– Buenos días, familia. ¿Han visto a Ravi? -pregunté a Los Höller que estaban en el comedor.
– Ha ido hacia la cocina, mi bella niña -respondió la abuela Stephanie. Cuando giraba para ir hacia allá, Ravi entraba al comedor.
– Buenos días, Amelia. Mi hermosa Marianne me ha dicho que estas preguntando por mí -señalando su oído repitió sin emitir sonido: "oído de licántropo"-. ¿Para qué soy bueno?
– Stefan tiene un pequeño problemita y quisiéramos saber si le puedes ayudar -dije juntando los dedos pulgar e índice para hacer hincapié en lo de pequeño.
– ¿Qué sucede con Stefan? -preguntó curioso Maximiliam.
– Es que... -empecé a sonrojarme y a jugar con mis dedos- no le queda nada de su guardarropa. Pensamos que quizás Ravi tiene algún hechizo para adaptar las prendas de vestir, accesorios y calzado a su nuevo cuerpo.
El bisabuelo Karl empezó a reír a carcajadas. Su risa era tan contagiosa que todos, incluyéndome, comenzamos a reír. De repente, escuchamos la voz de Stefan.
– Gracias por reír en vez de buscar la forma de ayudarme -traía encima solo una toalla atada alrededor de su cintura. Su cabello negro y húmedo caía sobre sus hombros. Su pecho era más voluminoso, sus abdominales más marcados, sus brazos más fuertes. Lo contemplaba y comencé a sonrojarme. Stefan me miró de costado y me guiñó un ojo, me sentí súper acalorada.
– ¿Y ese nuevo estilo, Stefan? -dijo Haldir caminando hacia su asiento-. Mucho calor o nos quieres matar de la envidia con tu nuevo físico -todos comenzamos a reír.
– Nada de mi guardarropa me queda, orejas puntiagudas. Le pedí a Amelia que busque a Ravi para que me ayude, pero se demoraba, así que decidí salir, y encontré que todos se divertían gracias a mí -se acercó, me tomó de la cintura y me susurró al oído seductoramente-. Hasta tú, mi amada Luna Amelia, te reías de mí -me puse tan roja que tapé mi cara con las manos. Eso detonó otra carcajada del bisabuelo Karl.
– Sí te puedo ayudar, Stefan -decía Ravi caminando para ir a nuestra habitación-. Vamos a "renovar" tu guardarropa.
El brujo y mi amado Alfa se fueron a solucionar el inconveniente de vestuario mientras el resto de la familia tomó asiento en el comedor. Esperábamos a que terminen de presentar las viandas sobre la mesa y que regresen Stefan con Ravi para tomar el desayuno. Entoces Marion preguntó curiosa.
– Oye, Amelia, ¿cuánto ha crecido Stefan?
– Pues, antes de dormir tomé sus medidas y peso -miré hacia otro lado porque me sonrojaba al pensar en el nuevo cuerpo de Stefan-. Ahora mide 2.10 m, pesa 125 kg y tiene 130 cm de pecho -suspiré por lo genial de sus nuevas medidas, y todos comenzaron a reír otra vez.
– Vaya, querida Amelia -decía la bisabuela Margot muy divertida-, no sé si la bendición fue para Stefan o para ti porque se te ve muy feliz diciendo sus nuevas medidas.
– La bendición ha sido para ambos -dijo Stefan al entrar ya con ropa y sentarse a mi lado-, aunque hay ciertas posturas a la hora de querer unirnos en la intimidad que debemos cambiar porque puedo dañar a mi Luna con mi nuevo peso –dejó un beso en mi sonrojada mejilla. Pero a qué se debe ese gusto de Stefan por soltar sin vergüenza esos comentarios relacionados con nuestra intimidad de pareja.
– Te sugiero ella sobre ti, hijo -dijo el bisabuelo Karl, y todos nuevamente rieron. Yo moría de vergüenza porque todos se enteraban sobre nuestra intimidad sexual. Stefan, en un gesto por calmar mi pena, tomó mi mano y la besó. Me encantaba que me mire tiernamente al ver que aún me sonrojaba, aunque entre nosotros no quedaba ningún tipo de pudor porque ya habíamos explorado todo sobre nuestros cuerpos.
(...)
Terminando el desayuno, Los Barone comunicaron que habían adelantado su partida para el mediodía. Agradecieron la hospitalidad y pidieron nuevamente disculpas por el impase con Laura. La delegación de hadas y brujos partieron después del desayuno. El resto de delegaciones aprovecharían a pasear por Lima y almorzar en algún restaurante de la capital antes de ir al aeropuerto.
Limpio ya el jardín posterior y terraza, subimos a esta última para preparar la parrilla, puesto que a mis cuñadas se les ocurrió hacer un almuerzo típico alemán, donde hay muchas clases de salchichas y cortes de cerdo para asar y comer con chucrut, cebollas encurtidas y ensalada de papa. También consideraron preparar puré, arroz y milanesas, por si Sandro y Elías, los hijos de Solís y Torres, no querían comer la parrilla. Para Ravi tenían un menú vegetariano especial al que pedí acceder, ya que no era de comer mucha carne. Cerveza alemana, agua, chicha morada para beber y una deliciosa torta selva negra completaban el almuerzo.
Les explicamos a los bisabuelos y abuelos sobre lo que pasó con Solís y el propósito del almuerzo. Estaba preocupada porque por donde los miren los bisabuelos y abuelos no aparentaban la edad que tenían, así que se me ocurrió decir que eran los hermanos y cuñadas de Maximiliam.
– Si quieres puedo recitar un hechizo de edad para que se vean ancianos -propuso Ravi.
– No. Los bisabuelos y abuelos son joviales y fuertes, si los envejeces les quitas vitalidad y no van a disfrutar de la reunión -todos validaron mis motivos para mentir y estuvieron de acuerdo.
Cuando la familia Torres Solís llegó, fue recibida por Maximiliam y Marie porque para los humanos ellos eran la autoridad en la Familia Höller. Luego nos acercamos Stefan y yo, y por los ojos exorbitados de Solís reconfirmé que el cambio de Stefan era muy notorio y llamativo. A Torres le pareció que en la videollamada Stefan era más delgado, pero descartamos eso y él nos creyó. Ya en la terraza, Solís me pidió que la acompañe al baño y me interrogó sobre la transformación que había tenido mi amado Alfa, revelándole sobre la bendición que la Madre Luna había hecho caer sobre él. Si íbamos a contarle a Torres la verdad sobre Los Höller, no tenía sentido alguno que Ravi ponga sobre Stefan un hechizo para que ante los ojos humanos no se aprecie la transformación que tuvo al haber sido bendecido.
Después de almorzar y conversar un rato compartiendo unas cervezas, Stefan le reveló a Torres la verdad de la Familia Höller. Al principio no lo creía, así que el bisabuelo Karl se transformó en lobo, haciendo que Torres caiga de la silla donde estaba sentado. Solís le ayudó a levantarse, y bromeó con él de que se notaban que eran el uno para el otro porque ella también terminó en el suelo cuando se enteró de la verdad. Stefan prosiguió explicándole que soy la hija de la deidad que ordena a las especies sobrenaturales que ha encarnado para traer la paz entre esos pueblos. Torres recordó que cuando me encontraron tenía un dije de piedra de luna colgando de mi cuello. Terminó de decir esas palabras, y la piedra empezó a brillar. La voz en mis sueños me pidió tocar a Torres con la piedra para conectarlo con la existencia divina. Presencié que se le mostró al ángel mensajero de la Madre Luna llevándome en brazos a través del vertedero clandestino; el momento en que me puso en el montículo de basura, y la espera a que Malinas con Solís me encontraran. El ángel mensajero lo miró y le dijo: «Cree todo lo que te dice el Puro que Aúlla y sé su respaldo ante el mundo de los humanos. Así ayudarás a proteger a la hija de la Madre Luna».
– Siempre supe que eras especial, pequeña -me dijo Torres y comenzó a mirar a Los Höller-. Ayudaré como mejor pueda a tu nueva familia, esa fue nuestra misión desde un inicio -miró a Solís, quien asintió sonriendo.
¡Hola a todos! Ahora Torres es un nuevo aliado de Los Höller, un humano que conoce lo que son y es más que amigo, es familia por la estrecha relación que tiene con Amelia desde que Solís la encontró abandonada, siendo apenas una recién nacida. Los invito a seguirme en mis redes sociales: Instagram (@luisabarbieri_author) y Facebook (Luisa Barbieri - author), en donde encontrarán material gráfico relacionado a mis novelas. Gracias por leer. Bendiciones.
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La hija de la Madre Luna
خارق للطبيعةAmelia es una bella e inteligente jovencita con sueños de destacar en el mundo del diseño de modas, cuyo desconocido origen no importó hasta que alguien prestó atención al dije que colgaba de su cuello, aquella pista que la haría visible ante los so...