Capítulo 9

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Capítulo noveno

Ana

Y me senté bajo la luz de la luna, en una de las puntas de la isla, sentada en la arena, observando el mar, y me puse a escribir mi libro, un capítulo bastante sentimental que daba más detalles del pasado y los traumas de la protagonista. Y si, la protagonista de mi libro —el que estoy escribiendo aparte del libro para el trabajo— estaba basada en mí.

Tiene mis mismos traumas, miedos, pensamientos y sentimientos. Los mismos errores, los mismos sueños que yo tenia en el pasado. Porque ahora, ya no tengo demasiados sueños. Más bien, ya no tengo sueños.

Cartas para el pasado;

Sujeto 1: Manuel

Y todas las cosas que hice para justificar tus acciones, esas cosas nunca me las llegaré a perdonar. Ni en esta ni en mil vidas podré perdonarme todo lo que pasé por alto por seguir queriendo estar a tu lado. Y la de faltas de respeto que me hice a mí misma para poder tenerte. Esas jamás las olvidaré.

Y te di todo, te di mi vida entera, y aún así nunca me elegiste a mí. Nunca me quisiste a mí. Pero supongo que no se podía hacer nada, hay personas que jamás te llegarán a querer de la forma que tú quieres, de la forma en la que tú los quieres a ellos.

¿Todo mi amor no fue suficiente para ti? ¿Todos mis sentimientos no valieron nada para ti?

Y yo soñaba con que algún día volvieras a pedirme perdón, a pedirme disculpas por todo lo que me hiciste. Por todo lo que nunca hiciste también; quererme, por ejemplo. Respetarme. Llegar a sentirme de la forma en la que yo era realmente y no como tú querías que yo fuera; una muñeca, callada y sin pensamientos, sumisa y sin opiniones. Pero yo no era nada de eso y tú lo sabías, porque yo era una persona, no un maniquí, yo tenía sentimientos, tenía sueños.

Y cuando te marchaste, cuando fuiste tan cobarde como para después de todo lo que me hiciste irte de esa forma, dejándome sola, enamorada y abandonada, no solo te llevaste un pedazo de mi corazón, también mis sueños, te llevaste mis sueños, me los robaste.

Y pudiste hablar todo lo mal que quisiste de mí en tus últimos días, pero tú sabes que yo jamás te abandoné cuando estabas mal, tú sí. Tú sí me abandonaste en mis peores momentos, en aquellos momentos en los que no podía ni siquiera respirar, y la mayoría de veces era por tu culpa.

Y hoy por fin puedo decir que he olvidado todos los sentimientos que tenía hacia ti, ya no siento amor, ni tampoco rencor, mucho menos odio. Porque no vale la pena gastar mis sentimientos en personas que me hicieron tanto daño, sobretodo, las que me hicieron daño y ya no están aquí.

Pero, ¿olvidarte a ti? Eso no lo he podido hacer. ¿Cómo poder olvidar a la primera persona de la cual me enamoré realmente, a la cual le entregué mi cuerpo y alma?

Con amor; Ana

Y con eso, puse punto final al extra del libro y lo comencé a mandar a varias editoriales, y a las pocas horas, recibí una oferta de una editorial. Gritos internos.

Oh, dios.

Volví a mi barrio y fui hasta mi apartamento para cambiarme, me cambié y luego fui hasta el apartamento de Aiden y toqué su puerta.

Seguro que está de resaca.

—Hola —saludó con voz ronca y yo me fijé en su rostro; cansado, con ojeras y los ojos llorosos.

¿Acaso ha llorado?

—¿Estas bien?

—Claro.

—He terminado un libro y se lo he enviado a varias editoriales, y he recibido una oferta —comencé a decir con una sonrisa de ilusión en mi rostro.

Con amor; Ana | DISPONIBLE EN FÍSICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora