Capítulo 5

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Verónica Parker:

Abrí los ojos a causa de un rayo de sol que se escapa por la hendidura que creaban las cortinas un tanto mal colocadas. Estaba misteriosamente inspirada para poner en marcha el plan en el que habíamos puesto tanto tiempo y habíamos echo con tanta cautela. Parecía bastante sencillo actuar cuando el miedo y la incertidumbre que implicaba el hecho de mi vida en juego o la de alguno de mis compañeros nos estaba atacando constantemente. No obstante, sabía que un paso en falso de mi parte nos cavaría una tumba a todos. Víctor podía llegar a ser muy cruel, y aunque no le temía, sé bien que no dudaría en mandarme a matar con tan solo chasquear sus dedos.

Pero no tenía nada que temer, lo había pensado bien todos estos días, no podía ser buena con él y estaba dispuesta a llegar hasta las última de las consecuencias, aunque una de estas pudiera insinuar su muerte. Él había acabado con la vida de muchas personas sin pensarlo, eso era razón suficiente para acabar con él.

*******

Luego de subirme la cremallera de mis tacones cerrados, me mire en el espejo acomodando los rebeldes cabellos que se escapaban de detrás de mi oreja. Caminé hacia la oficina de Victor mientras me dedicaba a mirar los cuadros que antes no había notado en la ascienda.

Había uno que era de dos caballos corriendo por un camino de hierbas marchitas, tenían colores inusuales: uno era rojo sangre y el otro era gris. El caballo gris estaba parado mirando hacia atrás, mientras que el otro corría hacia un destino desconocido, no se porqué me parecía tan interesante la pintura, sentí como si la hubiera visto antes en algún otro lugar.

Cuando llegué delante de su oficina escuché el repetitivo sonido de los que parecían gemidos de mujer. No pude evitar formar una sonrisa lasciva de medio lado al dejar de escucharlos.

Abrí sin pedir permiso cruzándome de brazos y apoyándome en el umbral de la puerta. Victor estaba sentado en un sillón negro con una camisa negra desabrochada y sus pantalones con los boxers caían sobre sus tobillos en el suelo. Una mujer que no identifique le hacía un completo trabajo de sexo oral.

El aún mantenía su mano agarrando su cabello, pero esta vez me miraba solo a mí. Con esa oscuridad en la mirada, que en otros momentos o circunstancias me parecerían excitantes. No desvíe la mirada ni un segundo mientras caminaba decisivamente hacia él. Su ceño se fue frunciendo con cada uno de mis pasos, hasta que quede delante de él.

Me senté justo a su lado y empecé a mover mis manos por su pecho, bajándolas lentamente. El cerró sus ojos mientras tensaba la mandíbula, separó a la chica que aún seguía ausente a nuestro encuentro de un tirón de cabello. La confusión y el enojo en sus ojos era evidente, con un movimiento de cabeza Victor le indicó que saliera y ella enojada abrió la boca para protestar.

-Vete- la interrumpió y su voz tan arrogante retumbó por toda la habitación. La chica me miró con rabia y contra todas sus protestas se levantó y se fue.

Me senté a horcajadas sobre su regazo aún descubierto y deslicé mis dos manos sobre su definido abdomen mientras seguía mi movimiento con la vista. El soltó un gruñido de satisfacción cuando mi mano se acercó a su pene, pero no llegó a tocarlo. Me acerqué a su oído rozando con mis labios su mandíbula. Podía sentir como se tensaba y empezaba a despertar en él otra erección.

-Levántate y vístete- susurré cerca de su oído. -tenemos trabajo.

Me puse de pie arreglando mi vestido y mi cabello y sin ver su expresión salí de la habitación lentamente.
Espere a que saliese de la oficina sentada con las piernas cruzadas en uno de los sillones con un vaso de whisky en la mano. Escuché sus pasos acercándose y rote las piernas. Se inclinó sobre el respaldo del sillón y me arrebató mi vaso.

-¿Sediento?- sonreí con diversión mientras él quedaba frente a mí, puso el vaso en la mesilla y se inclinó agarrándose de los antebrazos del sillón.

-Sediento...pero de ti- susurró y estaba segura de que no había sido por miedo a que lo escuchasen, sino para hacer el momento más íntimo y excitante.

-Lamento no conceder sus deseos, no me considero una estrella fugaz. - dije en el mismo tono con perversión.

-No, pero te llevaría a mundos que ninguna estrella ha llegado- me respondió él.

-No sabía que la poesía era uno de tus fuertes- arquee las cejas lamiendo mis labios.

-Veo que aún no conoces mis fuertes... pero dejando estos temas- se sentó en la esquina de la mesita arreglando las mangas de su camisa- interrumpiste mi diversión, ¿para qué me llamaste?

-Si a eso le llamas "diversión", entonces tampoco conoces mis fuertes- me puse de pie y al ver que no me seguía me detuve- ¿no querías saber para que te llamaba? - él sonrió ladeando la cabeza con diversión.

-Eres muy impredecible Parker- dijo pasando por mi lado.

-Lo sé, Beltrán- saboree su apellido, pero al pensar en lo imbécil que era borré mi sonrisa y continué caminado.

                            *******
  
Llegamos a la vieja bodega que había descubierto la tarde que inspeccione la hacienda. Los hombres de los que el Coronel me había hablado estaban allí, con un maletín sobre la mesa desgastada en medio de aquel lugar.

-¿Quiénes son?- preguntó desconfiado colocando una mano sobre su arma.

-Son de mis hombres, son de confianza- le asegure, pero él no se relajó mucho.
Nos acercamos y abrí el maletín sacando una pequeña bolsita.

-Está todo listo para inaugurar la nueva merca- agite la bolsa que aún llevaba en la mano, y ahí sí que pareció satisfecho y más confiado.

-Perfecto, hablaré con los socios para preparar la ceremonia- sonreímos y el agarró el maletín. -Después de ti- me hizo un gesto con la mano y después de mirar a mis hombres asentí una sola vez con la cabeza y empecé a caminar rumbo a la salida.

-Yo personalmente quiero encargarme de las decoraciones y el catering de la ceremonia- le aclare.

-¿Estás segura?, los empleados pueden encargarse de eso- me sugirió.

-¿Te parezco una persona insegura?- sonreí, - si te lo propuse es porque simplemente lo quiero hacer, estamos trabajando juntos ¿no?- solamente levantó la comisura de sus labios formando una pequeña sonrisa.

-Bombón...- se acerco más acariciando con el índice mi mejilla.- recuerda que no estás tratando con cualquiera, estas haciendo Tratos Con El Jefe.

Tratos con el JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora