•Meet you•

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•Ya no te lo niegues•

—Digamos que... tengo planes — Dije mirando directamente a Tallis que estaba del otro lado de la cocina preparando la cena. Dejo de revolver un momento la olla y me miro intrigada.

—¿Ah si? ¿Cuando pensabas decírmelo? — Puso su mano entre su cadera mientras se recargaba.

—Pues, Justo ahora — Solté una carcajada la cual Tallis siguió.

Después de aquel día: alguien tocaba mi puerta después de las 8 de la noche y traía comida o simplemente pasaba como si de su departamento se tratace. Siempre entraba y dejaba sus llaves colgadas encima de las mías y su abrigo simplemente lo ponía arriba de la mesa. Era molesto al principio. Ver cómo acomodaba y desacomodaba mi espacio, mi lugar, pero al pasar de los meses me acostumbre a su presencia.

Comencé a comprar más comida, conseguí un perchero y coloqué otro juego para colgar las llaves y de vez en cuando me paseaba en el área de vinos pensando en cuál llevarle, ya que se acaba los míos o simplemente se los robaba para si misma. Era extraño ver cómo poco a poco se adentraba a mi vida y yo jamás la detuve. Nunca había intentado besarme después de nuestra primera cita. Evitaba a toda costa acercarse o coquetearme de esa manera, pero era evidente sus sonrojos cada que me recostaba a su lado mientras veíamos televisión o cuando me acercaba a su lado para oler la cena que preparaba. Su nerviosismo cuando teníamos algún roce era divertido. Miraba a todos lados menos mi rostro. De vez en cuando le contaba mi día en la oficina y las juntas creativas acerca de los nuevos talentos que se acercaban a la disquera mientras que ella pasaba sus ojos escaneando mi rostro, mordía su labio sutilmente o trataba de disimular tomando un trago de su copa de vino.

Algunas ocaciones la encontraba escribiendo a altas horas de la madrugada. Jamás me decía que escribía realmente, pero supuse que su pasatiempo era escribir poemas o alguna historia.

Después del quinto mes con la misma rutina le pedí que fuera mi compañera de departamento le cayó de sorpresa porque esa noche tenía trabajo hasta tarde y no iba a verla hasta dentro de dos días.

—¿Que? ¿De qué hablas? — Tallis se detuvo frente a la puerta soltándola.

—Ya lo dije, tengo una habitación libre. Puede ser tuya si tú quisieras — Saque una llave de mi bolsillo y se la mostré.

—Espero que digas que si porque ya te saque un juego de llaves — Sacudí la llave en el aire y su expresión era de horror y al mismo tiempo alegría.

—Pue... pues yo, yo no sé qué decir — Sus palabras se atrancaron en su garganta.

—Un gracias y un te veo el fin de semana es más que suficiente — Sonreí bobamente al ver su mirada fija en su mano donde tenía la llave.

—Piénsalo y ya vete, se te hace tarde, Tallis — Tallis sin decir alguna palabra comenzó a dar pasos lentos hacia atrás.

—Eh si, si yo, ya tengo. Si eso — Salió disparada hacia las escaleras que daban al elevador y así fue. No la vi y no supe de ella hasta dentro de dos días. Esa noche al rededor de las 8 de la noche toco la puerta como siempre lo hacía. Dando 3 golpes y otros dos extras solo porque decía que el 5 era su número favorito. Al abrir la puerta ahí estaba con algunas flores y la cena. Descubrió cuáles eran mis flores favoritas después de que Dany y su familia me mandaron algunas por mi cumpleaños y desde ese día traía un ramo cada fin de semana o dos.

—¿Por qué tocas? Tienes llaves, Tallis

—Lo sé, lo siento. Solo que no sentí correcto usarlas aún — Me causaba gracia como se sonrojaba y se escondía detrás del ramo de flores evitando mi mirada.

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⏰ Última actualización: Apr 28 ⏰

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Plead for me Paulina Villareal (The warning)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora