Capítulo 05: MAKE YOU MINE

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Rubí

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Rubí.

Entro a mi pent-house, azotando la puerta detrás de mí mientras arrojo mis tacones lejos y un grito de frustración brota de mi boca.

—¡Maldita sea, maldita sea! ¡Mil veces maldito, Mason Windsor! —la rabia me enceguece todo a mi alrededor.

Tiene que tranquilizarse, señorita Dagger —la voz de Dream llena mi pent-house entera—. Su ritmo cardiaco se ha acelerado —informa.

Mis puños se aprietan y mi asistente virtual comienza a reproducir el sonido de mis propios latidos, el eco de mi corazón resuena en todo mi piso. Cierro los ojos y recargo la frente en uno de los muros a mi lado, comienzo a contar con lentitud, poco a poco y escuchando como mi corazón lentamente comienza a tener un ritmo cardíaco normal.

No puedo perder el control por un hombre.

Suelto un suspiro pesado cuando los latidos de mi corazón regresan a la normalidad y tomo una respiración profunda que parece un respiro fresco.

Dream se encarga de detener el sonido de mi corazón y una canción de Lana de Rey comienza a resonar ahora en mi pent-house.

La rabia sigue presente pero al menos ahora puedo pensar con claridad y no enloquecer y perder los estribos.

Vuelvo a soltar un suspiro lento y camino hasta la cocina, tomo una copa y sirvo vino para después caminar hasta la terraza, salgo a esta, el viento me golpe tenuemente mientras bebo un sorbo de mi vino.

Lo que sucedió momentos atrás se reproduce en mi cabeza. Mason Windsor arruinó mis planes, aunque, también estoy feliz de haber arruinado los suyos.

Hemos quedado como estúpidos y ambos nos quedamos con las manos vacías y con Vincent huyendo como el maldito cobarde que es pero al menos puedo estar tranquila de que la EMDE no tiene a ese maldito bajo su poder.

—Dream —hablo mientras mis ojos miran a Londres, cubierto de oscuridad gracias a la noche que ya ha caído.

Dígame, señorita Dagger —responde, tan dispuesta y rápida como siempre.

—Consigue y reúne toda la información que encuentres sobre Mason Windsor —le doy un sorbo a mi copa—. Quiero todo sobre él —relamo mis labios mientras mi cabeza reproduce la escena que ambos protagonizamos en la fiesta de Vincent.

Mi cabeza no puede hacer a un lado la imagen del coronel.

Ese cabello negro.

Esa piel perfecta.

El rostro definido y tallado a mano.

El cuerpo musculoso y envidiable.

El traje que se ceñía a él como una segunda piel.

La voz ronca y grave.

Las cejas pobladas y las pestañas voluminosas.

Los labios carnosos.

INCONTROLABLE DESEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora