Sigue los inicios de nuestros nuevos héroes de París, donde aprenderán a llevarse bien como equipo o al menos trataran.
El ciclo de romance no termina, donde Chat Noir y Cygne White no puede llevarse bien a tener intereses en comunes y donde Ladybug...
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—... ¿Qué hice? —pregunto la chica mirando las llamas a su alrededor—. ¿Yo hice esto?
Se dejó caer de rodillas, no podía creerlo, no podía creerlo...
Clavó sus uñas entre las hebras de su cabello y negó sus actos, debía de ser un sueño. No, una pesadilla.
No era cierto.
No lo había hecho.
Aparto las manos de su cabeza y comenzó a cavar y cavar y cavar para lastimarse, sus uñas sangraban y sus dedos les dolía, pero ella no paraba no se le iba la imagen de sus manos, quería arrancanselas, estaban malditas, estaba maldita.
¿Qué había hecho?
Solamente... se había dejado llevar... y lo siguiente que supo es que...
«HABÍA PERDIDO EL CONTROL»
Libby se levantó de su camita y miro a los lados, la gema de su cabeza brillaba de morado.
Vaya que había recordado algo del pasado, definitivamente la niña era especial, ese sentimiento de perdida siempre era un problema.
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—No puedo creer que no hayamos sacado un 10, Bruel, hicimos un magnífico trabajo—se queja con los brazos cruzados Fer.
—Exacto, pero un 8 me alegra mucho —dice Bruel con una sonrisa abrazando su nota.
—Merecíamos un 10 —todavía se queja molesta Fer.
—Bueno el profesor de teatro fue muy generoso en darles un 8 —le dice Mylene.
—Sí, pero la explosión de final fue la chispa —comentó Alix—. Al menos les hubiera dado un 9.
—Casi incendian el salón —le reclama Nath y la mira fijamente a parecer ahora la vigilaría más.
—Detalles —dijeron Fer e Iván sin importancia.
«Ellos dos definitivamente no entienden sus fuerzas y lo aterradores que pueden ser», pensó Nath.
