Psicólogo

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Yoongi se encontraba mirando fijamente a Namjoon, como si tratara de penetrar su alma con aquella mirada fría que tanto caracterizaba al de cabello azul, pero realmente lo que estaba haciendo, era observar los movimientos de su amigo, aunque fueran mínimos, ya que esto le ayudaría a entender si había cambiado algo desde la última vez que habían hablado cara a cara, pero nada fuera de lo normal parecía estar pasando, pues Namjoon se comportaba como siempre, incluso se veía más seguro y más tranquilo que cuando empezaron con el tema de la terapia, entonces ¿Qué estaba pasando por la mente de Namjoon? Era lo que se preguntaba Yoongi una y otra vez, deseando que no fuera una recaída.

Yoongi empezó a escribir en una libreta todo lo que Namjoon le contaba, desde la llegada del cuerpo, hasta lo que vio en las escaleras antes de entrar a su habitación y hablar con el peli azul. Yoongi prestaba total atención a cada uno de los detalles, tratando de averiguar que le había ocasionado una recaída a su amigo, pues habían pasado casi dos años desde que Namjoon había tenido su última alucinación y su vida había estado muy tranquila hasta ahora.

—¿Recuerdas lo que queríamos ser cuando éramos pequeños? —preguntó Yoongi tratando de calmar la atmósfera tensa.

—Sí, queríamos ser raperos. —respondió Namjoon con una sonrisa nostálgica.

—Así es, pero después de ver como sufrías con tu problema, decidí estudiar psiquiatría y ayudarte. —recordó Yoongi tras un suspiro— también recuerdo que decidiste estudiar medicina legal y forense, después de ver cómo tus padres murieron y no recibieron una autopsia para revelar la causa de sus muertes.

—Eso es algo que me frustra hasta el momento. —susurró Namjoon mientras despeinaba su cabello.

—Namjoon ¿Hay algo que no me has contado? —cuestionó Yoongi con su ceño levemente fruncido.

Namjoon tomó un poco de agua, suspiró pesadamente y empezó a contarle sobre lo que había pasado con la respectiva autopsia del paciente, pues al parecer su familia no estaba interesada en saber la causa de su muerte, ni mucho menos el paradero de sus cenizas, era como si hubieran deseado su muerte con tanta intensidad, que ahora no querían saber nada de él, a pesar de ser una persona tan famosa y querida, había terminado solo y abandonado, dejando atrás sus riquezas y fama.

Namjoon contaba cada palabra en un hilo de melancolía, como si él hubiera experimentado tal soledad en carne propia. Yoongi seguía atento a cada palabra, empezando a dar con el paradero de su problema más resiente, al parecer lo que tenía a Namjoon al borde de la locura, era el saber que aquel cuerpo, no tendría una autopsia adecuada, tal y como había pasado con sus padres.

—Es culpa. —comentó Jimin interrumpiendo los pensamientos de Yoongi.

—Yo lo iba a decir primero. —murmuró Yoongi tomando la taza de café que había traído su esposo.

—Gracias Jimin. —agradeció Namjoon tomando su taza— a veces me cuesta creer que ustedes hayan terminado juntos.

—Tambien me cuesta creer que hayas dejado tus celos de mejor amigo. —bromeó Jimin. 

Los tres chicos rieron, recordando aquella época joven cuando Yoongi y Jimin se habían conocido, haciendo que Namjoon se sintiera celoso de su mejor amigo y empezara a odiar a Jimin, creyendo que nuevamente se quedaría solo, pero al final, los tres se habían vuelto inseparables e incluso, Yoongi Y Jimin habían hecho todo lo posible para ayudar con el problema de Namjoon, haciendo que el peli negro jamás se volviera a sentir vacío. Luego de charla entre amigos y después de haber aclarado el problema de culpa que tenía, Namjoon decidió volver a casa, ya que debía descansar para deshacerse del cuerpo a altas horas de la mañana del día siguiente.

Namjoon salió del consultorio y se dirigió rápidamente al ascensor, donde soltó un suspiro de alivio al darse cuenta que no estaba loco y no tendría que pasar los restos de sus días metido en un manicomio, tal y como había sucedido cuando aún era un niño asustado, sin entender lo que estaba pasando por su cabeza, sin entender el por qué lo trataban así, solo era un niño y necesitaba apoyo.

Hace 20 años

—Mamá, papá ¿Por qué estamos aquí? —preguntó la voz dulce de Namjoon, mientras se aferraba a las piernas de su madre.

—Aquí te van a ayudar hijo. —respondió su madre poniéndose a la altura de Namjoon.

—Todo es por tu bien, campeón. —animó su padre despeinando su cabello en un acto de cariño.

Ambos padres llevaron a su hijo al interior del hospital psiquiátrico, donde uno de los doctores los atendió con aquella sonrisa maliciosa que jamás olvidaría Namjoon. El niño asustando, empezó a correr hacia la salida, donde su amigo Yoongi lo estaba esperando, pues el había venido con ellos en el auto, Yoongi rápidamente supo que algo estaba mal, pero antes de que pudiera ayudarlo, los guardias tomaron a Namjoon y le pusieron un saco de fuerza.

¡Suga, ayúdame! —gritó Namjoon desesperado.

—¡Namjoon! —exclamó Yoongi— ¡Sueltenlo, lo están lastimando! Por favor.

—Es por su bien, aquí lo ayudarán. —musitó la madre de Namjoon.

—¡Nam! Te prometo que estudiaré, me convertiré en el mejor psicólogo y te ayudaré. —animó Yoongi.

Namjoon volvió en sí cuando el ascensor dejó de funcionar, haciendo que los nervios del peli negro se elevarán, pues sentía una presencia detrás del él, la misma que sintió la noche anterior. Namjoon rápidamente empezó a presionar todos los botones que encontraba, incluyendo el de ayuda, el cual presionó tantas veces como le fue posible, pero al parecer nada parecía funcionar, el ascensor no subía ni bajaba, tampoco se abría y la señal de su celular se había ido por completo.

Namjoon maldijo por lo bajo y alzó su mirada para observar la puerta, esperando algún inicio de que se abriría, pero lo único que vio, fue una cabellera rojiza, la cual decoraba la piel pálida de aquel cuerpo que nuevamente lo estaba persiguiendo, Namjoon rápidamente cerró sus ojos mientras se decía así mismo que nada era real y solo era culpa, tal como se lo había dicho Yoongi. Namjoon nuevamente abrió sus ojos, encontrándose con la puerta del ascensor abierta, como si nada hubiera pasado, pero las gotas de sudor que bajan por su frente, le hacían entender que todo lo sucedido era real.

My GhostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora