Me siento culpada por siquiera poder entender completamente lo que está sucediendo mientras Tessa nace, de hecho, no estoy segura de lo que está pasando.
El peso de la culpa no es suficiente para que pueda agarrar el rastro de conciencia que pasa ante mí.
Algo está más mal de lo común. Estoy segura de que la anestesia no sería capaz de dejarme en este estado entre la conciencia e inconsciencia.
Tal vez sí, pero no al punto de no poder ver lo que sucede frente a mí.
Siento como si estuviera flotando, como Peter Pan. No es una sensación buena. Es sofocante.
No puedo respirar. No puedo sentir. No puedo escuchar. No puedo vivir.
Cuando un llanto dulce, sí, un llanto puede ser dulce, corta mis divagaciones, una serie de gritos y palabras pronunciadas con urgencia lo siguen.
No puedo entender lo que está pasando, borrones son todo lo que veo, veo borrones de todos los colores posibles, pero no veo mi borro. No veo a Tessa. No la trajeron hasta mí. Me prometieron que la traerían.
Están más preocupados por gritar órdenes insignificantes que por dejarme ver a mi hija. ¿Qué podría ser más importante que eso?
━━━ ¡Nicki! Mantén esos ojos bien abiertos, por favor ━━━ una voz demasiado cerca de mi oído dice al sostener mi rostro y forzarme a mirarla.
¿Es alguien en un traje de hospital, una médica? ¿Por qué una médica está hablando conmigo? No lo sé.
Me gustaría murmurar un "dale" como respuesta, pero no suelo hacer promesas vacías, y de todas formas, siento que mi voz huyó a algún lugar lejano.
Algo.
Está todo tan confuso que por un segundo, llego a creer que estoy soñando, pero entonces...
Cuando tomo conciencia de lo que está sucediendo, el tiempo se acelera.
Mi vista se enfoca en alguien llevando a Tiago fuera de la sala mientras dice algo que llena sus ojos de dolor. No es cualquier dolor, parece ser un dolor insoportable.
En el otro lado, una enfermera los sigue con el bebé en brazos, también huyendo de acá.
Huyendo de lo que está sucediendo.
Al mismo tiempo que un pequeño ser fue regalado con la vida, otro está siendo recibido por la muerte.
Y fue en ese momento, cuando me di cuenta de que no podría siquiera ver a Tiago una última vez o sostener a Tessa por primera vez, que sentí el mismo dolor que Tiago sintió cuando descubrió que yo estaba muriendo, el dolor de perder a alguien.
Porque en ese momento, no estaba perdiendo solo a Tessa, estaba perdiéndola a ella y a la persona que más amé en toda mi vida, la persona que me mostró lo que era el amor y que no siempre tendría un final feliz, pero lo importante era que existieron momentos buenos.
Estaba perdiéndolos, para siempre, estaba perdiendo los momentos que no viví y nunca viviré con Tessa, y estaba perdiendo los momentos que viví con Tiago. Y sobre todo, estaba perdiendo a Tessa y a Tiago.
La muerte es diferente de lo que dicen en libros y películas, no existe esa tontería de ver la vida pasar ante los ojos. Lo único que existe es el dolor excruciante de saber que estás perdiendo todo lo que alguna vez pudiste llamar tuyo, y saber que no hay absolutamente nada para cambiar la situación actual.
A diferencia del sentimiento que tuve hace un momento, ya no estoy flotando, estoy hundiéndome. Poco a poco, cada vez más me hundo en la inmensidad de la muerte, exactamente como Atlántida se hundió en el océano.