-- Por cierto, cuál ha Sido la misión más importante que tuviste?-- Así de la nada?
-- Sipi.
-- Pues........
Hace mucho mucho tiempo..............
Kyōken Pov:
El lugar era lúgubre, las paredes parecían caer a pedazos y daba la impresión de ser un lugar abandonado. Sin embargo, ocultaba un verdadero infierno dentro.
-- Kyōken, eres el menor de la organización, y sé que lo sabes. Estas seguro de querer ir a esa misión?-- Un pelirrojo advertía preocupado recostado en una pared.
-- Sí, es de mis primeras misiones, no quiero fallarles-- Dijo serio un azabache de apenas 13 años.
-- Espero que sepas lo que esto conlleva, estaremos al tanto si sucede algún imprevisto-- el castaño hizo acto de presencia y el menor asintió.
Al principio solo debía hacerme pasar por un huérfano transferido y recolectar información de un orfanato con fondos corruptos.
Pero al comprobar por mí mismo la vida en ese lugar, a mi corta edad reconsideré seriamente el continuar con la misión.
Los niños apenas comían, sean grandes o pequeños las porciones eran escasas y la comida un desastre. Estaban obligados a llevar a cabo tareas que se les dificultaba por su poca edad y experiencia, y si fallaban en alguna, eran azotados y castigados como perros.
El control de la salud no existía y los niños caían día tras día. Las condiciones de vida en general repugnarían a cualquier adulto que entrara. Pero aún con todo esto, y con este horrible trato hacia nosotros, hubo algo que llamó mi atención.
Uno de los niños allí era particularmente amable con todos, aún con quienes le hacían daño. Daba la cara por los demás niños y era el que terminaba recibiendo la mayoría de los castigos. Recuerdo ver su rostro sufrir con los azotes, pero luego le sonreía a los pequeños diciendo que no se preocuparan.
Parecía menor que yo, debe haber tenido apenas 11 años, pero tenía un gran sentido de responsabilidad. Quise acercarme a él para entenderle mejor, en mi naturaleza esos hombres merecían la muerte, pero no parecía que para él fuera lo mismo.
De manera inconsciente terminamos entablando una amistad, aunque no me permitiera sufrir junto a él, siempre sonreía y estaba de buen humor cuando me veía.
-- Aku!-- sonreía el niño albino con el cabello al viento mientras se acercaba corriendo con una sonrisa. No quise darle mi nombre en código por miedo a que me reconociera alguna vez.
-- Atsushi! Cómo te encuentras? Estás bien?-- el azabache pequeño tomaba las mejillas del pequeño viendo sus heridas.
-- No es nada, estoy bien-- sonreía el pequeño.
El azabache le miraba preocupado.
-- Por qué eres así? Por qué das la cara por los demás? Te lastimas a ti mismo!-- le regañaba el azabache con la voz cortada a punto de llorar.
-- No llores...... No me gusta ver sufrir a otros, si puedo ayudar debo hacerlo-- dijo palmeando su cabeza como a uno de los niños pequeños.
-- No te entiendo..........-- el azabache aguantaba las ganas de llorar, hasta que un recuerdo vino a su mente-- Atsu....... Has oído hablar de los agentes?
-- Agentes? No, que es eso?-- dijo el pequeño curioso.
-- Son personas que ayudan a otros sin que nadie se entere.
-- Como los superhéroes de los libros!-- dice alegre el menor.
-- Algo así-- sonríe con ternura el azabache-- Algún día, yo seré un agente también.
-- Woo podrás ayudar a otros como los superhéroes! Yo también quiero serlo!-- decia emocionado el albino.
El azabache sonreia con ternura y palmeo su cabeza con cariño.
-- Sé que serás un gran agente. Cuando logre ser uno, vendré a buscarte. Y seremos los mejores!-- Decía feliz disfrutando el momento, casi olvidando por completo su misión inicial.
-- Pero........ Si me convierto en agente no podré ser un tigre-- dijo razonando infantilmente.
-- Un tigre?-- dijo el azabache confundido.
-- Si, un tigre. Me encantan los tigres, y quiero ser uno!-- dijo fingiendo tener garras-- Ellos son grandes e intimidan con solo verte a los ojos-- dijo mirandolo fijamente.
-- Oh..... También quieres intimidar con los ojos?
El pequeño asiente.
-- Si pudiera hacer eso, ya no molestarían a mis amigos. Y nadie tendría que sufrir tampoco-- dijo alegre e inocente.
El azabache palmea su cabeza y le tira al suelo del patio sin hacerle daño.
-- Entonces, si quieres ser un tigre te diré Jinko!-- dijo riendo y jugando con él.
-- Jinko? Me gusta! Cuando sea agente, llámame Jinko-- Dijo riendo y jugando tambien-- Prometelo, por el meñique-- dijo riendo con sus ojitos cerrados.
El azabache sonríe y promete por el meñique.
-- Lo prometo, sé que serás el mejor agente de todos. Solo espérame, regresaré por ti!
-- Entonces te esperaré! Solo no te olvides de mí-- dijo y ambos sonrieron y continuaron jugando.
No sabia que esa sería la última vez que lo vería ahí, pero algo ocurrió de pronto. Los directivos del orfanato me descubrieron e intentaron asesinarme esa misma noche, por lo que la base me saco de allí cuánto antes.
Mōnsu que en su momento era mi superior directo, enloqueció e intentó destruir el edificio. Por lo que echaron a los niños para ponerlos a salvo, pero todos desaparecieron y no volvieron a ser vistos.
Hasta ese día.
No solo estaban los niños desaparecidos, estaba él. Había crecido pero su actitud no había cambiado, cuidaba a los niños casi de la misma manera que cuando era pequeño, salvo por algo.
-- Filtración de Información?-- decía el azabache desinteresado de actualmente 20 años.
-- Si, se cree que la fuente tiene un don innato sobre informática. Debes encontrarlo y desahecerte de él antes de que alcance niveles peligrosos-- Decía uno de sus superiores.
-- Así que es un chico, que se sabe de él.
-- Solo que se hace llamar "El Gran Tigre Blanco"
El azabache al oírlo soltó los papeles que tenía en la mano y quedó perplejo al oírlo. Necesitaba verlo por sí mismo.
-- Yo me encargo-- dijo con total seriedad.
Con una misión así de secreta, solo debía encontrar, investigar y desahecerse de la fuente. No le costó mucho encontrarle, solo debía oír los testimonios de los vecinos.
Lo comprobó, realmente era él. Paso unos días postergando el objetivo de la misión y solo le miraba desde la sombras sin que notará su presencia.
Hasta que ocurrió la tragedia con sus amigos, ya no podía solo verlo llorar y gritar en el suelo. Luego de verle en el suelo dormir de la tristeza, no pudo evitar sonreír un poco.
-- Te encontré, Gran Tigre Blanco-- Dijo con una sonrisa al ver a su viejo amigo.
Me llevó siete años encontrarte, pero al fin ya estás junto a mí. Cumpliendo lo que deseábamos de niños.
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El arte del espionaje
AcakEn un mundo futurista donde la tecnología ha alcanzado niveles asombrosos, el espionaje se ha convertido en un juego de alta tecnología y astucia. La historia sigue a Atsushi, un joven hacker prodigio que ha crecido en las sombras de la red. A pesar...