Mi Corazón...

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Torció la boca al ver la manera coqueta en la que Aura María hablaba con el de informática, este había subido a Presidencia para instalar unos programas en la computadora de la mujer. Odiaba las confianzas con las que esa mujer hablaba con todos los hombres que llegaban al piso, era ridículo y denigrante.

Claro, no es que Patricia fuera alguien libre de pecados, pero la osadía de esa mujer se estaba superando y odiaba que la dejaran hacer lo que quiera.

«Maldito Nepotismo», murmuró.

Todos sabemos que Nepotismo no era la palabra correcta, pero no se podía discutir contra sus seis meses en la San Marino.

—Ay ya niña. Que necedad la de usted, ¿No? —se quejó Patricia—. ¿Tan necesitada de hombre anda que cualquier cosa es capaz de llevarse a la cama?

—Mire, usted cállese y busque un oficio —exclamó molesta Aura María. No era la primera vez que la peliteñida salía con algunos comentarios hacia su forma de coquetear con chicos.

Claramente ella no se acostaría con ninguno de ellos, simplemente estaba en ella actuar así. No lo hacía con alguna mala intención, era su personalidad y le ha costado corregirlo. Lo que si le molestaba, era que fuese precisamente Patricia quien la criticara, cuando ella era hasta peor.

—En vez de estar fisgoneando lo que hago, debería preocuparse por su jefecita. Ya hoy, son dos días que no aparece a trabajar y a usted solo la veo pintarse las uñas —continuó Aura, mientras que Patricia, ahora si comenzaba a preocuparse.

—¿Podría anunciarme con la suya? —preguntó la rubia.

—¿Cómo para qué?

—Eso a usted no le importa —se quejó Patricia, cruzada de brazos.

Aura María no respondió nada a la defensiva de la peliteñida, ya que pudo ver la intranquilidad en su rostro, cosa que le sorprendió, no muy seguido ves a la interesada mujer preocuparse por otra persona que no sea ella misma.

Por su parte, Patricia, había estado llamando desde el día anterior y Marcela solo no respondía el celular, ni el teléfono fijo. Al inició pensó que estaría revisando el embarque de los textiles, como suele hacerlo en los días que se pierde, pero en la mañana, siempre le dejaba un mensaje con los datos para el informe, pero ese mensaje nunca apareció... Fue allí cuando sus alarmas se encendieron. Eso no era normal, ella no faltaba por más de un día sin notificarlo y ya le preocupaba.

Aura María le aviso que Betty la recibiría, así que sin pensarlo mucho entró a Presidencia, donde la mujer a cargo se encontraba con sus respectivos lentes y ese mechón de cabello que Marcela le había hablado tanto... porque si, Patricia es consciente de los sentimientos de su amiga y del drama que las rodea.

Hay días donde le gustaría eliminar esa información de su subconsciente por lo retorcido que se escuchaba, lo malo, es que el chisme le podía más y era difícil borrar una bomba como esa. Eso sin mencionar que había encontrado entretenido ese dime que te diré de ambas.

—¿Qué necesita Patricia? —interrumpe Betty el hilo de pensamientos que llevaba.

—Bueno, como verá, me gustaría pedirle permiso para la tarde —solicitar aquello le pegó directo al hígado. Aún no se acostumbraba a tener que tratarla con respeto.

—¿Por qué circunstancia o razón usted cree que merece salir antes que los demás, Patricia? —preguntó Betty, ahora levantando la mirada de los papeles que estaba leyendo.

Vio el nerviosismo en la asistente, como si pedir aquello le costara más que respirar, cosa que le causó gracia, porque Patricia era de las pocas que aún se negaban o le costaba a su orgullo aceptarla como Presidenta. Estaba segura que poco le faltaba para decirle "Garfio".

Diabla [Marcetty Fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora