EL EMPRESARIO Y LA PRINCESA

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CAPÍTULO 2

Cuando Bulma regresó a la casa después de que Vegeta se fuera, sus padres querían saber de qué habían estado hablando durante ese tiempo.

Sra. Brief: se puede saber que hacían ahí fuera tanto tiempo, Vegeta no habrá roto el compromiso
Bulma: no, no lo ha roto
Sr. Brief: entonces hija, porqué quería hablar contigo solas, de qué han hablado?
Bulma: de nada en concreto padre
Sra. Brief: cómo que de nada en concreto?, eso qué clase de respuesta es
Bulma: una que quiere decir que lo que hemos hablado queda entre nosotros dos y sólo nosotros dos, nadie más, y si no me crees madre... puedes preguntárselo tú a él personalmente

Después de decir eso, Bulma se marchó a su habitación a pensar en cuanto tiempo debería darle pero también como conseguir que la deje libre de esa boda, de momento iba a seguirle el juego, a salir con él al día siguiente, sobretodo porque le interesaba saber la historia de la pulsera que llevaba puesta en ese mismo instante.

Tampoco pensaba de momento decirle nada a Yamcha de lo que estaba ocurriendo, para que si... pensaba acabar con todo eso en poco tiempo.

Al día siguiente Vegeta apareció en su casa vestido con unos simples vaqueros y una camisa blanca, Bulma lo había visto bajar de su coche desde la ventana de su habitación, quería verlo llegar para estar segura de que la ropa que llevaba sería la correcta para esa cita en... no sabía donde.

La realidad era que realmente era un hombre muy atractivo, de espaldas anchas, musculado, ya que la camisa remarcaba mucho sus músculos... y entonces se dio cuenta de que no sólo era el chico de la pulsera como le había reconocido, sino también aquel hombre que vio varios años después en el club de golf, definitivamente eran la misma persona, tan solo había un peliflama y no tres.

Como no tenía intención de cruzarse con los Srs. Brief, Vegeta simplemente pidió que avisaran de su llegada a Bulma y la esperó apoyado sobre su coche, cuando ella salió... se quedó embobado de nuevo mirándola, le ocurría lo mismo cada vez que la veía, llevaba una ropa muy parecida a la suya, también llevaba unos simples vaqueros pero esta vez no llevaba una blusa rosa sino una camisa azul y una chaqueta doblada sobre su antebrazo en un tono más oscuro que el de la camisa.

Siendo un caballero, se dispuso a abrirle la puerta del coche pero ella no sé lo permitió.

Bulma: no es necesario, yo puedo sola
Vegeta: muy bien, no lo volveré a hacer si tu no quieres
Bulma: gracias

Vegeta asiente y ambos suben al coche poniendo rumbo a esa primera cita pero cada uno con distintas esperanzas respecto a ella.

Bulma: al final no me dijiste a donde me llevarías, espero ir... bien vestida
Vegeta: vas perfecta, donde vamos es prescindible la etiqueta (se rie mientras señala sus ropas)

Vegeta siguió conduciendo hasta que llegó a una preciosa pradera en las montañas desde donde había una vista espectacular de toda la ciudad, la bahía e incluso la laguna donde Bulma solía quedar con Yamcha, aunque ella no dijo nada al darse cuenta.

Bulma: este lugar es precioso, cómo lo encontraste
Vegeta: no lo encontré yo
Bulma: entonces... quién?
Vegeta: mi padre
Bulma: tú padre?
Vegeta: sí, mi padre solía venir aquí con mi madre cuando eran novios, aquí le pidió matrimonio en la primera cita
Bulma: en la primera cita?, supongo qué no aceptó
Vegeta: pues te equivocas, le dijo que sí, pero sólo tenían 16 años, lo suyo fue un flechazo, amor a primera vista
Bulma: debieron quererse mucho para algo así
Vegeta: sí, la verdad es que sí, sus ojos brillaban cuando cruzaban sus miradas
Bulma: eso es precioso, y a ti cuando te trajeron aquí
Vegeta: yo aprendí a gatear y luego a andar aquí, es donde vengo cuando quiero estar solo, tranquilo, por eso te he traído aquí para que nadie nos moleste y podamos conversar con estas maravillosas vistas de fondo
Bulma: la verdad es que son preciosas, gracias por enseñarme este sitio tan bello
Vegeta: ya te dije que te llevaría a un sitio especial, yo nunca miento, ya lo comprobarás y ahora... espera un momento, voy al coche a por una manta para poder sentarnos en el suelo

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