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Siempre, o al menos la mayor parte de mi vida, he recibido los mismos comentarios, de tanto desconocidos como familiares lejanos o cercanos.
"Que hermoso es"
"Es un chico muy bonito, debe traer locas a las chicas"
"Dios lo bendiga, que hombrecito tan educado y caballeroso"
Ja…no tienen ni la más mínima idea de como soy. Ese niño bueno, cariñoso, amable, hetero, atractivo y supuestamente un Don Juan, no es lo que parece. Primero que nada, odio las reuniones familiares y las fiestas tanto grandes como pequeñas, no soy para nada caballeroso, por lo menos un poco, pero mi alma es algo egoísta he de admitir.
¿Mujeres? No me importan, los chicos somos más guapos y siendo sincero, tampoco es que tenga una manada de adolescentes hormonales detrás de mi cada que entro al colegio.
La adolescencia sinceramente es una puta mierda, los amores adolescentes, cambios físicos, los estudios, "amigos", ganas de tirarte de un puente y en mi caso, el terror inmenso de decepcionar a la unica figura paterna que me queda, mi madre. A veces solo quisiera…desaparecer por unos instantes, o saber lo que las personas piensan, estaría bien, a veces la verdad duele pero, hay que aceptarla, así no tendría tantos hipócritas en mi vida.
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Agosto diez, creo. Hoy comenzaba el nuevo curso escolar, pero yo no entraría ese mismo día, si no que el día siguiente, once, ya que a mi madre no le dio mucha importancia creyendo que tardaría muy poco la matrícula, si claro. Retornar a una vieja escuela no es tan malo, puedes encontrar a viejos amigos y hacer nuevos, además de que sabes cómo funciona el horario y donde se encuentran algunas clases o lugares del colegio.
Aquel día por la mañana, todos (incluso los que solo escucharon sobre mi pero nunca me conocieron) me saludaron y recibieron bien, era principio de curso, la mayoría de veces es la mejor etapa del año escolar. Mis clases eran algo confusas al principio, solo tenía dos de las que tenía el año pasado, matemáticas y arte, con los mismos profesores obviamente, de ahí en más, ni idea de dónde quedaba el salón de cívica.
Algunos de mis amigos me ayudaron inconscientemente, les pregunté a que clase iban y pues, casualmente uno iba a mi clase y los seguí, donde encontré a más de mis antiguas amistades que ni recordaba.
Quería enfocarme en mis estudios, salir adelante este año y no tener una mala nota en arte como la última vez, que iluso, siempre alguien debe cagar mis expectativas. Mis mejores notas siempre fueron en lenguaje, y justo en esa clase y la siguiente empezaría la mayor confusión de mi vida.
