Séptimo latido

11 7 0
                                    


Jueves, 31 de octubre.

Querido Beat,

Aún tengo vívidos los recuerdos de cómo Lacey correteaba ayer en busca de una ramita. Después de las clases, Ezra sugirió que nos tomáramos un descanso de la biblioteca y el club de periodismo para planificar nuestros atuendos de Halloween con Lacey.

Sin embargo, no me sentía bien, y aún no lo estoy. La presencia del hombre en casa me intranquiliza mucho, y Lacey ha comenzado a sospechar que algo anda mal, preguntando constantemente sobre la palabra que aprendió esa noche: "abogado". Permití que Ezra me persuadiera para ir al parque nuevamente, el único lugar donde, al parecer, mi hermana puede sonreír y mostrarse como desearía que lo hiciera siempre, como una niña feliz.

Durante los últimos días, he estado dándole vueltas a la inesperada visita, pero sin llegar a ninguna conclusión. Le pregunté a mamá, quien evitó el tema, asegurando que no era nada por lo que debiera preocuparme, solo asuntos de adultos. También pregunté a papá, pero se excusó diciendo que estaba atrasado para el trabajo.

Detesto pensar que, aparentemente, nuestros padres siguen considerando el divorcio. No han mencionado una palabra al respecto. Piensan que es mejor callar, pero están equivocados. Todos necesitamos hablar con la verdad, y así la realidad probablemente nos golpearía con menos fuerza. Vivo en constante angustia por lo que pueda suceder en las próximas horas, días o semanas.

Todos necesitamos ser sinceros, al menos yo estoy intentándolo contigo, Beat. A mí no me gustaba escribir, pero supongo que todo tiene un comienzo, ¿no es así?

Me llena de impotencia no poder hacer nada respecto al tema del divorcio de mis padres. Sin embargo, poco después, pienso en ese hilo del destino del que Ezra nos habló. Quizás el hilo que conecta los corazones de mis padres está muy enredado, y desearía poder estirarlo, resolver las cosas, dejar de ser un problema para papá. ¡Quiero que toda esta m̶i̶e̶r̶d̶a̶ termine de una vez por todas!

Pensé que podría olvidar sus palabras, pero persisten, latentes en mi memoria y en la tuya, oprimiendo mi corazón y destacándose entre tus páginas después de haber sido tachadas y resaltadas, hasta el punto de ser visibles de un lado de la hoja al otro.

Es posible que al final nos reduzcamos a ser Lacey, mamá y yo. La m̶i̶e̶r̶d̶a̶ de la que habló. Y me entristece pensar en ello, pero fueron sus palabras. ¿Nos odia? ¿Nos odia tanto? ¿Es realmente nuestra culpa su infelicidad?

Estos días han sido difíciles, pero como dice la canción de Colbie Caillat, "Try":


«No tienes que esforzarte tanto. 

No tienes que hacerlo, déjalo ir. 

Solo levántate, levántate, levántate, levántate. 

No tienes que cambiar ni una sola cosa».


De todos modos, todo está planeado para esta noche de Halloween. Ezra dijo que nos encontraríamos en el parque, y hacia allá me dirigiré después de ayudar a mi hermanita con su disfraz.

Deséame suerte, porque siento que la necesitaré.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Las clases finalizaron y salí lo más rápido posible del salón, adentrándome en la oleada de estudiantes que se desplazaba a través de los pasillos. Le había prometido a Lacey que llegaría temprano a casa para ayudarla con su disfraz. Este año quería ser Hermione Granger.

La última vez que vimos una maratón de películas, que casualmente fueron todas las de Harry Potter, quedó fascinada con dicho personaje. Recordaba que, al día siguiente, en ningún momento dejó de repetir el hechizo Alohomora cada vez que abría una puerta. Se soltó el cabello e incluso me pidió que le prestara una falda, ya que ella no tenía ninguna. Creo que ya sé lo que le regalaré en su próximo cumpleaños.

Esta mañana le platiqué a mamá acerca de la idea de tomar prestada una de sus chaquetas para usarla de capa, y aparentemente no le molestó... En realidad, no dijo nada. Parecía estar presente en otro mundo. Creo que también le afectaba todo esto que está pasando, supongo que todavía amaba a papá. Podía ser empática, ponerme en sus zapatos e imaginar el dolor que yo sentiría si discutiera con Ezra. Y el resultado es que solo me vi reflejada en su triste mirada.

Pero juré que nunca pelearía, tampoco levantaría la voz, siempre buscaría la manera de solucionar las cosas...

Lacey quería que le prestara una de mis camisas. La ramita de árbol que consiguió el día de ayer con ayuda de Ezra aguardaba en su cajón junto a la cama, pues sería la varita del mago. Esperaba que no la hubiera olvidado al salir de prisa esta mañana. Y las corbatas que él se ofreció en prestarnos, dijo que tenían un gran parecido a las de la película. Contrario a Lacey, él y yo seríamos Albus Dumbledore y Harry Potter.

—¡Señorita Sallow!

Demonios.

Tan solo esperaba que el director no me regañara por correr en los pasillos. Eso empeoraría las cosas y, por supuesto, también mi humor.

Me acerqué con la cabeza agachada, preparada para recibir la reprimenda.

—Su madre llamó —dijo.

—¿Qué? —Lo miré confundida y sorprendida a la vez. Ella jamás hacía algo como eso—. ¿Por qué?

—Dijo que no fuera a buscar a su hermana, de eso ya se encargará su padre. Vaya directamente a casa.

—¿Qué? —repliqué como tonta—. Mamá sabía que iríamos a pedir dulces.

—Tan solo doy el mensaje. —Comenzó a retirarse, pero de pronto se volvió hacia mí por última vez—. Y no corra por los pasillos.

No quería ni imaginarlo, pero el nudo en mi garganta me impedía tragar o incluso respirar bien. Una sensación incómoda se apoderó de mí, como una sombra oscura que se cernía sobre la normalidad de mi día. Mi mente empezó a divagar en direcciones preocupantes, explorando los recovecos de lo desconocido y alimentando mis miedos más profundos.

El deseo de Navidad ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora