Cambios

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—Ay Marce —se quejó Patricia—. Préstame tu carro Marce, no seas mala que eso de caminar hasta mi casa es mucho y no quiero esperar hasta que termines de trabajar. Tu tienes plata para el taxi y...

Patricia seguía con su drama diario de como no tenía dinero para irse a su casa, de nuevo. Marcela, por su parte, estaba leyendo unos documentos que necesitarán para la Junta de mañana, debía dejar todo listo y que Roberto no encontrara algún error. Tendría todo preparado para antes de las ocho de la noche, claro, eso sí Patricia la dejaba terminar.

—Marce, no seas mala con tu amiga, mira que yo siempre te he apoyado con todo lo de Armando y me he limpiado tus lágrimas, ninguna persona es capaz de hacer eso.

—Por Dios Patricia —exclamó ya exasperada—. Toma este dinero y vete en taxi, tus quejidos no me dejan concentrarme. El auto no te lo voy a dejar porque recién en la mañana le pedí a Freddy que le llenara el tanque y estoy segura que mañana cuando vinieras, por alguna extraña razón ya estaría sin gasolina.

La falsa rubia la miró indignada ante el comentario de su amiga, pero al ver que eran dos grandes billetes aceptó sin más. Ya tendría para comprarse algo de pancito y quesito para cenar, pero eso, nadie lo sabría.

—Si fuera mala, te diría que me ofendes, pero no es así. Muchas gracias Marce, te lo regreso a final de mes —dijo, mientras salía de la oficina muy feliz.

Marcela pone sus ojos en blanco, porque era consciente que eso nunca pasaría. Si se pusiera a sacar cuentas de todo lo que le debía, muy bien podría volverse a inscribir en la San Marino y terminar sus estudios.

«Dios, debo controlar el dinero que le presto», pensó.

Intentó seguir revisando los documentos, pero simplemente no pudo continuar, su mente había perdido el enfoque y al Patricia mencionar aquel evento, su cabeza simplemente la trajo de vuelta.

Siempre aparecía en su cabeza cuando menos lo necesitaba, como una constante activa de lo estúpida que podía llegar a ser cuando se lo proponía. Se recostó en su asiento, a la vez que jugaba con el bolígrafo, dando ligeros golpes con la punta en el papel. Aún tenía vivo en sus pensamientos ese fatídico día donde todo lo que creía conocer se vino abajo.

Lo peor de todo es que aún no habían logrado recuperar a Ecomoda por completo, Terramoda seguía soportando los gastos y la única que podía ayudarlos era Beatriz...

Beatriz.

Aún no estaba segura de cómo estaba su situación con ella, tenía muchas ideas confusas que el tiempo solo ha logrado complicarlas más y ni mencionar el desastre que fue su separación con Armando. Este casi le faltó arrastrarse por toda Ecomoda para que no lo dejara, pero Marcela sabía que él no la amaba de la misma manera, solamente sería una suplente a lo que realmente significaba Beatriz en su corazón y ella no permitiría ser una segunda opción.

No de nuevo

Lastimosamente, aún debía seguir teniendo contacto con Armando, no porque quisiera, sino porque se lo debía a Roberto, Margarita y la empresa. Aunque para el primogénito de los Mendoza, le fuese difícil de entender que no serían nuevamente pareja.

Más de ocho meses habían pasado desde la partida de Betty a quién sabe dónde, dejando todo hecho un caos y desapareciendo del radar como si nada hubiese pasado. El cuartel no sabía su paradero, según escuchó de Patricia, Beatriz nunca le ha dicho su ubicación, más, siempre estaba en contacto. Nicolás, quien sí lo sabía, evitaba dar todo tipo de información por más que su amiga intentó sacarla a base de sus "seducciones".

Y ahora, estaba a tan solo horas de volverla a ver.

Quizás por eso no quería ir a su apartamento, encerrarse en esas cuatro paredes de pensamientos sobre lo que debió o no hacer. Seguía manteniendo la ventana cerrada para evitar que la brisa refrescante que lo que significaba Beatriz Pinzón Solano entrara y volviera un caos su casa. No quería que su cordura y razón se vieran asaltadas.

Diabla [Marcetty Fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora