12 | Luz

534 80 7
                                    

Sujeta la llave sobre su mano, hace que ruede unas cuantas veces mientras piensa, ¿debería visitarlo en este preciso momento o posponerlo para mañana? No debería de dudar, lo sabe, tampoco es como si estuviera muy feliz con la situación actual, está la posibilidad de que Xiao se encuentre molesto con él.

Aunque sus pensamientos digan una cosa, su cuerpo le indica una muy diferente. Sus pasos de inmediato se dirigen hacia el largo pasillo, verá a Xiao cueste lo que cueste, no importan sus ideas contradictorias, solo retroceden lo inevitable.

Sorpresivamente, no hay nadie cuidando de su puerta, parece que al Rey no le interesa si vuelve a huir, aunque de todos modos es imposible que vuelva a ocurrir.

El lugar está bastante alejado de lo que creyó, apenas pudo memorizar cómo llegar cuando Kazuha lo describió. Nunca creyó que tendría que visitar la cárcel nada más llegar al Castillo. Es... Inusual.

Abre la puerta hacia lo que piensa es la peor zona del lugar, todo está obscuro y las escaleras de caracol no parecen tener fin, la bajada es escalofriante.

Toma una gran bocanada de aire, que sabe va a necesitar.

—Esto es importante, vamos —se anima.

La luz apenas alcanza a iluminar los pasos que da. Observando, la pared de piedra tiene manchas bastante extrañas, puede imaginarse de dónde provienen, son algo que no le gustaría mirar de nuevo, así que no lo hace y mantiene los ojos puestos en sus propios pies.

Hasta que toca con el último escalón, las piernas le tiemblan por el avance. ¿De verdad son tantas escaleras? Molestarse en intentar adivinar cuántas son es un desperdicio, pero mantiene su mente distraída.

—¿Quién es esta belleza? Una nueva sorpresa que alegra mis ojos seguramente —una voz sale de la nada.

Aether voltea hacia la celda que se encuentra justo frente a él, no hay antorchas por ninguna parte y con la suya no reconoce el rostro de la persona. Admite que se ha asustado, su mano titubea un segundo en su agarre, no dura porque lo reafirma tan pronto como se da cuenta de su descuido.

Ignora al desconocido, estira la llama hacia su recorrido de nuevo, buscando concentrarse. Kazuha dijo que reconocería la celda cuando la tuviera en frente, ahora no está tan seguro de poder hacerlo.

Escucha más palabras salir de los hombres encerrados, la mitad de ellos buscando su salvación y la otra una distracción.

Quiere salir tan pronto como vea al alfa, el ambiente es hostil.

Ya ha revisado la mayor parte del lugar, desea no tener que pasar por allí de regreso, claramente es imposible, pero el pensamiento no se va.

Algo le llama la atención, es justo como debe ser. Una gran puerta de metal, es impresionantemente alta, además, es la única que parece tener luz dentro. Lo sabe porque una parte de ella se escapa por la rendija.

No duda ni por un momento, esta vez no. Saca la llave oxidada de su lugar, por un segundo teme que se haya caído en algún punto, que alguno de los prisioneros la robara al acercarse demasiado sin notarlo.

Se permite tomarse unos segundos para tranquilizar los latidos de su corazón. No percibe un solo sonido del otro lado, entonces entra.

Le cuesta un poco empujar la puerta al principio, unos pocos segundos y mucho ruido.

Por supuesto, hay velas en una esquina sobre una mesa de madera desgastada, también barrotes que van desde el suelo hasta el techo, como si no fuera suficiente con la gran puerta de acero.

Él está allí dentro, puede ver su cuerpo recostado sobre la piedra, su cabeza inclinada hacia un barrote en una posición incómoda para el cuello.

Los ojos de Xiao están semiabiertos mientras hace un gran esfuerzo por abrirlos completamente, probablemente ha despertado por los ruidos que ha hecho Aether al entrar.

—Estoy aquí.

Y entonces hay un: —Estás aquí.

No sabe qué decir, pensó mucho en él desde que llegó y, aun así, se ha quedado estático.

Lo mira sentarse después de despertarse por completo, su mano va directamente hacia sus hombros y sus ojos la siguen durante todo el recorrido, incluso cuando los músculos de Xiao se tensan tras masajear un poco en la zona adolorida. No le da vergüenza ser atrapado mirando.

Y finalmente expresa lo primero que se le viene a la mente, preocupación.

—Estaba angustiado por ti, no sabía lo que sucedería contigo.

—Estoy mejor de lo que esperaba, este lugar es mejor que la muerte.

Hay algo que no le convence, son esas palabras y su rostro. Una de sus mejillas está teñida de rojo, mientras que por su frente hay un rastro de sangre seca.

—Dieron la orden de no lastimarte —exclama Aether, el enojo empieza a surgir.

Se acerca hacia donde está recostado Xiao, afortunadamente se encuentra cerca de los barrotes y puede verle con claridad.

—No es necesario que me revises, no es nada grave —Aether le ignora y se arrodilla frente a él—. Puedo asegurarte que no me duele.

Toma el rostro de Xiao entre su palma, recorre suavemente su mejilla asegurándose de evitar presionar para no lastimarlo. Puede percibir los ojos del alfa como una bala sobre él, firmes, sin embargo, no se detiene en su acción.

—Le informaré al Rey lo que te hicieron, deben ser castigados —anuncia. Detesta verlo así.

—No es necesario, fue mi culpa, yo me lo busqué.

—¿A qué te refieres? —podría ser que intentó defenderse antes de ser atado.

—Me dijeron que tú lo sabías.

—¿El qué?

—Que vendrían tarde o temprano hacia donde estábamos, no les creí. Me negaba a hacerlo —le escuchó y Aether quiso retirar su toque de Xiao, como si le hubiera leído la mente, el alfa sujeto su mano con la suya firmemente para evitar su huida—, pero entonces muchas cosas cobraron sentido.

—Lo siento.

—No importa ahora, estoy aliviado sabiendo que estás bien.

Dejó un suave beso sobre su muñeca y sonrió con una mueca apenas perceptible, le dejó ir después de ello, como si supiera que necesitaría recuperarse de eso. Su rostro se volvió rojo, si Xiao se daba cuenta entonces podría culpar a la luz de las velas.

Un Compañero Para El Rey || Xiaether (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora