Capítulo 8

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💐MARION💐

Capítulo 8

Bajo la tenue luz de una lámpara de aceite, Ofelia admiraba el oscuro hematoma que se extendía sobre la blanca piel de la niña y que envolvía por completo el dorso de su mano hasta subir por sus dedos.

La confusión se apoderó de la mujer y de su boca escapó:

- ¿Qué rayos... es esto?...

El sonido de su voz inevitablemente despertó a Marion, quien se asustó al encontrarse con ella sentada a su lado en la cama.

- Elisa - la nombró con impresión

La niña retrajo su mano, buscando en un impulso intentar ocultarla una vez más.

- ¡¿Qué es eso?! ¡¿Qué te sucedió en la mano?!

- Na-Nada. Me caí...

- ¿Caerte? Eso no parece una caída. Dime la verdad.

Marion se resistía a hablar, el miedo comenzaba a invadirla al ver los ojos inquietos de la Reina.

- Yo...

De pronto, una idea cruzó por la cabeza de Ofelia y preguntó:

- ¿Acaso... la institutriz... te reprendió?...

Los hombros de la niña se encogieron y sus latidos se aceleraron a más no poder, toda su vergüenza acababa de ser descubierta. Las palabras ni siquiera podían salir de su boca, pero la mujer insistió:

- Elisa, necesito una explicación...

Ante el inminente reproche, la niña no tuvo más opción que aceptar la responsabilidad, apelando a la piedad y comprensión de Ofelia.

- Elis-

- ¡Lo siento! - exclamó, con lágrimas en sus ojos.

- ¿Qué?...

- De verdad lo siento mucho, yo aún no soy una buena estudiante, por eso la maestra me reprendió... - dijo y observó como la expresión de la mujer se torcía a una indescifrable.

Incapaz de saber que estaba pasando por la mente de la Reina, Marion se apresuró a decir:

- P-Pero prometo que mejoraré, estudiaré todos los días y la maestra ya no se enojará. Por eso, por favor no- intentó continuar y vio que Ofelia alzaba una mano.

Temeroza de recibir un golpe, la niña cerró con fuerza sus ojos esperando sentir el impacto, pero, en cambio, percibió una calida caricia bajar por su mejilla. Sorprendida, cruzó su mirada una vez más con la Reina y descubrió que esta había cambiado su gesto a uno más gentil.

De repente, tomó la mano de Marion y dejó un suave beso en ella.

- ¿Te duele mucho?... - preguntó.

La pequeña asintió moviendo su cabeza y Ofelia continuó:

- Elisa... ¿tú confías en mamá?...

Sin estar segura de qué responder, ella dijo:

- Sí...

- Entonces ¿Por qué no me dijiste todo esto de inmediato?...

- Porque tú dijiste que le hiciera caso a la maestra, y ella dice que las señoritas no deben quejarse... que es de mal gusto...

Aquellas respuesta cayó como agua fría sobre Ofelia, todo se había vuelto claro ante sus ojos, una telaraña de falsas intenciones tejidas por Dante que buscaba dañarlas a ambas. Y, sin saberlo, sus propias palabras también habían colaborado en ello.

MarionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora