Sami entrega

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Después de mucho sexo fallido, yo le expliqué que mi problema es que no apretaba como yo esperaba. Además, el porno que yo veía era sexo anal, muy rara vez vaginal.

Me explicó que eso no es normal, que debería poder, pero verme angustiado por no poder mantener una erección durante el sexo la llevó, en su amor de novia, a aceptar que se lo haga por atrás. No fue como lo más deseado en el mundo por Sami, aunque me dio permiso y esperaba así al menos que consigamos nuestra primera relación sexual exitosa, un orgasmo mío dentro de ella.

Estuvimos preparándonos, especialmente lubriqué su ano con un lubricante sexual que compré en la farmacia y le estuve metiendo un dedo unos minutos, ella recostada de lado. Le dije que eso era necesario para dejarla lista y que no le duela. Ya había leído mucho sobre sexo anal y lo vi también en las películas porno. Simplemente, me dediqué a seguir el guión.

Al hundírselo en el culo (mi miembro sexual, "el Chiquito"), esperaba que algo cambiara. Pero fue muy aburrido moverme adentro. Ella estaba muy caliente y me rodeaba su húmedad. Sí, era lindo meterlo, pero nada me impulsaba a moverme. Es como si estuviera perdido, jugando a algo que no entendía.

En un momento, tuve ganas de hacer pis. Me aguanté, pero se me escapó un poquito. Ni que decir que ya se me había bajado.

—¿Terminaste? —me preguntó.

—No, nada.

—Si yo sentí que ya lo habías hecho...

—No, no pasó nada.

Nos separamos un rato (para descansar) y estuvimos haciendo otras cosas, hasta que volvió a pedirme que se lo haga.

Cuando la vi desnudarse, esperando que se la meta, sentí hastío por mi deber de hombre. Y me di cuenta además que yo quería ser el que esté en su lugar, el que iba a recibir. Sentí mucha bronca por esa obligación de dar, porque se esperara eso de mí. Me rebelaba en mi interior.

Esta vez, me eché sobre la cama boca arriba. Ella estaba cansada y me lo chupó con pereza. Cuando mi Chiquito parecía algo duro, se quiso "sentar sobre mi pene", metiéndoselo por la concha, estando de frente a mí. Pero se me bajó. Lo intentó un par de veces.

En contra de lo que dicta el sentido común, yo no estaba frustrado sino contento de que no se me pare, porque en ese momento sentí que era injusto que yo debiera ponérselo a ella. Así que me reí un poco sin querer y me alegré de que ella tampoco pudiera disfrutar, ya que yo no iba a recibir. Es raro pero eso es lo que pasó. Un placer por liberarme de mi rol masculino en la cama.

Samanta hacía que no con la cabeza y no decía casi nada. Unas pocas palabras como "disculpá, disculpá" y "no sé lo que pasa" o "no sé qué hacer". Hablaba muy bajito y no le entendí. Lo que sí estuvo claro es que mi tiempo de sexo había terminado. Se vistió apurada y salió a hacer no sé qué.

BETA WHITE: Mi adicción a la BBCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora