...

Después de una hora viendo aquello me reí de mí misma. Es que... Son muchas estupideces. Es muy, pero muy estúpido creer que el apocalipsis zombie pasará.

Bajé a la cocina y dejé los platos en el fregadero, mañana los lavo. Subí de nuevo, arreglé un poco la cama y me sumergí en un profundo y agradable sueño.

Ellos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora