•The other side of the world•

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-Quita mi nombre de tu boca-

Una noche más con el insomnio azotando en las sabanas, mi cuerpo completamente destapado miraba el techo buscando un poco de consolación. Podía escuchar y sentir como mi respiración subía y bajaba.

Una extraña sensación de incomodidad me inundaba cada que trataba de cerrar los ojos. Los pensamientos salían a flote cada que las luces se apagaban. ¿Calor, frío, hambre, sueño? No podía aún descifrar que era lo que mi cuerpo me pedía.

Me rendí y me levante de la cama para dirigirme hacia la cocina y tomar algo frío. Al abrir el refrigerador la brisa fría me hizo detenerme un segundo antes de tomar el vaso con agua. ¿Que está sucediendo?

Bebí hasta la última gota de aquel vaso como si no hubiera tomado agua en mucho tiempo. Tome mi teléfono y volví al chat que tenía con Tallis. Habían pasado al menos dos semanas sin saber de ella. Quería buscarla de nuevo, quería saber de ella, quería pedirle disculpas y correr para explicarle la razón de mis sentimiento. Del otro lado del mundo no me daba miedo expresar lo que sentía ¿Estoy mintiendo no es así?

El miedo de pasar y regresar a lo que antes sucedió no era algo que quería de nuevo. Mi mente no podía huir más, el cansancio y desgaste sobre mi me iban a matar. Observe de nuevo la hora. Ya eran las 3 de la madrugada. La hora perfecta para que los demonios salgan y caminen entre el mundo.

Un estruendo se escuchó fuera de la ventana y pequeñas gotas comenzaron a aparecerse en la ventana. De pronto un aire frío se coló por la ventana que estaba entre abierta. Al acercarme para cerrarla con curiosidad me asomé para ver las afueras de la ciudad. Podía ver algunas luces de los departamentos encendidas. Tal vez al igual que yo tengan algo que nos asecha.

(¿Que estoy haciendo con mi vida?) pensé mientras hundía la mirada al paisaje completamente callado y solitario. (¿Debería salir por ella?) Un pensamiento intrusivo cruzo por mi frente. Una mala idea, era un impulso, una mala decisión. Ahora ese pensamiento se quedó clavado entre mi paladar.

Rasque mis ojos secos por la falta de sueño. (¿Podré ir?) (Se como llegar a su departamento) (Ni si quiera te va abrir Paulina) (¿Que estupideces estoy pensando?) dentro de mi cabeza era un caos. Traté de analizar la situación e ir lentamente. Si de verdad quería hacer algo debía actuar prudentemente.

Cerré la ventana finalmente con mi mente dando vueltas sin cesar. Añorando un minuto más con su presencia. En pocas semanas había logrado capturar mi atención. ¿Qué probabilidades había que una chica en una tienda de Vinilos pudiera hacerme capaz de viajar hasta el otro lado de Francia? Sin duda algo había que no me dejaba tranquila.

Al amanecer tome el café ya hecho de la cafetera y me dirigí hacia el pequeño empleo que me ofrecieron, solo iba a ser algunas horas y después podría volver a casa. O quizás no.

Me adentre en mi oficina, la vista que daba la ventana era espectacular. Podía ver los pájaros cantando, a los vendedores alistándose para la mañana, a la gente pasar y a las familias saliendo a dejar a sus hijos a las escuelas. Pequeños infantes sujetando de la mano de sus padres, de sus madres. Siendo felices.

Me detuve un segundo a observar cada detalle que se asomaba por la ventana. Millones de historias contadas y millones de historias pasando por ese pequeño hueco. Destape mi termo y olí el café antes de probarlo, el aroma me embriago lo suficiente para terminar de despertar. Una llamada entrante interrumpió mis pensamientos mañaneros. Deje aún lado mi termo para sentarme en la silla de oficina. Tome el teléfono y conteste de inmediato.

—Vous parlez à Paulina Villareal, de quoi avez-vous besoin? (Estás hablando con Paulina Villareal, ¿qué necesita?) — Un gran suspiro se escuchó del otro lado de la línea — Salut? (¿Hola?) — y de nuevo un gran suspiro, pero esta vez era un sollozo o eso era mi imaginación. Después de algunos segundos finalmente contestó

—¿Pelirroja?— Un escalofrío recorrió mi espalda, mi pecho comenzó a sentir presión y la boca del estomago comenzó a arder. Me levante de golpe de la silla. Una furia incontrolable amenazo con destruir aquella voz. Como si pudiera atravesar el teléfono y darle un golpe en la cara.

—¿Quien te dio mi maldito número?

—Quiero hablar contigo

—No me vengas con esas mierdas ahora, por mi vete al infierno — escupí maldiciéndo al mundo entero por haber escuchado su voz, antes de colgar hubo un grito desesperado por atención.

—¡No!, por favor... escúchame — Mi mandíbula se apretó.

—¿Que carajos necesitas, Lilian?¿Que tengo que escuchar de ti? — Incluso al decir aquel nombre sentía repulsión.

— Saber... de ti

—Ya escuchaste mi voz, ahora vete al
Carajo — Su simple recuerdo mataba cada parte de mi. Como un demonio que nunca se iba.

— Te fuiste...

—¿Que esperabas? ¿Flores?

— Esperaba poder disculparme contigo — Mi cuello comenzó a sentirse caliente del enojo.

— ¡Oh! ¡¿En serio?! ¿Disculparte por qué exactamente?

—Por... por todo — Respire hondo para no perder los estribos y hacer más escándalo en el lugar.

—Regrésale el dinero a mis padres que utilice para los preparativos y desaparecete de nuevo Lilian— Dije, esta vez más calmada.

—Lo siento ¿Esta bien? No debí huir, pensé las cosas. Quiero tenerte en mi vida para siempre — Esas palabras fueron más que suficiente para romper en llanto. Necesitaba esas palabras antes, no ahora. Y siguió hablando —¿A donde fuiste? Iré por ti, por favor — Un gran suspiro salió de mi boca. Las lágrimas de mi rostro desaparecían en mi boca o en mi cuello. Yo no merecía llorar más con su presencia. Ya no más.

— Lilian... La boda fue hace meses, llegaste tarde, Demasiado tarde — Colgué el teléfono con brusquedad y las lágrimas salieron sin cesar. Estaba inmóvil mirando el escritorio. Yacían ahí fotos de mis hermanas y de algunos pequeños jugando conmigo. Me derrumbe de nuevo, necesitaba a mi familia más que nunca.

Tome mis cosas desesperadamente y salí de la oficina, dejando todo echo un desastre. A lo lejos escuché a alguien llamándome, pero hice caso omiso (Señorita Villarreal, la junta va a comenzar). No analice las palabras de la chica. Solamente grite un "Hoy no" antes de salir por la puerta principal y subir a mi auto para dirigirme al bosque que tanto recorría en mis sueños. Aquel bosque donde solo había visitado a una extraña, distante, pero cercana.

Mire el camino echa un mar de llanto y acelere. No tenía idea a donde ir, pero mi mente necesitaba acabar con los demonios de una vez por todas. ¡¿Que es lo que estaba pensando?!, me dejó plantada, a mi. En su propia ceremonia. ¿Realmente estaba cuerda? Jure que si sabía de ella de nuevo la golpearía en la cara. Justo ahora estaba tan enojada.

Baje la ventana del auto. Mientras el aire se mezclaba en el interior y mis fosas nasales se abrían, un nudo en la garganta se posicionó. Así que grite, grite lo más alto que pude. Un grito de desesperación, enojo y violento. Y llanto después de eso, mucho llanto.

Quería derrumbarme, pero no tenía a nadie, del otro lado del mundo no había nadie con quien ir, no podía entrar en la madrugada a alguna habitación de mis hermanas a buscar consuelo, no estaban los abrazos cálidos de mis padres... no tenía a nadie. Excepto a

Tallis. Limpie mis lagrimas con los ojos abiertos, no quería verme al espejo, seguramente me veía terrible. Frene el auto y mire hacia atrás en el camino. Y sin esperar di la vuelta al volante.

Su casa. Quedaba a media milla.

Si, le pediría disculpas por comportarme tan inmadura, no quería convertirme en Lilian. No más. Yo no huiré como ella.

Estacione el auto frente al árbol de su departamento y mire detenidamente su ventana. Estaba abierta... rece para que se encontrara en casa.

Tome valor y baje del auto, sin ver como me encontraba. Si me veía mal no me importaba. Toque la puerta y espere algunos segundos y después de eso la puerta comenzó a abrirse lentamente.

—¿Paulina?






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Plead for me Paulina Villareal (The warning)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora