Octavo latido

9 6 0
                                    


Miércoles, 23 de noviembre.

Querido Beat,

Me resulta complicado expresar lo que siento con palabras, pero necesito contarte todo lo que ha sucedido. El 31 de octubre, cuando el director me detuvo en mitad del pasillo, regresé a casa con la mente llena de temores y el corazón latiendo con pánico. ¿Has sentido alguna vez cómo late el corazón de miedo? Es una de las experiencias más desgastantes que he tenido.

Caminaba sin realmente ver, los sonidos eran confusos y mi aliento me pesaba. Nada funcionaba correctamente en mi interior. Estaba presente en este mundo, pero no sentía que formara parte de él. El alma me pesaba, y cada paso se convertía en una tortura. Quería llegar a casa rápidamente, pero parecía que el mundo entero conspiraba en mi contra.

Tropecé, caí dos veces, choqué con personas, esperé en dos semáforos y casi me atropella una bicicleta. Todo estaba en mi contra. El mundo se oponía a mi avance mientras una idea, indescriptible, pero aterradora, se formaba como un monstruo frente a mí. Y lo peor, crecía más fuerte a medida que me acercaba.

Cuando finalmente llegué a casa, mis pulmones ardían con fuego, mis músculos dolían y estaba sudando. Temblaba mientras recorrí cada habitación en busca de Lacey, con el corazón latiendo de manera frenética y sintiendo una punzada agonizante con cada escondite vacío. Cuando me topé con mamá, la verdad en su rostro, inundado por lágrimas, me golpeó con fuerza.

Papá, en el pasado, nunca pasó por la guardería a buscar a Lacey. Pero de repente, ese día decidió llevársela sin previo aviso. Las palabras, los actos, las discusiones, todo tomó un sentido catastrófico. «Abogado», «divorcio», «p̶o̶r̶q̶u̶e̶r̶í̶a̶», «¡Quiero que toda esta m̶i̶e̶r̶d̶a̶ se acabe ya!» resonaban en mi cabeza como un bucle infinito que anunciaba lo peor, aunque yo aún me resistía a aceptarlo.

—Faith... —Mamá me abrazó por la espalda, y mi grito resonó tan alto que imaginé lo que nuestros vecinos pensarían al escucharme: «Acaban de segar la vida de una adolescente. Han despojado su corazón del pecho con una crueldad despiadada. ¿Percibiste ese sonido? Fue tan horrendo y desgarrador que estremece a cualquiera. ¿Quiénes podrían ser los perpetradores de tan siniestro y cruel acto? Al final, te sorprendería descubrir que los autores son sus propios padres». 

—Ella no está. Lacey se fue, cariño. No volverán. Encontraré un trabajo y saldremos adelante juntas —pronunció mamá con una determinación que no lograba calmar el vacío que se expandía en mi interior, de hecho, lo empeoraba.

«No volverán. No volverán... No volverán». Estas palabras revolotean en mi mente como un eco persistente.

Las palabras tienen una facilidad increíble para destruir vidas. 

¿Qué hicieron? ¿Por qué nos sometieron a esto? 

Querido Beat, ¿puedo plantearte una pregunta?: ¿es normal empezar a sentir odio hacia tus propios padres?

En ese instante, logré liberarme y corrí de casa esa noche, sin rumbo fijo. No quería estar allí, con mamá, porque dejó que se llevaran a Lacey. Tampoco podía perdonarla. «¿Se perdonarán?», me preguntó Lacey una vez en el parque. Ahora entiendo que hay ocasiones en las que simplemente no puedes perdonar ni olvidar. No cuando te han destrozado por dentro. No cuando te han traicionado. No cuando te han arrebatado lo más valioso que tenías, dejándote a la deriva y en soledad. No cuando tomaron una decisión tan trascendental por ti. Y, definitivamente, no cuando evadieron hablarte con la verdad.

El divorcio acabó con todo. Mamá y papá se separaron.

Papá se la llevó, y ahora estoy aquí con mamá. Lacey se fue, y yo me quedé. ¿Por qué? ¿Por qué no me llevó con él? ¿Por qué ella? ¿Cómo pudo mamá permitir que esto sucediera? ¿Y el abogado, también es responsable? No entiende nada. No lo vivió como nosotras. Lacey y yo luchamos contra el monstruo de los gritos durante innumerables días y noches, despiertas durante horas, llorando, apoyándonos. Probablemente, él haya tenido una familia feliz y no fue consciente de la cruel realidad que experimentan otros.

El deseo de Navidad ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora