10 | Irse

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El sabor es extraño en su boca, puede decir con certeza que nunca ha probado ningún platillo similar. Da otro bocado que hace a sus mejillas abultarse. El sabor es algo nuevo, este postre tiene cierto dulzor que le fascina.

—Y este —Xiao coloca otro plato frente a él, Aether se encuentra en la gloria—, es una versión que yo mismo preparé, su nombre es dulces sueños.

A simple vista lucen similares, aunque la versión de Xiao tiene una presentación más exquisita. No lo ha probado y ya puede deducir cuál de los dos platillos de tofu de almendras es su favorito.

—¿Por qué lo has llamado "Dulces sueños"? —pregunta, toma una cucharada del nuevo plato mientras espera una respuesta.

—No hay una razón en particular, simplemente creí que te gustaría. 

Y está en lo cierto. 

Entonces Xiao se acerca, mira fijamente su boca a la par que dirige su mano hacia ella, debió haberlo esperado, retira el pequeño rastro de comida y se aleja de nuevo. Aether se queda completamente quieto, ni siquiera termina de masticar su bocado por los nervios.

Su atención no se va de la acción de Xiao, aquella en la que saborea el rastro que recogió con su lengua sin apartar la mirada de la suya.

—Tienes razón, está delicioso.

Joder, se ha metido en problemas.

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No ha dejado de pensar en que faltan tan solo unas horas para que el último día acabe al fin, con eso las ganas de salir corriendo se instalan muy hondo en su ser. Aunque tenga frente a él un atardecer dorado y precioso, no le presta mucha atención. 

¿Acaso el Rey olvido su promesa? ¿O es que consiguió un reemplazo? Esas dudas le hacen tener esperanza, al fin y al cabo, es el último día y no ha aparecido nadie. El viento corre frío y el Caballero está sentado justo frente a él, juega con los dedos de Aether distraídamente con la mente perdida igualmente.

—Vámonos —pide.

Xiao no deja de jugar con su mano.

—Es demasiado temprano, aunque si tienes sueño te acompañaré un rato.

—No es eso —Aether se suelta del agarre—, vámonos de aquí, busquemos otro sitio.

El alfa arruga el entrecejo al escuchar sus palabras, probablemente lo ha tomado por sorpresa.

—¿Ha pasado algo?

La preocupación en su rostro le hace sentir culpable, provoca que la punta de sus pies se mueva de arriba abajo sin parar. No tiene un pretexto o una mentira preparada, ha soltado la petición sin apenas pensarlo un poco, fruto de su miedo.

—Eso no es importante, no me siento seguro quedándonos aquí durante mucho tiempo. 

—Nadie de aquí nos delataría —defiende Xiao, poniéndose serio de un momento a otro.

—Prefiero ir a otro lugar.

Recibe un asentimiento resignado como respuesta, sus nervios comienzan a controlarse una vez que se hace a la idea de que se irán, no tienen oportunidad alguna de escapar, aunque sí de obtener tiempo.

—Podemos marcharnos la próxima semana, aún tengo asuntos que resolver y debo hablar con la gerente para-

Pero Aether dice: —No, debe ser ahora.

Y es suficiente para que Xiao empiece a sospechar.

—No entiendo tus razones.

El ambiente se siente pesado, después de varios días se aproxima la primera discusión entre ambos y el pensamiento de tenerla le disgusta demasiado. 

—Puedes acompañarme o no, no me interesa si decides quedarte —es cruel, lo sabe, pero su mente no deja de gritarle: huye, huye, huye, queda poco tiempo.

No espera a escuchar lo que tenga que decir Xiao ante su arrebato, se levanta de la mesa con rapidez para dirigirse hacia la habitación de ambos, tan solo necesita la capucha que dejó sobre la cama y podrá marcharse lejos. Sube las largas escaleras sin mirar atrás, no se da cuenta de en qué momento ha empezado a correr, solo sabe que debe hacerlo más rápido.

Se coloca la prenda tan rápido como la toma entre sus manos, la habitación es solitaria sin alguno de los dos dentro y se permite darle un largo vistazo antes de continuar con su camino hacia la salida. Por fin está preparado para un nuevo viaje, no importa a dónde ni cuánto tiempo le lleve.

Está por bajar el último escalón cuando lo ve. Una mirada de desesperación.

—No te preocupes, di indicaciones precisas para que no le lastimaran mientras le ataban.

El Rey se coloca justo a un lado de un Xiao aprisionado, no hay parte de él que no esté sujetada por una cadena. Sus brazos hacen un gran esfuerzo para liberarse mientras se retuerce, la vista es horrible.

—Xiao —susurra.

Hay demasiados soldados alrededor que no puede ni contarlos, los puestos ambulantes y sus dueños han quedado abandonados. ¿Cómo ha podido pasar tan rápido si tardó apenas cinco minutos en ir hacia la habitación?

—Te lo advertí, tuviste varios días para regresar —señala al Caballero—. Pudo haberse evitado tal situación, de antemano lamento tener que hacer esto, pero tengo muy buenas razones.

Apenas escucha lo que le dice, hay un zumbido agudo en su cabeza que no le deja concentrarse, solo puede ver a Xiao allí, con la cabeza baja y rendido por no poder quitarse las ataduras. Es su culpa, no debió de huir, ni siquiera debió de considerar la idea en el pasado.

—¿No tienes nada que decir? Bueno, supongo que es mejor así.

Kazuha hace una seña con su cabeza hacia los soldados como una orden de la que se entera pronto, justo cuando lo toman por los brazos para conducir sus moribundos pasos hacia un carruaje con tanto dorado que le marea.

—Lo siento, lo compensaré de todas las maneras que estén en mis manos, pero tienes que regresar a donde perteneces —son las últimas palabras del Rey antes de que la puerta del carruaje se cierre.  

Por supuesto, hay tres guardias dentro que lo miran fijamente desde sus asientos. Se guarda el gritarles que nunca podría huir desde donde está, que no son necesarios, no pondrá resistencia.

—Ni se te ocurra hacer algo estúpido —le suelta uno de ellos, casi como una contestación a sus pensamientos.

—¿Qué le pasará a Xiao? —pregunta ignorando el comentario, está tan preocupado que podría explotar por la incertidumbre.

No recibe respuesta. 

Y siente el carruaje emprender marcha hacia su sentencia, aquella que creyó había dejado atrás.

Un Compañero Para El Rey || Xiaether (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora