18.Santos y perdedores

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Jared toma mi mano cuando respiro profundo y bajo la mirada a mi regazo.- Lo primero que tienes que saber, es que mi madre y yo no tenemos una relación muy... "Buena" que digamos.

-Oh, vaya. ¿En serio? Realmente no lo había notado.- Rueda los ojos, utilizando hasta la última gota de sarcasmo, tanto como es humanamente posible. Suena molesto.

Ahogo una carcajada antes de levantar la vista hacia él.- Lo que viste hoy no es nada en comparación a las cosas que he tenido que vivir gracias a esa mujer. No tiene sentido que te las cuente, son cosas del pasado que, aunque hoy en día sigan dándome pesadillas, sé que debo apartar de mi mente.- Jared le da un apretón a mi mano mientras mis ojos se llenan de lágrimas.- Elizabeth es peligrosa, Jar. La quiero lejos de mi vida.- Cierro los ojos, tratando de alejar las lágrimas.- Por eso no le dije que eras mi novio,- Niego con la cabeza.- porque no quiero que te haga daño.- Abro los ojos, una lágrima escapa de ellos cuando mi voz se quiebra.- Si ella sabe que estamos juntos, te hará daño y te utilizará para llegar a mí, para lograr manipularme y ceder ante lo que ella quiere.- La desesperación tiñe mi voz.

-¿Pero qué es lo que ella quiere, muñeca?- Toma mis dos manos.- ¿Por qué quería llevarte así, de esa manera?

Carraspeo antes de responder.- Dijo que quería ver a mi padre, y, conociéndola, tratará de usarme para ello. Pero no dejaré que lo haga, antes prefiero estar muerta.

Jared se tensa ante mis últimas palabras.- No digas eso, muñeca. No dejaré que te haga daño.- Tira de mi hasta colocarme sobre su regazo, rodeando mi cintura con sus fuertes brazos.- Además, ¿de qué hablas?- Su ceño se frunce en una mueca de confusión.- ¿No me habías dicho que tus padres llevaban separados ya mucho tiempo? ¿Por qué querría ver a tu padre ahora?

Lo miro un instante, donde acaricio su mejilla, antes de responder.- Te lo dije, Jar. Ella es peligrosa.

...௳...

Termino de darme un baño y me cambio con mi ropa limpia, para luego bajar las escaleras de la mansión de los Miller, cuando Jared grita desde arriba.- ¡Al fin, muñeca! ¡Has estado ahí dentro por más de una hora! ¿No entiendes que mi belleza no puede esperar tanto tiempo?

Ruedo los ojos y me giro hacia él en el primer descansillo.- No he estado ahí tanto tiempo, exagerado. Además, en todo caso, mi belleza es más importante que la tuya.- Coloco una mano sobre mi cadera.- Por cierto, ¿por qué no utilizas el baño de tu habitación? No hacía falta que saliera del baño del pasillo para que tú pudieras usar el otro.- Elevo una ceja, o al menos es lo que intento.

Jared ríe mientras sale de su habitación con solo una toalla puesta alrededor de sus caderas.

El aire se atora en mis pulmones.

Lo miro con la boca levemente abierta, admirando cada centímetro de su cuerpo, ruborizándome un poco.

Maldita sea, es perfecto.

-Porque no quería perderme de esa mirada lujuriosa que tienes cada vez que me ves semidesnudo.- Obligo a mis ojos a subir la mirada hasta su rostro, donde Jared me mira con diversión y una sonrisa ladina.

-Cierra la boca, Miller.- Ruedo los ojos, al tiempo que volteo y sigo bajando las escaleras.

Jared ríe a carcajadas.- Eres tan linda cuando estas avergonzada.- Grita desde arriba, claramente divertido. Le enseño el dedo medio sin dejar de bajar, a lo que sus carcajadas aumentan.

Niego con la cabeza mientras giro hacia el pasillo, sin poder evitar que una sonrisa idiota se forme en mi rostro. Llego a la cocina y me sorprendo al encontrar a Kyle de espaldas a mí, sin remera, y preparando lo que parece ser la cena.- Tú... ¿cocinas?- Pregunto, incrédula.- Vaya, y yo que creía que eras solo una gran masa de músculos y tatuajes...- Mascullo divertida.

Made in BrooklynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora