Rubí Dagger, una de las mejores asesinas europeas, con piel de perlas, ojos de esmeralda y cabello de rubíes. Una manipuladora e insensible de pies a cabeza. Fría, cruel y despiadada.
Mason Windsor, el mejor coronel dentro del Ejército Militar de Él...
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Mason Windsor.
Moscú, Rusia.
La fuerte lluvia amenaza con romper el cielo, las enormes gotas de agua caen sobre mí, puedo sentir como el uniforme táctico se empapa, aunque, por dentro sigue manteniéndose completamente seco.
El sonido de las balas a mi alrededor se mezcla con los enormes truenos que rompen en el cielo y que iluminan entre la niebla y la oscuridad de la noche.
—¡Coronel Windsor! —la voz de Jenkins se escucha en el auricular de mi oído derecho.
Mis botas enlodadas resuenan mientras troto bajo la lluvia.
—¡Tenemos acceso! —grito afirmando. En menos de nada el panorama a mi alrededor se convierte en un completo campo de batalla cuando los tanques de guerra de la EMDE hacen aparición de la nada, disparando hacia la enorme propiedad frente a nosotros que parece un castillo. Los muros de piedras comienzan a ser atacados con las balas.
Tomo mi metralleta con fuerza y pegándola a mi pecho para comenzar a disparar a los hombres en los muros que defienden a su jefe lanzando balas hacia nosotros de la misma manera.
—En posición —ordeno con voz dura.
—Esperando autorización, mi coronel —la voz de Gibson es la que se escucha ahora.
No dejo de disparar mientras veo como los tanques comienzan a prepararse para el ataque final.
Lanzo bala tras bala, recargo y sigo disparando, mi dedo no suelta ni por un solo segundo el gatillo.
—¡Disparen ya! —doy la autorización—. ¡Quiero que caiga la maldita propiedad entera!
Los truenos en el cielo no son lo suficientemente fuertes para disipar el enorme estruendo que causan los cañones de los tanques cuando estos lanzan los misiles que de inmediato hacen que la estructura de piedra caiga frente a nosotros. El derrumbe llega, los escombros comienzan a caer cuando la propiedad es atacada desde distintos puntos que no dejan prever y armar una buena defensa para el enemigo.
—¡Lado sur derribado! —me dan la información mientras vuelvo a recargar mi metralleta.
—¡Lado oeste derribado! —agregan.
Todo a mi alrededor se tiñe de humo, una fuerte ola de polvo nos rodea mientras los escombros siguen cayendo.
—Lado este despejado, mi coronel —Gibson habla, puedo escucharla ciertamente agitada.
—Lado norte despejado, coronel —informan de último.
—Equipo de rescate —hablo. Comienzo a caminar aún cuando la niebla no me permite ver con claridad. El pasamontañas en mi rostro me permite que el polvo no se cuele en mi nariz, sin embargo, sí me veo obligado a bajar la protección de mi casco para proteger mis ojos.
