𝐏𝐫𝐨́𝐥𝐨𝐠𝐨

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2 de septiembre de 1979

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2 de septiembre de 1979

—Llévala con ella, Severus —rogó una mujer de cabellos azabache y ojos grises.— Estará a salvo.

—Cassie... no —dijo Severus tratando de que su voz no se rompiera.

—Sev, escúchame —dijo la mujer tomando las manos de su esposo—. Confío plenamente en Selene, y en tí. Pero mientras sigamos involucrados en esto, lo mejor es que mantengamos a nuestra hija lejos de todo este desastre.

Severus se quedó en silencio, mirando el rostro demacrado de su esposa. Acababa de sufrir la maldición Cruciatus a manos del Señor Tenebroso por cuestionar una de su decisión.

Obviamente él no quería eso para su hija, ni siquiera para su esposa, pero ya no había vuelta atrás. Si algo podía hacer algo para salvar a su hija, lo haría.

Severus miró a la pequeña de nueve meses que se encontraba en su cuna durmiendo plácidamente con su pequeño escarbato. Cualquier padre diría que darle eso a una bebé era una irresponsabilidad, pero Olivia Snape no era cualquier bebé, a parte de su metamorfomagia, esa pequeña tenía una obsesión con las criaturas mágicas; como su madre. Pero también una habilidad innata para los calderos; como su padre.

—Está bien —asintió Severus derrotado—, le avisaré a Selene.

La mujer de ojos grises sonrió, pero no era de felicidad o algo parecido, era una sonrisa triste. El saber que tendrían que separarse de su hija, no era algo que celebrar. Pero como padres, harían lo que sea por mantenerla a salvo.

—Gracias —dijo su esposa y le dio un apretón en las manos para después cerrar los ojos lentamente y caer dormida.

Severus se levantó lentamente, asegurándose de que su esposa seguía dormida.

Miró a su hija y esposa, ambas durmiendo. Ambas mujeres se parecían, cabellos azabache, los mismos ojos grises y por sobretodo, esa sonrisa que iluminaba cualquier habitación.

La pequeña no tenía mucho de Severus, a parte de su piel pálida, y para Severus, eso era un alivio, no le hubiera gustado nada que su hija sufriera todo lo que él sufrió. Y cuando a su mente vinieron los culpables, un odio profundo se instalo en su pecho.

Eliminando esos pensamientos, Severus salió de la habitación con cuidado de no hacer ruido. Bajó las escaleras de su casa y se sentó en un sofá con vista a la ventana.

Suspiró antes de tomar un pergamino, e introducir la pluma en la tinta.

Selene.

Espero que te encuentres bien.

Voy a ser conciso, necesito que hagas algo por mí y Cassiopeia.

Por favor, necesito que cuides de Olivia, aquí no está segura, ni lo estará.

𝗦𝗲𝗺𝗽𝗶𝘁𝗲𝗿𝗻𝗼 |• Bill WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora