- 🖤 (𝐒𝐞𝐦𝐩𝐢𝐭𝐞𝐫𝐧𝐨) ☄. *. ⋆
❛ a bill weasley fanfiction ❜
↳❝ 𝗳𝗿𝗼𝗺 𝘁𝗵𝗲𝗻 𝘂𝗻𝘁𝗶𝗹 𝘁𝗼𝗱𝗮𝘆 𝗮𝗻𝗱 𝗳𝗼𝗿𝗲𝘃𝗲𝗿! ❞
❝ El amor verdadero es Sempiterno: como un faro en medio de la oscuridad, el amor genuin...
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La noche antes del regreso a su casa, Olivia preparó su baúl, lleno de pesadumbre. Desde los acontecimientos del Toneo de los tres magos no había pisado del Gran Comedor, pues si cuando caminaba por los pasillos no dejaban de mirarla, en el Gran Comedor las miradas serían más intensas.
—¿Lista? —preguntó Lyra.
Olivia asintió lentamente y las cuatro comenzaron a bajar de las habitaciones. Cuando entraron al Gran Comedor, vieron enseguida que faltaba la acostumbrada decoración: para el banquete de fin de curso solía lucir los colores de la casa ganadora. Aquella noche, sin embargo, había colgaduras negras en la pared detrás de la mesa de los profesores. Era una señal de respeto para Cedric.
Olivia tomó una bocanada de aire para evitar las lágrimas que amenazaban con salir, y se digirieron a su mesa ignorando las miradas de sus compañeras.
El auténtico Ojoloco Moody estaba allí sentado, con el ojo mágico y la pata de palo puestos en su sitio. Parecía extremadamente nervioso, y cada vez que alguien le hablaba daba un respingo. La silla del profesor Karkarov se encontraba vacía, Olivia estaba segura de que Voldemort no lo habría perdonado.
Madame Maxime seguía allí. Se había sentado al lado de Hagrid. Más allá, junto a la profesora Mcgonagall se hallaba Snape. Sus ojos se detuvieron un momento en Olivia y ella asintió indicando que todo estaba bien.
El profesor Dumbledore se levantó de su silla en la mesa de los profesores. El Gran Comedor, que sin duda había estado mucho menos bullanguero de lo habitual en un banquete de fin de curso, quedó en completo silencio.
—El fin de otro curso —dijo Dumbledore, mirándolos a todos.
Hizo una pausa, y posó sus ojos en la mesa de Hufflepuf. Aquella había sido la mesa más silenciosa ya antes de que él se pusiera en pie, y seguían teniendo las caras más pálida y tristes del Gran Comedor
—Son muchas las cosas que quisiera decirles esta noche —dijo Dumbledore—, pero quiero antes que nada lamentar la perdida de una gran persona que debería estar ahí sentada —señaló con un gesto hacia los de Hufflepuf—, disfrutando con nosotros este banquete. Ahora quiero pedirles, por favor, a todos, que se levanten y alcen sus copas para brindar por Cedric Diggory.
Así lo hicieron. Hubo un estruendo de bancos arrastrados por el suelo cuando se pusieron en pie, levantaron las copas y repitieron, con voz potente grave y sorda:
—Por Cedric Diggory.
Unas lágrimas silenciosas caían por las mejillas de Olivia, al igual que a Sienna. Cuando volvieron a sentarse, bajó la vista a la mesa.
—Cedric ejemplificaba muchas de las cualidades que distinguen a la casa de Hufflepuf —prosiguió Dumbledore—. Era un amigo bueno y leal, muy trabajador, y se comportaba con honradez. Su muerte les ha afligido a todos, lo conocieran bien o no. Creo, por eso, que tienen derecho a saber que fue exactamente lo que ocurrió.