Capítulo 23

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En ocasiones debemos de estar a solas con nosotros mismos para poder recordar y recapacitar sobre todo lo que gira a nuestro alrededor, en quien confiamos y si nuestros más íntimos secretos han sido dirigidos en buena dirección.
No es necesario el rencor en nuestros corazones, las palabras se expresan a través de lo que sentimos para continuar con las acciones.
El equivocarse no es de tontos, es de sabios, saber actuar sobre lo desconocido.
El fracaso no te lleva al éxito, antes debes asegurarte de tener preparado todo lo disponible para escalar en la más alta de las montañas para encontrar el éxito.
Entre nuestros sentimientos encontrados está el amor, un sentimiento sin límite, donde eres libre para dar y recibir.
Un amor que llegue a ser tan trasparente como el agua y no acabe siendo contaminado.

Dos personas que se aman con el verdadero sentimiento de lo que es el amor, y aún así es un amor prohibido.
Una emoción tan dulce como amarga para estar tanto Zara como Yassir escondidos  en su refugio sufriendo las consecuencias de un sentimiento que debe permanecer oculto, al poder ser en la penumbra para ser olvidado con el tiempo.
Lo que antes deseaban ahora no se lo pueden permitir.
Quieren abrazarse y no pueden, sienten que la lejanía será su única salvación, cuando en verdad, no es cierto.
Contra más lejos estén, más anhelo hay de querer estar cerca uno del otro.

Los días van pasando y aún ninguno de los dos ha abierto la boca para expresar algo.
La culpa no es del amor que se sienten, es el haber sido lastimados injustamente para acabar con sus ilusiones.
No es fácil decir adiós cuando en verdad Zara ama a ese hombre que tan feliz la hace.
Y aún así, debe de esconderse por sentir un amor prohibido.
Para Yassir, sus días no han sido de los mejores, cuando Zara le dijo adiós, fue como sentir una flecha directa a su corazón, desgarrándose lentamente sin poder evitar estar triste, donde sus palabras sonaron como espadas luchando en una batalla donde uno de los contricantes debe vencer.
Sin armadura, todo está perdido, ella es la mujer que lo cubría por completo, cuanto la echa de menos y solo en la distancia puede verla preguntándose porque pagar un precio tan alto siendo inocente.
Si es preso de algo, será del amor que siente por Zara.
Su prisión es poder estar junto a ella, porque su libertad le impide ser feliz.

En la casa de Raphael, se encuentran todos reunidos a excepción de Zara, ella prefiere de momento mantenerse al margen en cuestión de reuniones de familia ocultándose de los ojos de Yassir y las palabras hirientes de su madre.
Leonor está emocionada de estar en casa, habla entre lágrimas mirando a su ex marido, Ingrid y Yassir.
Ninguno dice nada, simplemente la dejan que se exprese a su modo para terminar diciéndole lo típico.
Que debe cuidarse siguiendo las recomendaciones de los médicos.
Raphael habla por primera vez con Leonor delante de sus hijos sobre Zara.
Era un asunto que llevaba días dándole vueltas en la cabeza y ahora era el momento perfecto para hablarlo.

— ¿Porqué me ocultaste que tenías una hija Leonor? — Ella comienza a ponerse blanca.

— Yo...— Balbucea mirando a Yassir e Ingrid.

— Díselo mamá, ya no más mentiras. Sabemos desde hace días del parentesco que me une a Zara, ya no trates de evitarlo.

— Es algo de mi pasado que no quiero compartir. Fue muy trágico para mí y no quiero hablar de eso. Prometo contaros la historia, y lamento mucho haber ocultado de tener una hija.

— Zara es una joven muy inteligente y buena persona, además de trabajadora.
Yo la estoy conociendo personalmente y hasta ahora no puedo decir nada malo de ella. No entido Leonor que es lo que te hace que la rechaces. Es tú hija, ella no tiene la culpa de lo que te pudo ocurrir. No seas injusta con ella. Ve y habla con ella e intenta acercarte a ella.

— Lo intento, pero es ella quien no quiere hablarme. — Trata de justificarse Leonor ante su ex marido culpando a su hija.

— Deja de lanzar la pelota a otro tejado Leonor. — Protesta Raphael. — ¿Sabes algo? — Se dirige a Leonor.

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