14 | Hoy

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—Debieron consultarme primero, ellos siempre han tenido una agenda apretada —el hecho de enterarse de que sus padres recibieron una invitación al evento más importante de su vida hace que se le cierre la garganta, no cree poder ocultar el desprecio si es que los ve de frente.

—Lo sentimos, Alteza —el hombre se encoge de hombros—. De todos modos no recibimos una respuesta de su parte, no estamos seguros de su presencia el día de hoy.

—Ah —suelta un pequeño suspiro, ya no hay nada que hacer—, entonces no importa. Avísame si se presentan, debo recibirles como se debe.

—Por supuesto.

Ve al hombre marcharse, la cantidad ridícula de rosas blancas hace que no pueda enfocarse en otra cosa, es hermoso, lo admite. Ha estado rondando por el lugar desde la mañana, dando vueltas de aquí hacia allá y no dejan de sorprenderle los detalles de la boda.

Sí, hay nervios, pero, más que nada, predomina el miedo de que algo pueda salir mal.

—He visto mejores —la voz de Venti aparece a su lado. Es inesperado, desde que se conocieron ambos se han encontrado casualmente casi por cualquier lugar del castillo, por ello no se ha exaltado ante su repentina aparición, aunque Aether ya está sospechando que no se trata solo de encuentros aleatorios.

—Lo que tú digas, a mí me parece espectacular.

—Claro que lo es —mentiroso, piensa al escucharle—, pero sin lugar a dudas ese traje que llevas puesto opaca todo lo demás.

Aether tarda en diferenciar si es sarcasmo o no lo es, entonces responde como lo haría normalmente.

—Gracias —y es todo.

Sin embargo, Venti no termina la conversación con eso.

—No son palabras mías, no me agradezcas —el príncipe le mira rápidamente para ver su reacción, cuando no nota ningún cambio continúa con sus habladurías—. Xiao me dijo que si llegábamos a encontrarnos te lo dijera, también mencionó que seguramente te verías bien con cualquier cosa.

Sabe que sus mejillas se tornaron rojas, entonces voltea rápidamente el rostro hacia otro lado fingiendo que ha encontrado algo que le llama la atención. 

—Gracias —suelta de nuevo antes de huir despavorido lejos de allí, de todos modos, faltan unas horas para que comience el gran evento, tiene el privilegio del tiempo a su lado.

Aquellas palabras, en realidad, para él, no suenan como algo que Xiao le diría directamente, tiene sentido que el príncipe sea el mensajero de ellas. 

Considera que el traje le queda bastante bien y agradece principalmente a la modista que se tomó todo un día para agregar los toques finales más que a su físico. Darle vueltas al tema hace que piense en que no visitó a Xiao el día anterior, sin embargo, justo ahora considera que sería una buena idea verle antes de que todo lo demás suceda.

Hay algo que le atormenta, son los nervios de ser visto con este traje por los ojos de Xiao, ¿se enfadará o lo halagará? ¿Tal vez ambos? No tiene la menor idea, el alfa siempre ha sido impredecible para él en todos los aspectos posibles.

Sabe que nadie se dará cuenta de que falta su presencia, todos tiene mil ocupaciones, excepto por él, incluso el Rey. Se permite relajarse ante la falta de supervisión, ni siquiera apresura el paso por las escaleras aunque le sigan causando escalofríos.

Odia decirlo, pero extrañó ver la gran puerta de hierro. Esta vez decide no entrar inmediatamente, se queda parado allí unos cuantos minutos más, observa la oscuridad de las paredes, la piedra fría y la gran capa de polvo en el suelo hasta que logra memorizarlo todo y lo toma como una señal de que está listo.

Empuja la gran puerta con mucho esmero, hace una mueca cuando el chirrido por abrirla es tan agudo que la suelta y decide entrar sin abrirla por completo.

No ve a Xiao donde se encontraba recostado antes, una parte de él había creído que no se movería de allí y había fallado. Rebuscó entre las sombras hasta que diferenció su silueta perdida en el fondo, su camisa, la cual estaba destrozada la última vez que le vio, se encuentra olvidada y apartada lejos de él. La luz de las llamas le permiten ver con claridad su espalda y pecho descubiertos mientras hace aquellos ejercicios de entrenamiento de los cuales nunca fue parte, no importa porque agradece sinceramente ser únicamente un espectador.

Hay sudor por su blanca piel, los músculos lo emboban cuando se contraen y sueltan cada vez que hace esfuerzo en una serie. Aether se queda callado mientras observa, por supuesto que Xiao sabe que está mirando, ha hecho bastante ruido al entrar y, el que no se detenga por ello, lo incita a interpretarlo como un permiso para hacer lo que quiera.

Ya han perdido bastante tiempo al esperar afuera debido a sus nervios, ahora está perdiendo tiempo en algo de lo que no le gustaría arrepentirse, entonces se sienta sobre el suelo a continuar admirando hasta que ve a Xiao sentarse igualmente frente a él. El alfa coge su camisa abandonada y se limpia el rostro sin cuidado con ella, cuando sus ojos por fin están sincronizados las palabras se le van de la mente la igual que el otro asunto, que sabe, debe atender tarde o temprano.

—No me visitaste ayer, te estuve esperando —dice Xiao al darse cuenta de que Aether se queda callado. Entonces el alfa le examina de arriba hacia abajo, sin ninguna vergüenza, aquello hace que Aether reaccione por fin.

—Quería hacerlo, sin embargo, esta cosa —señala su vestimenta— hizo que no pudiera separarme de la modista.

—Sabía que te verías bien hoy, ese traje te favorece.

—Dices que me favorece, pero tu mirada parece decir que estás enfadado. 

Xiao aparta la mirada, hace de su mano un puño y lo esconde tras su espalda.

—No estoy enfadado —en esta ocasión, es él quien se ve nervioso—, ¿por qué debería estarlo?

Aether levanta una ceja, sabe que no recibirá una respuesta certera y decide dejar el tema.

—Me casaré en unas horas, desearía que estuvieras allí.

—A mí no me gustaría asistir —suelta el alfa como si nada, su rostro no ha vuelto a mirarle.

Aether no sabe qué responder y se da cuenta de que esta visita será más corta que la anterior.




Un Compañero Para El Rey || Xiaether (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora