Siete.

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–¿Deberíamos decirle a ese chico de allí que deje de hurgarse la nariz?

–No sé tú, pero yo sólo estoy aquí para observar que pinten sus piedras y no se las tiren unos a otros.

Love se rió, cruzándose de brazos frente a su pecho mientras apoyaba su espalda contra la mesa apoyada en una pared junto a él. Era mucho más pequeña que Fourth, y sus pestañas parecían increíblemente largas cuando bajó los ojos tímidamente después de encontrarse brevemente con los de Fourth.

–Creo que la idea es realmente linda –dijo, alisando con la mano una arruga de su vestido. Era de un bonito color amarillo con flores estampadas por todas partes y mangas cortas y abullonadas. Justo debajo de la rodilla–. Escribir tus miedos en piedras para hundirlos en el río y escribir tus deseos en globos para enviárselos a Dios. Realmente creativo.

Fourth sonrió. No tuvo el valor de decirle que robó por completo esta idea de Pinterest en medio de la noche, cuando se sentía particularmente falto de inspiración.

–¿Vas a escribir algo también? —preguntó Love, moviéndose hacia un lado y sacando una piedra gris y plana de la caja que sostenía otras rocas grises y la sostuvo en alto.

Fourth negó con la cabeza.

–¿Por qué no? –ella preguntó–. ¿Eres valiente?

Mientras reía, se llevó una mano a la boca, amortiguando el sonido. Fourth siguió su mano, y luego notó que ella llevaba un collar similar al suyo, la cruz delicada y dorada contra su piel. Dejó caer su mano y sacó a relucir su pecho un poco más cuando notó la mirada de Fourth.

Fourth definitivamente no era valiente.

–Vamos –Love lo rodeó hasta que estuvo directamente frente a él. Se agachó entre ellos, agarró la mano de Fourth y presionó la fría piedra en su palma. Sus dedos persistieron, y Fourth no pudo evitar notar lo pequeños y delicados que eran. Cuánto no quería retenerlos–. Tu mayor temor, sin pudor.

Fourth contuvo un escalofrío ante la rima y, en cambio, se rió. Se preguntó cuándo Love retiraría su mano.

Un grito sonó de uno de los niños, seguido por el sonido inconfundible de una piedra rodando sobre la superficie de una mesa.

Fourth liberó su mano y dejó caer la piedra sobre la mesa detrás de él.

–El deber llama –suspiró en dirección a Love antes de apresurarse hacia los niños de once años que ahora gritaban.








Limpiar era más fácil cuando había alguien que ayudaba. Después de que los niños salieron de la habitación para ser recogidos por sus padres, Love se hizo cargo de empujar las sillas cuidadosamente a su lugar y recoger los marcadores de colores esparcidos por toda la mesa. Fourth clasificó las piedras pintadas en otra caja, junto con las tarjetas en las que los niños habían escrito sus deseos y que se colocarían en globos llenos de helio.

–Gracias –dijo Fourth.

Ella le envió una sonrisa por encima del hombro. Su cabello se movió contra su espalda. Era bonito; castaño, largo y brillante, casi hasta la cintura.

–Me divertí mucho –dijo, dándose la vuelta por completo–. Fue bueno verte de nuevo. Ha pasado un tiempo. Parece que siempre te pierdo en la iglesia.

Fourth asintió. La verdad era que nunca hacía el esfuerzo de mirar a nadie excepto a Mark los domingos. De todos modos, tenía los ojos llorosos y estaba cansado la mayor parte del tiempo, deseando poder pasar la mañana en la cama.

–¿Necesita ayuda nuevamente la próxima semana? –preguntó Love, señalando las piedras y las tarjetas de globos–. ¿Enviándolos?

Fourth siguió su mirada y suspiró:

plutón | geminifourthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora