-Emma, despierta.- Siento como Jessie me sacude por los hombros.- Vamos, prima, despierta. Es sólo una pesadilla.- En su voz se puede notar un deje de desesperación. Abro los ojos lentamente, desorientada, y la veo sentada junto a mí en mi cama, con una mueca de preocupación que confirma mis sospechas anteriores.- Gracias a Dios, Emma.- Me abraza con fuerza.- ¿Estás bien?- Pregunta cuando me suelta.
Toco mi rostro y siento mis mejillas mojadas, por lo que sé que he llorado.- Mi garganta.- Balbuceo mientras tomo mi cuello y carraspeo.- Duele mucho, Jess.
-Eso es porque gritaste toda la noche, Em.- Me mira aún más preocupada.- Llevo horas tratando de despertarte. ¿Pesadillas otra vez? ¿Cuánto ha pasado? ¿Dos años?
-Tres.- Susurro bajando la mirada. Una lágrima rueda por mi mejilla mientras la horrible escena se reproduce en mi mente otra vez. Jessie suspira con tristeza y me abraza nuevamente, con mis brazos rodeando su cuello aún más fuerte que antes.- ¿Qué hora es?- Pregunto unos instantes después, recordando que ya es lunes.
-Tenemos tiempo aun, Emma. Vístete. Iré a preparar el desayuno.- Deja un sonoro beso en mi mejilla y se va de mi habitación.
Salgo de mi cama y tomo una muda de ropa, para luego dirigirme al baño. Cuando entro, dejo mi ropa sobre la tapa del retrete y cepillo mis dientes, mientras espero a que llegue el agua caliente en la ducha. Una vez sin mi pijama puesto, con el baño ya llenándose de vapor, entro bajo el agua y cierro los ojos, dejando que el calor me relaje aunque sea un poco. La pesadilla de anoche comienza a reproducirse en mi mente una y otra vez, torturándome como el infierno, por lo que no puedo evitar que las lágrimas comiencen a correr por mi rostro y me maldigo internamente por ser tan débil.
Por dejar que esa mujer controle mi vida sin estar en ella.
Lavo mi cabello y termino de bañarme rápidamente, tratando de mantener la mente en blanco. Salgo y retuerzo mi cabello para quitar el exceso de agua, y luego lo envuelvo con una toalla para que se seque. Seco el resto de mi cuerpo y me cambio lo más rápido que puedo. Una vez lista, salgo del baño y bajo a desayunar.
-Buenos días, rubia.- Jessie me sonríe desde su lugar en la isla de la cocina.
-Hola, tonta.- Beso su mejilla mientras paso a su lado y me dirijo al refrigerador. Preparo mi desayuno tarareando una canción y me siento frente a ella cuando mi juego de naranja y mis emparedados están listos. Antes de empezar, desenvuelvo mi cabello y dejo la toalla en el taburete de al lado, dejando que mi largo cabello rubio caiga a lo largo de mmi espalda.
Jessie me mira con tristeza mientras toma mi mano por encima de la isla. Ningún intento de fingir tranquilidad funciona con ella.- ¿El mismo de siempre?
Me tenso al recordar ese maldito sueño y aprieto su mano. Bajo la mirada mientras respondo.- Algo así. Todo era igual que siempre, sólo que por primera vez no era a papá a quien veía.- Levanto la mirada.- Era a Jared.
Jessie me mira sorprendida, en silencio por un instante.- ¿Qué crees que signifique eso, Em?- Pregunta finalmente.
-No lo sé.- Niego con la cabeza.- Sólo sé que esa mujer sigue arruinando mi vida.
Jess aprieta mi mano.- No dejes que lo haga. Eres más fuerte que eso, prima.
La miro agradecida y decido cambiar de tema.- Oh, Jess, el otro día olvidé contarte algo. Conocí al hermano de Jared el viernes, es un poco exasperante pero muy tierno.- Sonrío antes de lanzar lo más importante.- Y, ¿adivina qué? Sus novelas favoritas son aquellas donde las parejas tienen hijos al final.
Jessie se atraganta con su desayuno y comienza a toser, haciendo que estalle a carcajadas. Una vez que se calmó, comenzó a acribillarme con preguntas.- ¿En serio? ¿Cómo es él? ¿Es caliente? ¡Dime más! ¿Tiene tatuajes?
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Made in Brooklyn
RomanceLa vida de Emma Brooks era un rompecabezas del cual Jared Miller quería todas las piezas. Cuando Emma lo vio frente a su puerta, inmediatamente supo que no podría olvidarse de aquellos ojos azul-violáceos tan inusuales, por lo que fue sencillo reco...