— ¡Mgh! ¡Sí! ¡JungKookie!
—Oh, muñeco... ¡mgh! Te mueves delicioso.
Iban por su tercera ronda de sexo en menos de dos horas. Sus descansos fueron de escasos cinco minutos porque no podían mantener sus manos quietas. JiMin no se inmutó al recorrer con sus labios el cuerpo musculoso de JungKook y viceversa. Ahora lo montaba encarecidamente como si no hubiese un mañana, o como si afuera los árboles navideños no estuviesen vacíos. A ellos no les importaba, porque lo único que querían era llegar al orgasmo de nuevo, juntos.
Al inicio el castaño movía sus caderas sensualmente sobre un JungKook completamente hipnotizado por su belleza. El chico se veía irreal mientras se movía de ese modo y mientras hacía gestos de placer. Sus labios estaban rojos y ligeramente maltratados por los besos y por haberlos mordido tanto durante este rato.
Había pasado ahora a dar saltitos donde el sonido de sus pieles chocando se hizo presente. Nuevamente la lujuria los envolvía llevándolos hasta donde encontrarían la satisfacción que necesitaban. JungKook mallugaba la bonita piel del chico al apretar con fuerza sus caderas para que saltara más rápido, así hasta que por fin gimieron sonoramente cuando su orgasmo llegó. Las paredes de JiMin se contrajeron dándole eso que el peliblanco necesitaba para soltar toda su esencia en su interior. Era la tercera vez que lo llenaba por completo dejándolo completamente satisfecho.
Nuevamente sus cuerpos se desplomaron sobre la cama con sus respiraciones agitadas y cubiertos de sudor sexual. Los brazos de JungKook rodearon por completo el esbelto cuerpo del castaño en algo que parecía ser un abrazo cariñoso. Dejaba besos delicados por su cabellera humedecida y también repartía pequeñas caricias sobre su espalda. Estaba completamente encantado con él, con su cuerpo, con todo. No quería marcharse porque había encontrado alegría en este lugar, a su lado.
Pese a que fue un momento de calentura no dejaba de ser algo sentimental. Tenía muchas emociones en su interior que no conocía debido a su vida de inmortal como hijo de Santa. Esto es a lo que se refería cuando pidió tener opciones. Sonaba loco, pero quería ser un humano... uno que pudiese quedarse con JiMin.
—Creo que esta es la mejor navidad que he tenido—suspiró el castaño—Ni siquiera hubiese podido soñar con esto.
—Para mí también ha sido la mejor navidad—confesó—Me has hipnotizado, pequeño muñeco.
JiMin soltó una risita de suficiencia. Había algo en ese apodo cariñoso que le estaba volviendo loco, sobre todo si era esa voz tan sexy la que lo emitía. La encantaba la sensación de su piel erizándose y de su estómago completamente lleno de mariposas. Se sentía como si lo conociera de toda la vida y era extraño pensar en ello, pero le causaba mucha comodidad, algo que ninguna otra persona a sus veinticinco años le pudo brindar.
— ¿Crees que podamos... vernos en otra ocasión? —preguntó JiMin con un poco de nervios— No pienses que sólo para tener sexo o... ya sabes... podríamos salir al cine... o podemos cenar en algún lugar. No sé... podemos hacer muchas cosas...
Al castaño se le estaba olvidando un detalle muy importante; JungKook era el hijo de Santa y debía volver al Polo Norte. Éste estaba muy consciente de eso y aun así se emocionó por la propuesta, porque todo aquello estaba dentro de sus anhelos... lo que siempre ha querido. Imaginar una vida compartida con JiMin es, sin duda, todo lo que puede desear y se siente cálido al pensar cómo sería todo en este lugar. Irían al cine, a museos, a los parques, podrían incluso viajar por el mundo. Cosas de humanos y cosas simples que desea poder experimentar.
De pronto su corazón se oprime porque no sabe qué hacer o cómo solucionar esto. Su padre fue bastante claro con lo que le dijo la última vez y será complicado ir en contra de ello. Pero debe haber alguna forma, es decir, ellos poseen magia en todo su cuerpo, pueden hacer lo que sea. Pero ahora no tiene las respuestas a esas preguntas, sólo puede responderle al castaño.
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Christmas Love (Kookmin)
FanfictionEste año Santa quiere que su hijo JungKook le ayude a repartir los regalos, sin embargo, éste no está muy convencido porque no es algo que le guste; anhela tener una vida fuera del Polo Norte... una vida humana. Pero al ser el hijo mayor de Santa Cl...