Rin observó su teléfono una vez más y suspiró. Después de la sesión de fotos, que fue hace varios días, no volviste a escribirle.
No era que te echara de menos, para nada, pero le resultaba… Extraño que no le hubieras escrito en ese lapso de tiempo.
¿Quizás te sucedió algo? ¿Estabas muy ocupada para textear? ¿Al menos estabas bien?
Rascó su nuca y frunció el ceño. Eso no debería de importarle pero, por alguna razón, lo hacía, le importaba… ¡Pero sólo un poquito!
Tras guardar su teléfono en su bolsillo, Rin se detuvo cuando escuchó una voz cercana. Había llegado hasta un parque. Miró alrededor, pero no había nadie debido a que todos los jóvenes debían de estar yendo a la primaria, secundaria o preparatoria justo ahora si querían llegar temprano a clases; y eso era lo que Rin debería estar haciendo pero, en su lugar, terminó en ese parque que realmente no frecuentaba demasiado.
Decidió seguir con su camino, más no pudo dar ni un paso porque escuchó las hojas de un árbol a su lado moverse con brusquedad. Miró el árbol confuso y volvió a mirar su entorno, ¿Qué diablos sucedía?
—¿Hola? ¿Hay alguien? —dijo de pronto una voz, pero el muchacho no pudo distinguir de dónde provino— Necesito ayuda…
Paren todo, él conocía esa voz.
Sí, estaba seguro, la escuchó hace varios días.
—¿_______? —exclamó el chico y todo volvió a ser silencioso.
—¿Quién es? —Tu voz volvió a escucharse y, como por impulso, Rin empezó a acercarse al árbol.
—¿Eres tú, _______? —gritó de nuevo— ¿Dónde estás?
—Sí, soy yo. Y respecto a donde estoy… Es algo complicado.
Hubo otro instante de silencio, hasta que una hoja cayó del árbol, lo que hizo que Rin levantara la mirada hasta sus ramas. Mentiría si dijera que no se asustó al verte ahí, sobre una de esas ramas aparentemente frágiles; porque lo hizo.
—… ¡¿Pero qué demonios estás haciendo ahí arriba?! —Rin gritó, más por la sorpresa que por el enfado. Sonreíste nerviosamente.
—Es una larga historia, ¡Pero es por una buena causa! —dijiste, carraspeando— El problema es que no puedo bajar, ¿Me ayudas?
Rin te observó, con un rostro de incredulidad que casi te hizo arrepentirte de pedirle ayuda.
—Si no bajo ahora llegaré tarde a clases —insististe, pero él se quedó muy quieto en su lugar—. ¡P-prometo dejar de escribirte si me ayudas!
—No lo harás. —Esas palabras dejaron su boca por su cuenta, pero sólo él pareció notar la demanda en su voz, porque tú te reíste de su respuesta.
—Es cierto, no lo haré.
Rin suspiró y frotó su cuello, y luego miró las tiendas al otro lado de la calle antes de volver a verte.
—Está bien, mantén la calma. Iré a buscar una escalera y-…
Cuando Rin volvió la mirada a ti, sus ojos captaron como te lanzabas del árbol en su dirección. Él abrió mucho los ojos, pero no le dio tiempo de reaccionar para atraparte o hacerse a un lado, cuando te estrellaste contra su cuerpo y el impacto los mandó a ambos derecho al suelo.
—Agh… —Rin entrecerró los ojos y luego frunció el ceño con enfado— ¡¿Qué carajo crees que-…?!
Se interrumpió a sí mismo cuando, de repente, en su campo de visión entraron varias bolas de pelo adorables y abrazables.
—Nos has salvado, estamos agradecidos. —dijiste, sonriendo. Los gatitos salieron de entre tus brazos y fueron al rostro de Rin a lamerlo, algunos maullaron, como si intentaran agradecerle en su propio idioma gatuno.
Rin se calmó casi al instante, olvidando el previo impacto y centrando su atención en los gatos y en ti.
—¿Por ellos subiste a ese árbol?
—Así es. —Te sentaste a horcajadas sobre él, con tus piernas a cada lado de su cintura— Te dije que era por una buena causa.
—… Salte de encima.
—Es que me duele una pierna.
—¡Eso te pasa por ser tan imprudente! —exclamó, intentando sacarte de encima— Pesas, ya quítate.
—¡Qué grosero! —golpeaste su hombro e inflaste tus mejillas como un hámster, ofendida; luego inclinaste tu cuerpo a un lado y saliste de encima.
Posteriormente, sujetaste a los cuatro gatitos en tus brazos y te levantaste del suelo, y agarraste tu mochila escolar que también terminó en el suelo.
—¿A dónde vas? —preguntó Rin al verte girar sobre tu eje.
—Los llevaré a un refugio de animales, no puedo quedarme con ellos.. —Caminaste hacia la salida del parque— Daiki es alérgico.
—Llegarás tarde a clases.
—No hubiera llegado a tiempo aunque corriera desde aquí. —alzaste tus hombros con desdén.
Rin se levantó del suelo, sacudió su ropa y agarró su mochila. Apuró el paso para acercarse a ti y, una vez lo suficientemente cerca, notó que caminabas cojeando un poco.
—¿Tu pierna está bien? —cuestionó.
—Sí.
—No lo parece.
—Estoy bien.
Él estrechó los ojos y su mirada descendió hasta tu pierna donde, de inmediato, captó una herida. No era algo tan grande, pero la cantidad de sangre que salía de dicha herida era suficiente para preocupar a cualquiera… O preocuparlo a él.
Casi por instinto, su mano se movió con rapidez y sujetó tu brazo, deteniendo tu andar.
—¿Qué? —lo miraste, frunciendo bastante el ceño.
—Estás herida.
—Ya hablaré con la enfermera de la preparatoria.
El chico te escudriñó pero, tras soltar un chasquido, sus manos se movieron ágilmente para cargar contigo en sus brazos.
—¡¿Qué estás haciendo?! —grktaste sorprendida, pues te había tomando completamente desprevenida. Algo inconsciente, agarraste a los gatos con un poquito más de fuerza— ¡Bájame! ¡Dijiste que peso!
—Ya cállate —abriste tu boca, más ofendida todavía— No quise decir eso... No pesas, para nada. Siento haberte dicho eso.
—Mentiroso.
—Estoy siendo honesto. —Él reprimió una sonrisa al verte hacer otro puchero— Te llevaré al refugio.
—Llegarás tarde a clases.
—Soy un buen estudiante, por una vez que llegue tarde no harán más que regañarme.
Aunque te esforzaste, no pudiste evitarlo y le sonreíste, acomodándote entre sus brazos y suspirando para hacerte la digna.
—Entonces permitiré que me ayudes.
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❦ ¿Destino O Mala Suerte? | Rin Itoshi × Lectora.
FanfictionEl destino y la mala suerte son sucesos que nadie puede controlar; pero es claro que ese peculiar mensaje fue el detonante de esta relación. Para ella, recibir ese mensaje fue causa del destino, pues su vida se vio envuelta en situaciones divertidas...