18 | Nuevamente

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Pasó tan rápido, apenas pudo procesar lo que estaba pasando frente a sus ojos.

Carmín, carmín por todas partes, aquel color que le había llamado la atención la primera vez que vio los ojos de Kazuha. No es el mismo sentimiento, no lo sería para nadie.

Apenas pestañeo, la espada había atravesado el pecho del Rey, irónicamente la sangre se disfrazaba con la ropa de seda roja que llevaba para la ceremonia. Kazuha no gritó, no intentó apartarse, parecía irreal verlo caer al suelo con un sonido sordo.

Estaba allí y de pronto se había ido.

—Así lo hiciste tú en el pasado, hermano —Scaramouche remueve la espada clavada haciendo que la sangre se esparza con rapidez por el suelo de mármol—. Tómalo como el karma que te mereces.

Pero nadie se merece una muerte así. Aether está en shock, el príncipe le asesinará a él después de tal espectáculo, le clavaría la misma hoja sin molestarse en mirarle siquiera, sería rápido y sin remordimientos.

Se escucharon sollozos entre las personas, un reino entero había perdido a su soberano y no hicieron nada para impedirlo. Mirar es una acción de la que nadie está orgulloso, pero tampoco juzgan a aquellos dominados por el miedo.

Aether se encogió aún más en su lugar cuando el príncipe empezó a acercarse a él, sus ojos le escaneaba de arriba abajo con aquella sonrisa, como si no acabará de asesinar a alguien hace apenas unos minutos.

—Alteza —exclama Scaramouche encantado, parece una persona que se ha encontrado con un gran tesoro perdido—, oficialmente usted es el siguiente en la línea, ¿cierto?

—¿Qué? —la pregunta es obvia, pero ni siquiera él está seguro de la respuesta. Aether se había marchado desde muy lejos únicamente para desposar al Rey, quien era la única persona que lo mantenía ligado a la corona. Ahora cualquiera podría desecharle fácilmente, la coronación estaba planeada para después de la boda, por lo que aún es soberano de nada.

Entonces, siendo consciente de su condición, contesta la pregunta con un: —No lo soy.

—Por supuesto que no lo eres —dice el príncipe de pronto con un cambio sombrío—, pero puedes elegir. Te daré la opción de irte, cosa que no hizo mi hermano, tómalo como mi primer acto de benevolencia.

El suelo seguía frío bajo sus rodillas, sus manos continúan ajustadas a la soga que le atrapaba y, a su vez, sus dedos han estado apretando en busca de expulsar su furia y nervios.

—¿Qué pasará si me voy?

—Absolutamente nada, para ti por lo menos. Tomaré a alguien más para reclamar, cualquiera es una opción —su cuerpo gira hacia las personas detrás de él, inspecciona con total concentración hasta que capta a alguien en una esquina a la derecha—. Ella podría sustituirte perfectamente. 

Sustituirle, no es una palabra que le moleste, no en este contexto, más bien es una oportunidad. Pero Aether no puede olvidar, no cuando la persona a la que más aprecia en el mundo sigue encerrada a varios metros en el subsuelo, a oscuras y sin tener conciencia de lo que está pasando.

La omega señalada es empujada por otros hacia el frente, tiembla como una gelatina y no mira a nadie al frente, sus pies terminan fallando cuando una mano la empuja con demasiada fuerza hacia la alfombra, su peinado se ha desarmado y no lucha por levantarse de nuevo.

Scaramouche la mira desde arriba, no hay nada en él que indiqué que le interese. Cuando vuelve a prestarle su total atención a Aether su semblante vuelve a mostrar lo emocionado que se encuentra ante lo que podría pasar, ante la situación que ha creado y deleitándose como nunca.

—O puedes quedarte a gobernar a mi lado, la mejor opción si me lo preguntas —dice el príncipe, luce como un pequeño niño que ha logrado robar el juguete de su hermano mayor y ahora puede regodearse porque no planea devolverlo.

—Parece que me das una salida fácil, pero la verdad es que cuando de un solo paso fuera de este lugar me quedaré sin nada —Aether deja caer sus ojos hacia la salida en un acto de parecer afectado.

—Si tu intención es hacer que sienta lástima por ti, olvídalo y ahórrate semejante tontería.

El brillo en los ojos de Scaraumuche disminuye y Aether no sabe si tomárselo como una mala señal, sin embargo, sabe que debe ser así cuando el príncipe ya se encuentra frente al cuerpo de su hermano. Siente las náuseas aumentar, las ganas de sacar la comida del día por su garganta. 

Había estado tratando de ignorar lo más posible el hecho de que el Rey estaba allí, en el suelo, frío y sin moverse, para evitar que las lágrimas se acumulen.  Volver a ser consciente de lo que le rodea le hace sentir atrapado, como si las paredes se hicieran cada vez más pequeñas. 

Todo empeora cuando Scaramouche se agacha, toma la corona caída del charco rojizo y, tan pronto como vuelve a levantarse, la agita con severidad para hacer que el líquido salpique fuera de ella. 

—Te equivocas, mi decisión está tomada, incluso si llego a detestarla —dice Aether, no puede irse, no debe irse. No sin Xiao—. Me quedaré.

—Asunto arreglado entonces —el príncipe se coloca la corona dorada sobre la cabeza sin prestarle atención a su respuesta, aparentemente ha perdido el interés en el asunto y no se molesta en ocultarlo.

Pero Aether sigue atado y sometido, todavía no puede moverse por el fuerte agarre. Así es hasta que Scaramouche hace una seña con la mano hacia el sujeto que lo sostiene, siente presión hacia arriba y entiende que debe levantarse por fin, sus rodillas le tiemblan por un momento y siente dolor en los brazos. No lo liberan.

—Continuemos con la boda.

Y solo bastó con sacar armas contra las personas en la gran sala para que tomaran de nuevo su lugar en un dos por tres, Aether supo que Liyue estaba perdido en el momento en que escuchó sollozos al volver a empezar la ceremonia, eran tantos que a los asaltantes les costó restaurar el silencio y los dejaron ser.

Un Compañero Para El Rey || Xiaether (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora