Chapter 10: Entrenamiento

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-Y eso es muy conmovedor- dice Effie interrumpiendo la conversación-, pero por ahora, deben ir a su entrenamiento. Síganme.

Peeta no ha volteado a ver a Effie, mantiene sus ojos en los míos, él chasquea la lengua como si buscase algo más que decir pero simplemente niega disgustado por la interrupción, le sonrió tiernamente y tomó su mano para seguir a Effie.

-Tranquilo, seguiremos hablando de esto- le digo antes de entrar al ascensor, él sonríe en respuesta. El trayecto en ascensor es de menos de un minuto, y después las puertas se abren para dejarnos ver un gimnasio lleno de armas y pistas de obstáculos-. Genial, somos los últimos en llegar...

-Somos los últimos en todo.

Susurra Peeta y me hace reír aquella observación. Los otros tributos están reunidos en un círculo muy tenso, al que prontamente nos unimos. La entrenadora jefe, una mujer alta y atlética llamada Atala, da un paso adelante y nos empieza a explicar el horario de entrenamiento.

Cuando Atala empieza a leer la lista de habilidades, no puedo evitar fijarme en los demás, no veo nada más que desprecio en las caras de los tributos profesionales cuando ellos me observan a mi, cualquiera de ellos pesa de veinte a cuarenta kilos más que yo, y proyectan arrogancia y brutalidad. Cuando Atala nos deja marchar, van directos a las armas de aspecto más mortífero del gimnasio y las manejan con soltura.

-¿Por dónde te gustaría empezar? -me pregunta Peeta sacándome de mi trance.

-¿Nudos? Puedo enseñarte un par de trampas con cuerda...

-Me parece excelente.

Nos acercamos a un puesto vacío. El entrenador parece encantado de tener alumnos; da la impresión de que la clase de hacer nudos no está teniendo mucho éxito.

Cuando ve que sé algo sobre trampas, nos enseña una sencilla y magnífica que dejaría a un competidor humano colgado de un árbol por la pierna. Nos concentramos en ella durante una hora hasta que los dos dominamos la técnica y pasamos al puesto de camuflaje. Peeta parece disfrutar de verdad con él y se dedica a mezclar lodo, arcilla y jugos de bayas sobre su pálida piel. El entrenador que dirige el puesto está entusiasmado con su trabajo.

-Vaya- susurro sonriéndole-, parece que por fin da frutos decorar pasteles en algo más.

-Tienes razón- dice él, con una pequeña risa avergonzada-. Nunca se sabe qué te puedes encontrar en el campo de batalla. ¿Y si es una tarta gigante...? -empieza a decir Peeta.

-Estoy segura, si nos ponen una prueba de guerra de glaseado probablemente muera en seguida.

-Claro que no, aún recuerdo la primera vez que me ayudaste a glasear galletas...

-Y todos en el mercado dijeron que estaba mejor cazando conejos.

Peeta soltó una carcajada y asintió, la tarde transcurrió sin más novedades y volvimos a nuestro lugar de descanso, donde quedamos solos nuevamente, Peeta carraspeo la garganta notoriamente haciendo que levantará la vista hacía él.

-Entonces...tengo muchos sentimientos y pensamientos que no puedo controlar.

-Lo sé- respondí jugando con mis manos nerviosamente-. Es una mezcla de todo.

-Hay dos puntos muy importantes aquí, en primer lugar: me gustas, me gustas tanto que quiero estar contigo toda mi vida, ___.

-Y en segundo lugar- digo suspirando-, sabemos que no es posible.

Peeta asiente apoyando su espalda en el respaldo de la silla.

-¿Y eso en que nos deja?- pregunta él.

Man Of Fire [Peeta Mellark]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora