03 - Particular visita y otra realidad

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La luz de la luna apenas se filtraba por entre las cortinas, pintando la habitación infantil. La pelirroja despertó más descansada, se estiró y, al extender su mano para palpar el espacio a su lado, no sintió el pequeño bulto. Valentine no estaba.

No es que hubiera sido la primera vez que su hijo se despertaba antes que ella y su espíritu inquieto lo llevaba a seguir el día brincando por toda la casa. Sólo que esta vez tuvo un mal presentimiento. Se sentó de golpe en la cama, buscando algún indicio del pequeño cerca suyo. Pero la habitación estaba vacía, tan silenciosa que parecía desolada.

"El libro" pensó ella aunque no podía explicar por qué, seguro tenía algo que ver. Abigail se calzó las pantuflas rápidamente, y salió corriendo de la habitación. Luego frenó en medio de las escaleras. Tal vez alguien había entrado en la casa. Debía ser sigilosa. Entonces tomó el cenicero de mármol cerca de su alcance y comenzó a registrar cada rincón de la casa con recelo.

Cada vez que se aproximaba a la biblioteca, un gusto amargo invadía la boca de Abigail. Justo cuando estaba a punto de tomar el pomo de la puerta, unos golpes en la puerta trasera del jardín la alertaron. ¿A esa hora? ¿Quién sería? ¿Su madre? Improbable. Abigail extrañamente se sintió serena pero firme cuando dirigió su andar hacia el sonido. Podía ver un poco la silueta detrás del vidrio pintado de la puerta.

Bien, era más bajo que ella, podría con él fácilmente.

Cuando abrió la puerta alzó el cenicero y un grito familiar la desconcertó al ver a esa mujer fuera de su casa. Efectivamente su madre.

-¡Mamá!- grito enojada.

-¡No esperaba menos de mi extraña hija! ¿Acaso pensabas recibirme con ese cenicero importado que te regalé en tu décimo octavo cumpleaños? -respondió su madre ofendida por la cruda bienvenida.-Déjame pasar, me estoy congelando aquí afuera.-

Con el cenicero aún en mano, Abigail mantuvo su mirada fija en su madre, frunciendo el ceño con desconfianza y evaluándola con ojos penetrantes. Su presencia inesperada esa noche no parecía fortuita, sino más bien sospechosa, y eso encendió las alarmas en la joven.

-¿Qué estás haciendo aquí? -inquirió.

La madre de Abigail, con gestos teatrales, fingió sorpresa y puso una mano en el pecho. -¡Oh, pero querida! Vine a visitar a mi hija, ¿no tengo ese derecho? -dijo, con una sonrisa forzada.

Por supuesto que no podía creerle así sin más.-¿Estás segura de eso, mamá? ¿Solo viniste de visita?-

-Sí-

-No son horas para estar de visita.-

-Soy la excepción a la regla.- sonrió.

Abigail quería pegarse la frente contra la pared.

-Bueno, ¿gustas un té?- preguntó y ella asintió con gesto adusto y se encaminó a la cocina empujándola levemente para ingresar.

Elizabeth Whitemore se sentó a la mesa de la cocina. Abigail observó a su progenitora mientras preparaba el té y notó que su mirada se desviaba sutilmente hacia el pasillo. Por supuesto estaba buscando algo, siempre lo hace. Sabía que era imposible que supiera acerca del libro desgastado en la biblioteca. ¿Cómo podría saberlo?

Pero algo en su mirada le hizo sentir que sí sabía algo más, algo que Abigail misma no podía entender del todo. Pero no era momento de pensar el libro, debía encontrar a su hijo, del cual esperaba que estuviera escondido en algún lugar, sin alarmar a su madre.

Decidió llevar el té a la mesa y, en un movimiento sutil, llevó la conversación a su madre para obtener más información.-¿Hay algo en particular que necesites? -

En el corazón del oceano - William Eilish / Billie EilishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora