27. Maybe I'll just disappear

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Era una locura, lo sabía, pero no podía soportar la idea de no saber nada de Travis. El programa que se transmitía todos los lunes y viernes había dejado de transmitirse sin motivo ni razón. Era el único medio que tenía para saber si él estaba bien.

Me había pasado los últimos días sin dormir, pensando en él. ¿Qué le había pasado? ¿Estaba enfermo?  ¿O algo peor?

No podía sacarlo de mi cabeza. Era como si una parte de mí se hubiera ido con él.

Finalmente, decidí que tenía que hacer algo. Tenía que ir a Kansas y resolver de una vez por todas esto.

Me senté en mi asiento del avión, agarrando con fuerza mi bolso. Dentro, tenía una peluca rojiza que me ayudaría a pasar desapercibida.

—Señorita, hemos llegado a Kansas —me dijo George, entrando al avión.

—Gracias, George—le dije—Por favor, tratemos de ser cautelosos.

—Por supuesto, señorita—me respondió.

—Llévame a la casa de Travis Kovac, por favor— le dije.

Él asintió con la cabeza, mi corazón latió con fuerza con la idea de volverlo a ver. Me coloque con cuidado la peluca, me levanté de mi asiento y seguí a George hasta la salida.

El viento me golpeó en la cara cuando salimos del avión, me tuve que ajustar la peluca para que no saliera volando.

Durante el trayecto a casa de Travis me sentí megamente nerviosa. No podía dejar de pensar en lo que podría pasar ese día.

¿Él lograría perdonarme?

Sabía que teníamos que tener una conversación sobre lo pasado en Europa. Había hecho algo terrible, algo que podría destruir nuestra relación. Pero no quería que eso fuera un problema entre nosotros en el futuro. Travis era el hombre de mi vida, y de corazón deseaba que esto se eliminara de nuestra historia.

El corazón me latía con fuerza en el pecho. Estábamos a pocas calles del lugar cuando comencé a sentirme mareada. Tal vez era el trayecto, tal vez eran los nervios, tal vez era que no había desayunado bien y no dormí lo suficiente. Tuvimos que parar rápido para que pudiera refrescarme.

Cuando logré tranquilizarme continuamos con el trayecto y finalmente estábamos frente a la casa de Travis. Un lugar que en poco tiempo había logrado causarme momentos únicos y felices.

George tocó un par de veces el timbre para que pudiéramos entrar al estacionamiento, pero nadie abría. Esperamos unos minutos más para intentarlo de nuevo, pero nada. Al parecer Travis no estaba en casa.

Destinos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora