Un Compañero Para El Rey || Xiaether (EN EDICIÓN)

1 | Prometido

•✦───────────•✧( Capítulo editado )

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—El Rey, su padre, le envía un mensaje importante.

Aether se mantiene en silencio mientras la mujet se adentra a la habitación con pasos decididos, se pregunta si será una noticia buena o mala. Conociendo a sus propios padres no sabe qué esperar, si es importante entonces tal vez tiene que respirar profundo antes de escuchar.

Nunca se sintió cercano a su familia o a un miembro de la corte siquiera, una situación en la que se había acostumbrado a la compañía del silencio absoluto. Su situación dejó de ser tan mala cuando aprendió que era mejor así, es decir, no podía hacer nada al respecto y ya ha intentado la mayoría de cosas con tal de recibir un poco de aceptación.

—Habla, ¿qué es lo que necesitan ahora? —la servidumbre no necesitaba ser tratada de forma amable por su parte, no cuando sabía que la mayoría de los rumores absurdos de él provenían de sus bocas. Ha escuchado la mayoría, siempre resonando en sus oídos y por todas partes.

La mujer entrecierra los ojos y las comisuras de sus labios se elevan ligeramente en una sonrisa que para Aether no pasa desapercibida. Sería absurdo no notarlo, era un experto en observar.

Sin duda le molestaba, cualquier miembro del castillo lo hacía.

—Su Majestad quiere informarle que usted contraerá matrimonio tan pronto como sea posible, su prometido ya fue anunciado y debe prepararse para un largo viaje a un reino lejano —la sirvienta dejó de resistirse ante la tentación de sonreír como si fuera la mejor noticia de todas, sin duda lo era para las personas de este Reino. No esperaba menos.

Aether había cumplido hace apenas unos días la mayoría de edad y sus padres no tardaron en buscar cómo deshacerse de él tan pronto como les fue posible. Estaba seguro de que su prometido no fue evaluado debidamente y únicamente fue seleccionado por ser alguien de un país distinto al suyo.

Podría haber contraído matrimonio con algún noble de su ciudad natal, pero por supuesto, él no tenía voz ni voto en la desición.

¿Cuándo le dijeron que estaban buscando un pretendiente para él? Nunca, igual que tampoco había recibido una propuesta antes.

—¿Su Majestad no te dio los detalles del viaje? —preguntó Aether, esta mujer no le había informado nada acerca de cuál iba a ser su nuevo hogar— Si no es así, me gustaría hablar personalmente con el Rey o la Reina.

—No hay más detalles, además de los que le acabo de dar, por favor, solo empaque y prepárese para marcharse. Respecto a hablar con el Rey o la Reina, no es posible, no desean verle en ningún momento.

Como uno de sus hijos recibía un trato especial en ocasiones, pero frente a ellos era como si no existiera. Debía callarse y obedecer, así había sido siempre, aunque le frustrara y quisiera explotar por dentro. Se contuvo y se guardó el rencor, hasta ahora lo peor que ha tenido que soportar son los toques indecentes de los duques repugnantes y asquerosos.

Ser un Omega era como el pecado mismo para todos, era afortunado de nacer en cuna de oro, se ha imaginado muchas veces el terrible destino que le esperaría si hubiera nacido en el campo para ser vendido, prostituido o algo peor.

La mujer continuó hablando antes de irse por fin, con una postura altanera como si valiera más que él, aunque solo fuera una sirvienta y no estuviera ante un miembro de la realeza. La ignoró.

—Debería estar agradecido, sus padres lo mantuvieron aquí, aunque pudieron arrojarlo a cualquier establecimiento para olvidarse de usted. Fueron muy compasivos con alguien que no lo merece —Aether se guardó el soltar que no lo hicieron porque conservarlo les serviría más para el matrimonio y conseguir una alianza extranjera.

Todo fue premeditado, no hubo acto de bondad en eso.

—Calla y vete, no necesito tus sucias palabras —con eso, la mujer se marchó soltando un murmullo por lo bajo.

Aether había tenido tiempo para prepararse para el matrimonio, sabía que tarde o temprano pasaría y tendría que abrirse las puertas por él mismo. Ser omega lo hacía frágil y se lo habían demostrado muchísimas veces, era una clara desventaja ante los demás.

Soltó un suspiro porque lo necesitaba, se arrojó sobre la gran cama con los brazos y piernas extendidas, pensó en su futuro. En que, solo debía soportar y sobrevivir, dejaría que hicieran con él lo que quisieran mientras no le hicieran daño. Quería una vida tranquila, aunque tuviera que entregarse a alguien desconocido.

—No quiero irme, pero tampoco quiero estar aquí -le habló a la nada.

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Apenas había guardado unas pocas prendas para llevarse, su pequeña bolsa de viaje no pesaba casi nada. Consideró que era lamentable el no tener nada valioso para llevarse consigo. Igualmente no importaba demasiado, tendría cosas nuevas en su nuevo hogar.

Con eso en mente salió por las grandes puertas del castillo, las había cruzado muy pocas veces en el pasado. No tenía razón para hacerlo, su pueblo no lo reconocía.

Lo único que le es familiar de su propio reino era la salida y la entrada, que eran la misma cosa realmente.

—Alteza, permítame guardar su equipaje —Aether asintió con la cabeza y un beta tomó su pequeña bolsa para arrojarla en la parte trasera del carruaje frente a él.

No hubo nadie que fuera a despedirse en su partida, ya no volvería nunca y nadie se había tomado la molestia de escoltarle siquiera a la salida. Todo estaba completamente vacío, como si fuera un día normal, como si no estuviera a punto de irse.

El sol en lo alto, los jardines perfectamente podados, visualizó la estructura gigante que se alzaba gloriosa, aquella en la que había vivido sus dieciocho años de vida. La memorizó lo mejor que pudo antes de subir al carruaje.

—El viaje puede durar horas o incluso más. Le sugiero descansar y yo le avisaré cuando estemos en nuestro destino.

—Conduce lo más lento que puedas —Aether trató de sonar firme con su petición, lo más probable es que el sujeto no lo tomé en serio, igualmente no perdía nada intentándolo.

El conductor no dijo nada antes de cerrar la puerta para él antes de encaminarse a su posición para guiar a los caballos.

Aether se distrajo tratando de imaginar cómo sería su prometido, probablemente un viejo barbudo al que tendría que atender en la cama todos los días cómo le habían indicado. Viejo e ignorante.