«Donde el tío de Felix sale de la cárcel»
Lee Felix es un chico dulce, criado con todo el amor del mundo por su madre soltera, Jieun. Vive en una modesta casa en un lindo vecindario, tiene calificaciones impecables, amigos que le adoran y una mesada...
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"Hum, sí. Fue duro. Ya sabes, Jieun. La vida en prisión... es algo que jamás creí llegar a experimentar. Sé que tengo algo oscuro en mi interior, por culpa de mis padres biológicos y su crianza asquerosa en las calles. Fui estúpido e inmaduro, no puedo creer que desperdicié gran parte de mi juventud tras las rejas por un momento de debilidad por algo tan... tan patético como las drogas. Como sea, tuve bastante tiempo para reflexionar, y cambié. Te lo juro, hermanita. Quiero ser un mejor hombre, una buena persona. Me porté bien e incluso salí un par de meses antes por buena conducta. ¿Podrías, por favor, darme otra oportunidad?"
Felix observó con el corazón apretado y un par de lágrimas en sus bonitos ojos cómo su mamá se largaba a llorar y abrazaba a Chan, murmurándole que confiaba en él y que ahora tendría una oportunidad para hacer todo de nuevo, para mejorar.
La emotiva escena de los hermanos duró un buen de minutos. Chan rodeaba la delgada espalda de su hermana mayor y escondía su rostro en su cuello, pareciendo realmente necesitado de aquel gesto de cariño. Jieun acariciaba sus cabellos y sobaba su espalda de a rato. Felix aprovechó la instancia para levantarse de la mesa y huir a la cocina, con tal de darles su espacio. Mientras, sirvió el postre en los delicados platos de porcelana con detalles de flores que su mamá cuidaba con el alma.
Cuando volvió al comedor, ambos hermanos conversaban con tranquilidad, bastante más calmados. De la cena no quedó nada, pues Chan traía un apetito que enterneció a Jieun y que sorprendió a Felix.
¿Desde hace cuánto que no comía algo casero? Sintió tristeza, en parte. Su tío no era mucho más mayor que él, y parecía haber tenido una vida muy difícil. Lograba entender lo paciente y cariñosa que era su mamá con él.
Una vez estaban los tres degustando el postre, Jieun se notaba orgullosa de las habilidades culinarias de su bebé.
─¿A que está delicioso, Chan? Felix es muy talentoso en la repostería. ─Presumió, tomando un gran bocado y masticando con gusto.
Felix sonrió, avergonzado. En su pecho una sensación cálida por lo amorosa que era su mamá. Sin embargo, ese sentimiento no duró mucho.
No cuando Chan, aún sin probar el postre, tenía sus oscuros ojos clavados en su persona, y murmuró:
─Vaya que está delicioso...
Jieun no le prestó atención, sin notar nada extraño. Pero Felix no pudo evitar sentir cómo la inquietud estalló en su estómago.
Le confundía mucho. Su hyung era muy raro.
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