Pasado

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-  No le agregues suspenso mirando al techo, ahora que aceptaste contarme la historia, no lo vas a evadir - Dijo riendo el peliverde.

- Esa no era mi intención - Respondió tronando su cuello para relajarse - Pero ya que insistes...

Cualquiera pensaría que después de tantos años, Kazemaru ya habría olvidado todos los detalles sobre la discusión que tuvo con su padre, pero eso no podía estar más alejado de la realidad, y es que él siempre tuvo presente sus problemas familiares, los usaba de constante motivación para guardar la calma en momentos difíciles, diciéndose a sí mismo "Le daré a Taiyou, lo que yo no tuve"

Recordaba mucha claridad el día en que se enamoró, al verla caminar por los pasillos del instituto, con los libros en mano y el uniforme perfectamente ordenado. Ese cabello naranja ligeramente ondulado lograron hipnotizarlo de inmediato... ¡Y el perfume! ¿Sería de vainilla? Tenía un toque de frescura adictivo, pero lo que más le llamaba la atención eran los orbes azules brillantes que decoraban su mirada.

En silencio vio como ella se alejaba en dirección a la biblioteca, escuchando como la campana anunciaba el final de la jornada, por lo que dedujo inmediatamente que era alguien muy estudiosa, quizá venía de una familia adinerada y tenía que mantener buenas calificaciones por una cuestión de estatus social... O tal vez era becada, y esa era razón para estudiar tanto, de cualquier manera ¡Le encantaba!

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Endou pasó corriendo al lado suyo, con su típica sonrisa radiante, gritando emocionado - ¡Vamos Kazemaru! ¡Es hora de entrenar! - Para luego darse cuenta de que el defensa estaba extraño - ¿Todo en orden?

- Eh... Sí, por supuesto... ¡A entrenar!- Afirmó recuperando su postura, para echar a correr detrás de su compañero en dirección a la cancha de soccer.

Los días y semanas comenzaron a transcurrir de esa manera, hasta que por fin se animó a dirigirle la palabra, usando de excusa los estudios, alegando que necesitaba ayuda con algunas materias. Cosa que al inicio le funcionó, pero con el pasar de los días, ella se dio cuenta que el peliazul realmente no requería de asesorías, por el contrario, era muy inteligente.

El gesto de Kazemaru enterneció a la joven, quien desde el inicio tuvo en claro las intenciones del muchacho, sabía que no buscaba solo una amistad, pero eso a ella no le molestaba, después de todo, su nuevo amigo se le hacía una persona interesante.

Por supuesto que el interés, aún no correspondido, fue un constante motivo de bromas por parte de su grupo de amigos, ya que mientras todos estaban enfocados en hacer despegar sus carreras deportivas, el peliazul se tomaba algunos fines de semana para invitar a la señorita a tomar un café, caminar por la plaza o ir al cine.

Cuando oficializaron su relación, todos estaban felices, sabían lo importante que era para Ichirouta, lo mucho que le había costado dar el gran paso, pero claro, siempre habrán personas que no se alegren por lo que uno disfruta, y en este caso, fue su padre.

- ¡¿Cómo se te ocurre?! - Exclamó furioso el jefe de familiar - Esa muchacha tiene una beca, no tiene tu nivel ¡Ni siquiera es japonesa! ¡Tienes que terminar esa relación!

- No lo haré - Respondió firmemente Kazemaru - ¿Por qué debería? No afecta en lo más mínimo mi rendimiento académico, por el contrario, es una motivación, si tan solo se diera el tiempo para conocerla se daría cuenta que...

- ¡Silencio! - Gritó interrumpiendo al ojiavellana - Primero dejas el atletismo para ser futbolista y ahora esto... No sé que hice mal contigo ¡Te lo di todo! ¡¿Y así es como me pagas?! - Vociferó lanzando algunas cosas contra la pared, cosa que intimidó al menor - ¡Lárgate! ¡Vete a tu habitación! ¡Ahora!

Pequeña MandarinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora