Capítulo 4

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Verónica Parker:

Había estado toda la tarde caminando por la hacienda viendo las instalaciones y conociendo a los empleados. Descubrí que la mayoría de los que trabajaban allí eran hombres a excepciones de algunas mujeres como la cocinera y las de la limpieza.

Ya la noche había empezado a caer y decidí darme una ducha en la tina de esas que duran minutos. Le pedí a una de las empleadas que la prepararan con pétalos, agua caliente y aceites aromatizados. Preparé sobre la cama la lencería de encaje que usaría junto con mi vestidito de color negro y me puse la bata blanca para irme a bañar.

Cuando me sumergi en el agua la frescura que sentía era increíble, el agua olía a rosas frescas y los aceites tenían olores a flores y perfumes. Era un poco borde pero me sentía como una reina, agarré mi copa de Champán junto a la tina y bebí mientras que sonreía, en fin el baño de una mujer de mucho dineeo la cual tenía que aparentar.Una hora después ya satisfecha por mi tan exquisito baño salí y me puse la bata y secaba mi cabello, debajo solo traía la lencería y me senté en el sillón-cama que había delante del balcón que daba al patio trasero donde estaba la piscina.

Agarré mi pote de crema y empecé a echar de ella sobre mi piel y a regarla con mis manos. La puerta se abrió y Victor apareció de nuevo, tenía su camisa blanca desabotonada y su perfecto cabello algo despeinado. Seguí echándome la crema en las piernas sin mirarlo, mis labios se curvaron para formar una sonrisa perversa.

-Se te ah vuelto costumbre entrar a la habitación sin pedir permiso- le dije sin siquiera levantar la vista.

-¿Necesitas ayuda con eso?-

me preguntó acercándose, se sentó y tomó la crema deslizando sus enormes manos por mis blancos muslos. Empezó a subir lentamente sus manos regando toda la crema subiendo el vestidito hasta el final de mis muslos, parecía disfrutar del tacto porque sus ojos brillaban con lujuria.

-Podría hacerte compañía esta noche, por si te da miedo dormir sola-

lo miré y me guiñó un ojo, me reí y me puse de pie obligándole a dejar de tocarme.

- Ay tan lindo,tu siempre tan atento, pero no te preocupes, lo que menos tengo es miedo-

dije sonriendo aún y me senté en el borde de la cama para observarlo mejor.

-No pensé que fueses de las que rechazan los favores de un caballero.-

su mirada se tornó algo más perversa. El se puso de pie poniendo sus manos a los lados de mi cadera en la cama inclinándose sobre mi, no retrocedí, al contrario acerqué más mi rostro.

-Creo que a veces olvidas que no soy una más de tus putas- le susurré cerca de su oído.

-No te considero una de ellas- usé la oportunidad y lo empujé poniéndome a horcajadas sobre el.

-Enserio?-

le pregunte con malicia y empecé a frotarme contra el.

- ¿entonces porqué exitado tan rápido?-me levanté riendo a carcajadas.
- tu erección es un chiste-

seguí riéndome. El se levantó y parecía frustrado, me agarró fuerte de la cinturapor detrás impidiendo moverme.

-Porque no te quitas esa bata, me impide hacerte todo lo que tengo en mente.-

me susurró al oido perversamente apartándome el cabello de los hombros y aprovechando para acariciarme el cuello.

-¿Y que tiene en mente señor Beltrán?- le pregunté ya mirándolo fijamente a los ojos pero sin soltarme de el.

Tratos con el JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora