Luego de varios minutos explorando la enorme casa de Aaron, nos detuvimos un rato. Me senté en el desayunador de la cocina, mientras Aaron me observaba de frente.
— ¡Qué hermosa eres!
— Te deseo... — solté.
— Eres una niña, no te ilusiones.
— Ya veo por qué no me has hecho tuya — dije mientras me acomodaba de manera sexy — Ahora entiendo todo.
— Cielos... Irina, podrías dejar de intentar seducirme.
— Si lo notaste es porque lo estoy haciendo bien, ¿no? — dije con voz pícara.
Aaron hizo uno de los gestos más sexys que puede hacer un hombre; desajustó su corbata y apretó la mandíbula mientras trataba de esquivar la mirada.
Me dejé llevar y empecé a desnudarme. Primero, me desaté el cabello, luego continué deshaciéndome de aquel top básico.
— Mis pechos lo vuelven loco.
Se acercó como un bebé que necesitaba ser amamantado y empezó a succionar mis pezones.
No sé qué sea esto que pasa entre nosotros, pero sí sé que no quiero que acabe.
— ¿Quieres hacerlo? — dijo mirándome con seriedad.
— Sí, sí quiero — respondí.
— Así será, pero no hoy.
Seguimos besándonos con intensidad, pero en un punto no me contuve y pregunté:
— ¿Por qué no hoy?
— Porque tu primera vez debe ser especial — dijo plantando un beso en mi frente y dando pasos atrás.
Me bajé de donde estaba subida.
— Vamos a comer algo.
— Quiero pizza — hablé.
Salimos de allí y nos dirigimos a una pizzería, platicamos mucho y después fuimos a casa. Le conté a Aaron que el mes que viene entro a la universidad. Pero cuando preguntó qué estudiaría, me quedé en blanco porque no sabía si debía decirle en ese momento.
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Mi cumpleaños por fin llegó. Me levanté a las 6 de la mañana y me puse a ver mi ordenador y el celular a la vez, ya que estaba respondiendo las felicitaciones.
Todos en casa aún permanecían dormidos, ya que era sábado y el trabajo era un poco más tarde. Aproveché la oportunidad y me fui a duchar antes de que mamá entrara a mi habitación a felicitarme por mi cumpleaños.
Me metí a duchar, puse el agua a una buena temperatura, me hice la depilación y me bañé con mis productos favoritos. Sentí como la puerta se abrió y me asomé desde el cristal de la bañera.
— ¿Me puedo bañar aquí?
Con una mirada pícara, asentí. Aaron se desnudó completamente ante mí y luego entró a la ducha. Nos besamos, entre otras cosas.
— Espero que estés lista a las 10 pm — agregó.
— ¿Y eso? — pregunté.
— Te tengo un regalo, y no te preocupes, ya hablé con la señora Iris y le dije que te llevaría a salir por tu cumpleaños — explicó.
— Vale...
Seguimos disfrutando en la ducha hasta que...
— ¡Cumpleaños feliz! ¡Cumpleaños feliz!
— Irina, hermanita, ¿dónde estás?
Los nervios entre Aaron y yo incrementaron. Me acerqué rápido a la puerta del baño y puse seguro. Le hice señas a Aaron para que no vaya a decir nada.
Pov: Aaron
Cuando entraron a la habitación, me puse nervioso. No quería que la señora Iris, que es como una madre para mí, piense que me aprovecho de su hija.
Me acerqué a Irina, quien aún estaba pegada a la puerta del baño.
— Te quedarás aquí mientras yo voy con ellas — ordenó Irina.
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— ¡Feliz cumpleaños, mi niña hermosa! ... Ya tienes 20 años. No sabes lo feliz que me siento de tenerte como hija — dijo mamá mientras me tenía en sus brazos.
— Felicidades, hermana. Mira, te traje esto — para que siempre recuerdes a papá.
Me dio nostalgia ver aquel retrato decorado con un lazo, una foto familiar con mi papá aún vivo.
...
— Hoy saldré temprano de la fundación. Iremos a comer a un lugar que te encantará... Aaron no podrá venir con nosotras, pero me dijo que en la noche te llevaría a cenar para compensarlo.
— Gracias, ma.
Las despedí y salieron de la habitación.
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— Eso estuvo cerca — dije mientras besaba a Aaron.
Aaron se fue a su habitación para vestirse e irse a la empresa. Salió con cuidado para que las muchachas del servicio no lo vean.
Cuando entró a su habitación, se activó mi modo travieso. Aún envuelta en una toalla, fui hasta su habitación. Él no me notó de inmediato porque estaba en su closet. Cerré la puerta con seguro y me desnudé.
— Irina, eres una niña muy traviesa — dijo inmediatamente me vio.
— ¿No crees que deberías castigarme?
Miraba el perfecto cuerpo de Aaron y me perdía. Estaba demasiado rico... su abdomen, sus bíceps, su cabello mojado... todo de él me volvía loca.
Aaron se acercó a mí y empezó a besarme por todas partes... mordía mi boca... tiraba de mi cabello. Me agaché y bajé sus pantalones.
— ¿Qué haces, niña? — preguntó con voz ronca.
— Solo disfruta.
Sostuve su grande miembro en mis manos... lo metí en mi boca y comencé a chupar y lamer.
Miré hacia arriba y vi la cara de satisfacción de Aaron, y eso era muy placentero.
Todo su miembro se lubricaba con mi saliva, seguí en esas hasta que terminó en mi cara.