CINCO 🎄

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Para JungKook, JiMin es su muñeco.

Desde que lo vio parado bajo la tenue luz de series navideñas en aquella casa que visitó por obra del destino, creyó y estaba seguro, que era uno de esos muñecos que fabrican en el Polo Norte. Uno de esos que tienen piel clara, suave y de porcelana. Muñecos que son toda una fantasía imposible de encontrar. Pero ahí estaba el castaño, existiendo simplemente y cautivando a JungKook sólo con eso.

Antes de transportarse al Polo Norte, el peliblanco usó un encanto mágico para que JiMin no sintiera ni una pizca de frío. Aun así le puso ropa abrigadora que el mismo creó y lo pegó a su cuerpo para que el viaje no fuese tan violento. Para alguien como él era fácil entrar y salir del portal, pero para un humano podía ser una sacudida salvaje. Así que lo apretó fuertemente contra su cuerpo y saltó en el portal que los llevaría al Polo Norte.

JungKook no sabía cómo le iba a decir a su padre que HoSeok decidió quedarse más tiempo en el mundo de los mortales. O tal vez debería no decirle nada y más tarde volver por él para que nadie se diese cuenta. Jamás se imaginó que caería rendido por el amigo de JiMin. Peor aún, no tenían idea de donde pudieron haberse metido.

Como sea, pensó que sería bueno para HoSeok hacer otras cosas muy ajenas a las que hacía en el Polo Norte. Ser el ayudante de confianza de Santa Claus era un trabajo demandante y tal vez demasiado cansado. No iba a interrumpirlo en lo que sea que esté haciendo. Y no es muy difícil adivinar qué es lo que hace.

JiMin sentía ligeros mareos y un poco de sueño debido a los estragos del viaje. Fue como un salto en el tiempo que lo hizo sentir confundido, pero cuando recobró la compostura pudo ver lo que a su alrededor había; todo era blanco, los pinos tenían muchos foquitos de colores, habían bastones de caramelo gigantes clavados sobre el suelo. Muchos muñecos de nieve que parecían sonreír con esmero. Cabañas dispersadas que tenían adornos navideños en las fachadas. Todo era colorido y alegre, incluso se escuchaban cantos de villancicos por donde quiera que pasaban. A JiMin le pareció muy lindo y alegre, pero cuando miró el rostro de JungKook se dio cuenta de que quizá esto era demasiado para él.

Se aferró completamente a su mano que sólo emanaba calor, fue hasta ese momento que se dio cuenta de que no sentía ni un poco de frío. El cuerpo de JungKook era cálido y no mostraba ni el más mínimo ápice de sentirlo. Lo mismo pasaba con el suyo; podía sentir la brisa invernal en su rostro, pero la sensación de frío desaparecía en cuestión de segundos. Todo era mágico en ese mundo y se sentía emocionado por estar ahí casi a punto de conocer al mismo Santa Claus.

Llegaron a la fábrica de juguetes que lucía demasiado moderna como para estar en un pequeño pueblo. Era un edificio medianamente grande que por dentro olía a galletas, leche y chocolate. Todo era pintoresco y a la vez elegante. Fácilmente se sentía el cobijo de ese ambiente navideño tan encarecido.

JiMin se dejó guiar por JungKook quien lo llevó a la parte más alta del inmueble donde se encontraba la oficina de Santa Claus. Se pararon frente a una puerta grande que tenía el marco de caramelo a rayas y que desprendía un ligero olor a chocolate blanco. No fue necesario tocar porque casi al instante ambas puertas se abrieron dejando al descubierto el interior de una oficina ligeramente desordenada y donde un hombre alto se encontraba parado mirando por una enorme ventana.

—Bienvenido—dijo antes de que pudieran hablar.

TaeYang se dio la vuelta y se encontró con un su hijo sosteniendo encarecidamente la mano de un chico castaño que era un poco más bajo que él. No tuvo que observarlo demasiado para llegar a la conclusión de que era muy lindo. En este punto podía entender la renuencia de su hijo y por qué tanto empeño en querer dejar su inmortalidad. La belleza de ese chico era cegadora.

Christmas Love (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora