Capítulo cuarto
A la mañana siguiente me desperté temprano pues tenía clases. Saludé a Yaiza y fui hasta la clase que me tocaba, me senté al fondo, sentía que todo el mundo me observaba, me analizaba, juzgaba.
—Es una puta —oí que susurraba una de las mejores amigas de Vanessa.
Mordí mi lengua para no soltarle lo que pensaba en la cara, me costaba aguantarme, pero no quería que la profesora me regañara, aunque fuera por tan solo defenderme.
—Hola lunática —reconocí la voz de Aiden y solté una pequeña sonrisa, entonces se acercó por detrás de mí y dejó un beso en mi cuello que me causó escalofríos por todo el cuerpo.
—Hola.
—Extraño besarte —murmuró a mi oído—, ¿me puedes hacer un favor para esta noche?
—Depende de qué tipo de favor, como sea alguno pervertido te juro que te reviento la cara, Aiden —amenacé mientras lo miraba mal.
—No es nada de eso, lunática —me miró como si fuera una pervertida sexual antes de continuar—, necesito que vengas a cenar conmigo esta noche a casa de mi madre. Por favor.
—¿Qué? —¿acaba de decir lo que creo que ha dicho?
—Lo que acabas de escuchar. Cena conmigo y mi madre esta noche, te lo suplico —susurró en mi oído.
—No, no seré capaz.
—Yo sé que eres capaz —en ese momento la profesora Howel entró a la clase y mandó de mala manera a Aiden a sentarse.
Demonios, no le bastaba con que estuviera fingiendo con todos los estudiantes, ahora tenía que fingir con su propia familia. ¡Joder!
Al caer el atardecer, le mandé un mensaje a Aiden diciéndole mi decisión, había decidido que iría a la cena con su madre.
Me avisó de que su madre era una mujer bastante recatada y elegante, así que me pidió —aclarando que solo si estaba cómoda— que fuera con un vestido algo largo. Bien vestida en resumen.
Así que lo hice, no por complacerlo a él evidentemente, si no para causarle una buena primera impresión a su madre.
El traje que había elegido me llegaba a las rodillas, era blanco y con mangas largas, con un mínimo escote casi imperceptible en forma de v. Elegí unos pequeños tacones negros, recogí mi cabello en una coleta alta y me maquillé, como abrigo elegí una gabardina negra a juego con los tacones.
A los pocos minutos de terminar de prepararme, la puerta sonó, lo que me daba la señal de que Aiden había llegado a buscarme.
—Hola preciosa —saludó primero, antes de lanzarse a mis labios.
Puse sus manos en mis caderas, me abalancé hacia él mientras agarraba su cuello.
—Hola.
—Tienes que pensar un apodo para ponerme, lunática, yo te tengo varios, pero tú no me tienes ninguno.
—No sé cómo apodarte, sinceramente.
—Ya lo pensarás, anda vamos —me ofreció su mano y la tomé con gusto.
Durante un rato estuvimos caminando de la mano, hasta llegar a un barrio bastante pijo como se diría hoy en día, de gente con dinero y con clase.
—¿Aquí vive tu madre? —pregunté con impresión, no me había dicho que su familia era rica. Y este barrio no parecía solo de ricos, si no de millonarios.
—Si.
Asentí con la cabeza y tragué saliva con nerviosismo.
Aiden se paró en la puerta de una gran mansión con estilo francés, lujosa y preciosa. Tocó la amplia moquetea de madera robusta y yo casi me escondí detrás de él cuando esta se abrió.
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Con amor; Ana | DISPONIBLE EN FÍSICO
RomanceEscribir un libro para una tarea de literatura y fingir una relación, eso es lo que se supone que une a Ana y a Aiden. Pero aunque no lo sepan hay más cosas que los unen. Ella es una escritora que basa sus libros en sus traumas y en su vida person...