Condenada

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El reloj marcaba las siete y cincuenta minutos de la noche cuando llegó a la casa. Sentía en su interior una ansiedad increíble recorrer su cuerpo y no encontraba la manera de detenerla, no después de escuchar como el cuartel, más específicamente Sofía y Bertha, le decían sobre como Don Armando y Marcela se reunirían en un bar y todo porque escucharon a la gerente decirle aquello a Mariana.

Sentía su sangre hervir y eso lo odiaba. La odiaba.

Sus padres notaron el mal humor que traía, lo cual les sorprendía ya que Betty no es mucho de mostrarse molesta, mucho menos estrellar la puerta de su habitación y escuchar quejas viniendo de esta. Incluso Nicolás, notó los murmullos de su amiga en el cuarto y sus "tíos", solamente se encogieron de hombros ante esto.

No lo pensó más y decidió dar frente a la leona sin dientes que había en el cuarto, debía descubrir qué era lo que le estaba molestando, aunque ya tenía una idea de quien podría ser la causante de aquella rabieta.

—Me dice que me quiere cortejar y se va con él, lo cual no tiene un maldito sentido y lo peor es que no puedo hacer nada porque no quiero descubrir la realidad y quedar nuevamente lastimada, no debería ni siquiera estar sorprendida de que me engañara, ya lo sabía yo —se quejaba Betty mientras caminaba de un lado al otro del cuarto—. Juro que cuando la vea le diré todas sus verdades porque no es justo que me haga esto a mi. ¡A MI!

—¿Ya terminó?

—¡Dios, Nicolás! —soltó asustada—. ¿Podría al menos intentar no aparecer de la nada?

—Yo no soy el que está murmurando sin sentidos a la nada, completamente desconectada del mundo real.

—¿Qué quiere?

—Saber lo que le aqueja, o quien la aqueja.

Betty se le quedó observando unos momentos, la lucha interna que tenía entre casi aceptarlo con Marcela a aceptarlo frente a su mejor amigo, era muy diferente. Las manos le temblaban, hace solo unas semanas le dijo que no la había perdonado, y allí estaba, casi a punto de haberse metido en su cama y celándola. Nicolas se reiría en su cara.

—Entonces, supongo que ese silencio significa que ya cortó con las tijeras... ¿O aún las está afilando? —interrumpió Nicolas el caos mental de Betty, para luego soltarse a reír.

—¡Nicolás! —se queja—. ¡Recuerde que estamos en mi casa! Aun no se ni como explicarle a usted, como para tener que pensar en mis padres.

—Disculpe Betty, pero es que tenía esa frase hace meses en mi cabeza y necesitaba decirla o explotaría. No todos los días a tu mejor amiga le terminan gustando las superficies sólidas —sigue riendo—. Ni que cambiara su profesión a DJ con experiencia baja en tortillería, pero no de las que tiene Doña Paula, de esas a las que le gusta ser azo...

—¿Va a seguir? —interrumpió Betty, mientras se sentaba en la cama soltando un largo suspiro—. Entendí su punto.

—Al menos ya se relajó. Se encontraba muy alterada y al paso que iba, sería usted la que terminaría revelando todo —Nicolás sabía que el momento de las bromas terminó y que ella necesitaba a su amigo—. Ahora dígame, ¿Qué le sucede?

—No entiendo, mi plan era no acercarme a ella, a ninguno, solo cumpliría con los meses y me iría de sus vidas. En mi mente nunca creí que algo con ella se volvería a dar, seamos realistas, ella pertenece a otro estrato social y yo soy nadie —Betty recuesta su cabeza sobre el hombro de su amigo—. Al inicio se centró en hacerme enojar por lo que fuera, luego aparecía de la nada para crear conflicto, y sacaba ese lado extraño donde no dejaba que Armando se acercara, parecía un perro guardián —suelta una ligera sonrisa—. Tanta era la insistencia, tanta era la necedad, su capricho, que fue abriendo las barreras que había creado. No quería escuchar de nuevo esas frases hirientes y ahora las reemplazó con palabras tan románticas que me han robado suspiros... ¿Puede una persona estar enojada un momento y de la nada decirte que su corazón te pertenece y que le des la oportunidad de cortejarte?

Diabla [Marcetty Fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora