EL PACTO - Violeta y Chiara (OT) Kivi - Kiki

Y si...

   -  Oye, ¿y si nos besamos?

Me quedé completamente en shock, paralizada. Oír a Violeta decir esa frase cuando ni siquiera nos estábamos mirando no entraba en mis planes.

     - ¿Qué? - fue lo único que pude contestar.

Tapé mi botella de agua y me giré hacia ella. Las dos llevábamos una hora ensayando y estábamos agotadas.

     - El lunes, en la actuación, ¿y si nos besamos cuando terminemos de cantar?

No sé si la explicación me había tranquilizado o me había puesto todavía más nerviosa.

     - ¿Tú crees que es buena idea? - contesté-.

     - Claro que sí, la canción va sobre eso, ¿no? - se acercó a mí simulando que bailaba la coreografía - .

     - Si, eso lo sé, yo lo digo por ti...

     - Ah, - separó despacio su cuerpo del mío y se quedó callada, como si hasta ese momento no hubiera sido consciente de la situación -.

     - Tú eres la que manda en esto, Violeta.

Violeta se quedó pensativa durante unos segundos, después me miró a los ojos y puso cara de haber resuelto un misterio.

     - En realidad estamos actuando, ¿no? Y pasándolo bien - comenzó a explicar - No está fuera de lugar que nos demos un beso como acting en una canción que habla precisamente de eso, creo yo. 

     - ¿Lo crees o lo afirmas? - le pregunté - Porque si sólo lo crees no vamos a hacerlo.

     - Lo afirmo.

     - Necesito que estés segura, Vivi, completamente segura.

     - Lo estoy, estoy completamente segura de que estamos actuando y de que podemos besarnos en la canción.

Dejé que pasaran unos segundos y sonreí.

     - ¿Quieres que ensayemos una última vez? - le pregunté -.

     - ¿Con el beso?

     - Sí.

     - Vale, ¿y cuándo lo hacemos exactamente?

     - Al final, cuando termine la canción después de la última frase - puso los brazos en jarra - ¿Te parece?

Asentí con la cabeza y Violeta fue corriendo a encender la música. Si ya me ponía nerviosa al ensayar con ella toda la coreografía de esta canción, esta última vez estaba completamente taquicárdica.

Para sorpresa de nadie me equivoqué varias veces en pasos que no había hecho mal hasta ese momento, cogí el micrófono con la mano equivocada prácticamente todas las veces y confundí la letra en frases que me sabía de memoria desde hacía 10 años.

Por su parte, Violeta se limitaba a sonreírme; sabía perfectamente por qué me estaba pasando todo aquello.

En cuanto llegamos al penúltimo «I liked it» noté que me empezaban a temblar las piernas. La ayudé a girar y tiré de ella hacia mí. Dijo la última frase prácticamente dentro de mi boca y, sonriendo, se acercó para besarme.

En ese momento dejé de oír la música, mi pensamiento y todo lo que estaba a nuestro alrededor.

Violeta me estaba besando delante de todo aquel que quisiera vernos.

Cuando paramos, varios segundos después, volví a mirarla a los ojos y me percaté de que seguía con la misma sonrisa.

     - ¿Qué tal? - me dijo para sacarme del shock con toda la calma que la caracterizaba - Queda bien, ¿no? Queda a tiempo.

     - Sí, - ni siquiera me había fijado en eso - la verdad es que queda súper a tiempo.

     - ¿Entonces lo hacemos?

     - Claro.

      - Vale - Violeta dio un saltito de alegría, paró la música y me esperó en la puerta.

Yo cogí mi sudadera y me acerqué hacia ella, intentando que no se me notara todo lo que me temblaban las piernas.

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     - Kiki - me dijo en un susurro- ¿estás dormida?

Tardé unos instantes en salir de mi estado onírico, no estaba del todo dormida pero sí que comenzaba a relajarme. Violeta estaba tumbada a mi lado como cada noche, acurrucada junto a mí.

     - Ahora ya no - contesté sonriendo -.

Violeta estaba tan cerca mía que podía sentir su respiración. Mientras me hablaba noté cómo me cogía la mano, momento exacto en el que me espabilé del todo.

     - Kiki, ¿quieres ensayar?

      - ¿Ahora? - pregunté incrédula - ¿quieres ir a ensayar a las 2 de la mañana, Violeta?

      - No, ensayamos aquí.

      - ¿Aquí en la cama?

      - Sí, pero no hace falta que lo ensayemos todo.

      - ¿Qué quieres ensayar?

      - El beso nada más.

Me reí, porque de primeras no me salía contestarle otra cosa. Me acarició la mejilla y me quitó el pelo de la cara. Miré su boca varias veces y, ante mi falta de respuesta, se acercó y me besó en la oscuridad.