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A lo largo de los años el castaño se ha dado cuenta de algo: Existen distintos tipos de personas, y eso no tiene nada que ver con tu género, casta o edad. La vida es pura presencia, apariencias y obviamente, una buena cantidad de dinero para desembolsar en cualquier momento que lo necesites. Aprendió que hay tres cosas que mueven a las personas, la lealtad, el miedo y la conveniencia.

En la preparatoria es el lugar en el que te das cuenta de eso, de que la vida no es color de rosas y que puede ser una verdadera mierda, claro, cuando estás del lado equivocado del campo de juego.

A él siempre le ha tocado el campo ganador, y de no ser así, no es tan difícil darle la vuelta al marcador. Como en baloncesto, en sólo un segundo puede cambiar el marcador y otorgarte la victoria, o condenarte a sufrir una amarga derrota. Como ganador debe tener a quienes lo glorifiquen en ese puesto, pero como sabe, no por lealtad, los adolescentes son demasiado inmaduros como para entregarse de ese modo a otra persona que no sean ellos mismos; y no hay razones para que le tengan miedo porque jamás ha dañado directamente a alguien, por lo que sólo queda una razón para que todas esas personas actúen como su alfombra, total y pura conveniencia. 

Es exactamente esa la única razón de por qué todos, absolutamente todos los días, Carol Perkins y Tommy Hagan esperan a que salga de su auto para acercarse y entrar juntos a la escuela, en esta tonta entrada triunfal de realeza estudiantil, en la que ellos atraviesan el pasillo con la cabeza en alto, Steve dos pasos adelante de la pareja, luciendo esa sonrisa come mierda de chico popular, guiñando un ojo a alguna chica bonita con la que haga contacto visual y provocando suspiros y miradas indiscretas. Justo detrás, el dúo enamorado, asquerosamente perfecto a ojos de toda la escuela: el co-capitán del equipo de baloncesto y la capitana de las porristas, la pareja más envidiable de toda la preparatoria por estar juntos desde mitad de primer año. Y todos apostarían a que terminarían casados con dos hijos, un niño y una niña, una casa grande y un perro, todos, incluso Steve, si Steve no supiera que Tommy ha engañado a Carol más veces de las que puede contar con los dedos de sus manos y pies en esos casi cuatro años.

Por eso Steve roda los ojos con impaciencia cuando llegan a sus casilleros y la primera frase que le dedica Hagan esa mañana no es un saludo de buenos días, sino preguntando sobre el status de su plan para conquistar "al Freak". Porque su amistad no está en un nivel en el que deban tener el respeto básico de seguir con el protocolo de educación universal y saludarse, claro que no.

—Excelente.

Hagan suelta una risa burlona mientras abre su propio casillero para sacar sus útiles—Sí, claro.

Steve reprime una sonrisa burlona, sabe que Hagan no creerá nada sin al menos un poco de detalles, así que los entrega, alzándose de hombros y con un tono desinteresado.

—Hemos salido un par de veces, anoche fui a su concierto en ese bar de mierda...The Hideout. De hecho no es tan malo, para ser Munson, quiero decir. Fuimos a Skull Rock y-

Hagan cierra la puerta de su casillero y mira incrédulo a Harrington—Espera un segundo, no me digas que ustedes-

El castaño cierra su propio casillero con mucho más cuidado que Hagan y hace una mueca, sus labios se fruncen al igual que su entrecejo, y la nariz se arruga como si hubiera olido mierda, aunque quizá sólo es el estúpido aroma que Hagan siempre se niega a controlar, como si todos quisieran andar por ahí oliendo sus feromonas cargadas de un olor a poleo y limón amargo que contrasta desagradablemente con el olor a vinagre de manzana de su novia.

 —Por supuesto que no, imbécil, no soy raro—Se gira en su lugar y se apoya de espaldas a los casilleros cruzando sus brazos.

—Bebimos cerveza, y dejó invitación abierta a que siga yendo a sus presentaciones. 

Bullshit | SteddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora