Extra: La bicicleta

126 18 5
                                    

Dongmin tenía cuatro meses de embarazo y un bonito vientre hinchado, cuando recordó algo que Taeyong le dijo muchas semanas atrás.

Su hijo mayor estaba terminando de hacer sus tareas en el instante en que tocó la puerta, y Taeyong levantó la vista de su cuaderno, sonriendo al ver a su mamá bajo el marco de ésta, luciendo tan bonito con ese vientre abultado.

—¿Pasa algo, mamá?— preguntó, olisqueando las feromonas maternas.

—¿Estás muy ocupado?— contestó Dongmin, entrando para sentarse en la cama.

—No, ¿quieres hacer algo? — dijo Taeyong, su tono volviéndose alegre porque llevaba mucho sin algo de tiempo con su mamá. Entre estar con Doyoung y Youngho, y que su papá solía robarse a Dongmin...

No había que malinterpretarlo, tampoco: Taeyong estaba muy feliz de que sus padres pudieran recuperar todo ese tiempo perdido, y Dongmin se preocupaba un montón de él también. Los primeros días, mamá iba a dejarle y buscarle al colegio en el auto, esperándolo fuera y llamando por él como si tuviera cinco años, casi queriendo que Taeyong corriera a sus brazos. En esos instantes sentía sus mejillas coloreadas de rojo por la vergüenza, pero decidía no decirle nada porque no quería herir sus sentimientos, comprendiendo que era su instinto natural en ese instante.

Sólo que, las últimas semanas, fueron un poco ajetreadas para todos ellos, pues Dongmin tuvo que ir a hacerse exámenes a la clínica, Doyoung estuvo en celo, Moonbin debió cumplir con turnos de noche en el hospital... Sus tiempos con mamá se acortaron mucho.

—¡Mira lo que compré!— saltó Dongmin, tomándole la mano, y Taeyong se dejó llevar por el adulto, preocupado de que no se esforzara demasiado por los meses en cinta que tenía. Sólo tenía cuatro meses, pero llevar tres bebés... Taeyong no sabía cómo lo hacía.

Dongmin salió de casa y Taeyong no tenía idea qué quería mostrarle mamá, menos cuando se dirigió al garaje.

Contempló, atónito, la bicicleta que tenía una cinta encima.

—¡TA-DA!— gritó Dongmin con entusiasmo.

—¿Una bicicleta?— balbuceó Taeyong, sorprendido todavía.

—¡Sí!— su mamá parecía a punto de saltar, entusiasmado — ¿No recuerdas que me dijiste que debía enseñarte a andar en bicicleta? — continuó Dongmin — ¡Lo recordé durante la semana! Entonces pensé que podríamos aprovechar que...— el tono del mayor se fue apagando al notar el rostro en blanco de Taeyong — No te gustó — afirmó de pronto, tímido.

—¿Qué? — Taeyong se sobresaltó-. No mamá, no pasa…

—Sólo pensé que... Oh, supongo que ya no quieres aprender a andar en bici — prosiguió Dongmin, su rostro avergonzado, pareciendo encogerse un poco —, ya estás grande y esto no es tan útil, ¿cierto?

—¡No, de verdad que quiero! — barboteó Taeyong, entrando en pánico porque no deseaba que él se sintiera mal —. Quedé sorprendido, no es nada más. No lo esperaba, mamá — dio unos pasos y lo abrazó, olisqueando su cuello, contento con el olor materno —. Gracias, mami, eres el mejor.

—Mañana la probamos, ¿vale? — respondió Dongmin, feliz.

A la hora de la cena, Taeyong aprovechó que mamá estaba en la cocina preparando la cena, para atajar a Moonbin luego de llegar del trabajo. Su papá le miró con extrañeza cuando le hizo unos gestos para hablar en voz baja.

—Necesito pedirte un favor — dijo Taeyong, un poco urgido.

—Depende — respondió Moonbin.

Taeyong refunfuñó.

YUANFEN » ᵇⁱⁿʷᵒᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora